Es “vincular al ciudadano con el gobierno, y hacerlo sentir parte de él, es el logro del mito, y esto ocurre cuando el proyecto general de gobierno ha sido apropiado por la ciudadanía, y es sentido como tal”.
Todos los representantes políticos, tanto del gobierno como de la oposición, incluyendo los municipales y las personas que ocupan posiciones electivas en cualquier ámbito, público o privado, comunican sus logros para conseguir una mayoría diaria, aun cuando no están en campaña propiamente electoral.
Ese fenómeno es definido como campaña permanente, que, de acuerdo a los expertos en la materia, se trata de un legítimo recurso de comunicación política, sobre todo de los gobiernos “para mantener la gente a su lado”, por lo que se hace necesario contar con herramientas que le permitan analizar e interpretar cuales son las inquietudes y expectativas de la población, o del público meta que le ha conferido el poder.
Sin embargo, los expertos también advierten a los jefes de estado y de gobierno, que “no pueden gobernar la sociedad por episodios, incidentes y erupciones”, lo que, expresado en buen dominicano, significa “cuidarse de actuar como un apagafuegos” y siempre tener muy presente que “en política, las palabras son hechos, tienen su propia densidad física y sus efectos pueden ser beneficiosos o catastróficos”.
Y cuando se está en la posición, nunca olvidar que “la promesa de la campaña electoral debe traducirse en la campaña gubernamental permanente, es decir, el mensaje debe responder y atender las necesidades y expectativas básicas del electorado”, sin manipulación aviesa, “y decir bien, lo que se hace bien”, como recomiendan los tratadistas de Relaciones Públicas.
“Pero si buscaran en el corto y mediano plazo un nuevo cargo de elección popular, le es imprescindible entregar buenos resultados, cumplir con las expectativas ciudadanas para que los logros de su gestión sean la mejor carta de presentación para su próxima postulación”, recomiendan los expertos.
El riesgo de perder “el mito”
Viendo en perspectivas, resulta fácil advertir que llegado el momento que el elector tendría la decisión en sus manos, el gobierno del presidente Luis Abinader podría llegado con un débil posicionamiento, lo que es lo mismo que decir que ha arriesgado la probabilidad de diluir o perder el mito, definido como “la comunicación de tipo simbólico que tiene la función de generar esperanza”
Donde el gobierno y su estrategia comunicacional se han ido de bruces, es en su pretensión de posicionar “una verdad” que contrasta con el diario vivir de la población, en la que su afán es hacerle creer que sus condiciones de vida “hace rato que cambiaron” para bien, y llegar al extremo de proclamar que estamos en presencia de una nueva República Dominicana.
Sin embargo, lo que es una verdad axiomática es el grito de la gente por las dificultades que le genera el sostenido incremento de la canasta básica de alimentos, de las medicinas, de los materiales de construcción, el incremento de la factura eléctrica y aumento de los apagones.
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Todo esto trae como consecuencia un creciente descontento, promesas incumplidas, escasas o muy pocas realizaciones, y lo peor aún, la proclividad del presidente Abinader de repetir las mismas promesas, pero envueltas en anuncios de paquetes de inversiones, olvidando que muchas de esas obras ya habían sido anunciadas.
“La política es la persecución del poder. La historia es el relato de esa persecución… “alcanzar el triunfo político y luego consolidar el poder así obtenido, al igual que en el mundo de las empresas, requiere del empleo de verdaderos escenarios de guerra”, recomienda el famoso mercadólogo norteamericano Dick Morris.