El mito de la caverna de Platón es una alegoría sumamente ingeniosa, y ha dado muchísimo que pensar a los más grandes genios de la humanidad. Las interpretaciones que recibe esta alegoría son tan variadas y múltiples como las cabezas y los ingenios que las realizan. Algunas personas usan la alegoría para compararla con nuestro sistema educativo; algunos la usan para ejemplificar el efecto liberador que tiene el conocimiento en el ser humano, y otros más estrictos en su interpretación no ven en la alegoría más que una ingeniosa ejemplificación de la teoría de las ideas platónicas. Pero en este caso particular, estaré argumentando en favor de una interpretación distinta; específicamente, de la caverna de Platón como una muestra de nuestra condición política actual.

En primer lugar, nosotros, el pueblo, vendríamos a ser los desafortunados atados de manos, pies y cabeza contra la pared. Forzados a ver las sombras que proyecta un grupo desconocido de personas, que en nuestro caso no es un grupo nada desconocido. Todo lo contrario: son las personas más conocidas, los que salen en las noticias, las personas cuyos rostros vemos en todas partes en panfletos o en las grandes pancartas publicitarias. A las personas en la caverna de Platón solo les proyectan sombras. Y a nosotros, ¿qué nos proyectan?

Los políticos nos proyectan muchas cosas, pero la que primero nos vendrá a la mente es la propaganda. En nuestros días, donde la tecnología ha hecho sumamente accesible el flujo de información, los políticos o los partidos poseen un gran influjo sobre nuestras opiniones. La forma más conocida y famosa de este influjo son las conocidas fake news.

Cada persona se encuentra como en su propia caverna, bombardeado por sombras de la realidad que solo refleja aquella parte que se encuentra en concordancia con sus creencias políticas. Ejemplos famosos de estos casos son los ocurridos en Estados Unidos durante las elecciones del 2020, donde tanto republicanos como demócratas hicieron circular por redes noticias negativas sobre sus rivales con fundamentos muy escasos.

Ahora, en la caverna, una de las personas encadenadas tiene la dicha de ser liberada. Esto nos hace preguntarnos si acaso la analogía se mantiene también en este caso. ¿Hay algún tipo de liberación política-ideológica? Pues claro que sí. Hay un numero pequeño de individuos que logran ver más allá de la mera ideología, más allá de la propaganda, y logran salir de su propia caverna. Son aquellas personas que buscan el bienestar común de una comunidad sin miras o fines ideológicos, aquellos que al darse cuenta de cómo eran bombardeados por información sesgada que no servía más que para el beneficio de los políticos, buscan la unidad y la destrucción de la polarización actual.

Y el destino de estos individuos no puede ser otro que el de los liberados en la caverna. Vuelven a la caverna para avisar a los que todavía siguen en las sombras, ávidos por mostrarle a los demás su error y curarles su ceguera, de modo que se pueda perseguir un fin común para el bien de todos. Dicho todo esto, se hace muy claro cuán parecida es nuestra condición política a la de aquellos prisioneros.