1.- El mucho volver a decir lo que se había dicho, hace posible, como consecuencia de la repetición, que hasta el más bruto aprenda lo que ha escuchado.

 

2.- La reiteración, una y otra vez oír las mismas ideas y argumentos; la insistencia, el machacar los conceptos y mensajes, llevan al que los ha oído a aprendérselo.

 

3.- Al prestarle atención a lo que a diario se dice en el país con relación a Haití, de que representa una carga para la República Dominicana, y de que es un Estado fallido, nos ha motivado y llevado a pensar detenidamente.

 

4.- Lo que sabemos, porque lo vemos todos los días, es que en el territorio nacional dominicano están presentes miles de nacionales haitianos, en condición de inmigrantes.

 

5.- Al estar aquí como país receptor, esos inmigrantes ejecutan labores en diferentes áreas de la economía nacional, a cambio de un deprimido salario.

 

6.- Al igual que el que tiene la calidad de trabajador inmigrante dominicano en Estados Unidos, y los africanos en Europa, el inmigrante haitiano en nuestro país trabaja aquí, come aquí, habita aquí, procrea a sus hijos, nacen aquí, estudian aquí y, si se enferman, lo más normal es que sean asistidos en los hospitales de aquí.

 

7.- Los inmigrantes haitianos hacen en nuestro país, ni más ni menos, lo mismo que nuestros compatriotas, en territorio norteamericano o en Europa. Cualquiera diría, se comportan exactamente igual.

 

8.- En todo lugar del planeta tierra, el inmigrante hace en el país receptor, en la misma medida, lo que lleva a cabo el asalariado nativo, aunque con un salario más bajo.

 

9.- Aunque la República Dominicana es un país subdesarrollado, con respecto a Haití, está más avanzado. Ocurre que, además del desarrollo desigual entre el país nuestro y Haití, se da la situación fronteriza, la vecindad, la cercanía.

 

10.- Hace tiempo está admitido que mientras subsisten desigualdades en el desarrollo, la emigración seguirá reproduciendo a escala internacional las relaciones de dominación y explotación de los países más pobres por los más ricos.

 

11.- El asunto de los indocumentados inmigrantes haitianos en nada difiere con la situación de nuestros connacionales sin papeles en Norteamérica y en otros lugares del mundo.

 

12.- Los miles de haitianos inmigrantes venden aquí su fuerza de trabajo en peores condiciones que el obrero nuestro. Por tanto, no hay que hablar de carga.

 

13.- Hablando con claridad, el inmigrante haitiano, no es una carga para la República Dominicana. Su condición es la de un asalariado, que labora aquí, y no en su país por el desarrollo desigual de los dos países.

 

14.- En lugar de ser un bulto, una paca, una carga pesada para la República Dominicana, la inmigración haitiana aporta al desarrollo y es una mano de obra apetecida por el patrono nativo porque es barata, dócil y productiva.

 

15.- En realidad, no sé desde qué punto de vista el inmigrante haitiano constituye un problema, carga alguna para el avance económico nacional dominicano.

 

16.- Si los inmigrantes haitianos, documentados o indocumentados, son una carga, lo mismo dirían los norteamericanos con relación a nuestros compatriotas que allá, bajo mucho frío y mucho calor, bajan el lomo por un salario.

 

17.- En otro orden, lo que ocurre cada lunes en Dajabón, con el mercado binacional dominico haitiano, no se puede decir que es una carga nuestra, sino un buen centro de operaciones comerciales que mucho favorece al empresariado dominicano.

 

18.- Para hablar del peso, de tener encima a la inmigración haitiana, quienes deben tocar el tema con calidad son los productores agrícolas y los empresarios vinculados con el sector de la construcción. ¡Que digan ellos si se sienten bien o mal por tener  a los haitianos a su servicio!

 

19.- Las embarazadas haitianas que desbordan los hospitales dominicanos, no son las compañeras de los inmigrantes que laboran aquí, sino las que llegan cruzando la frontera, mediante una operación de tráfico de personas. Este es un asunto de control migratorio que corresponde hacerlo al Estado dominicano.

 

20.- Hablar del Estado fallido en Haití, ese es un asunto que le compete a los haitianos, y a nadie más, ni a dominicanos, norteamericanos, ni europeos.

 

21.- Si en Haití lo que hay es un Estado fallido, ya malogrado, lo más conveniente es que las clases sociales que ahora tienen ese aparato estatal fracasado, se lo entreguen voluntariamente a las fuerzas democráticas haitianas que de seguro lo ponen útil.

 

22.- Por último, si en Haití impera un Estado incapaz, inservible, y el nuestro es un Estado eficaz, productivo, valioso, útil, lo que tenemos que hacer es tenerle pena a esa clase gobernante haitiana que permitió que su Estado se convirtiera en fallido.