El cine de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI produce historias con relatos y con rupturas de relato. Por un lado la historia lineal basada en la lectura o investigaciones de propuestas transformadoras ocurren con un determinado nivel de elaboración, de contacto con el otro y travesías críticas del mundo o los mundos reales, desde una visión concentrada en composiciones procesuales, donde la cámara hace que el ojo organice los modos ideales, reales, instalados y modelados para justificar alguna que otra poética cuyos valores culturales y sociales admiten como clave y fondo, una concentración audiovisual que determina su crecimiento en cualquier acto de productividad y desde allí se hacen reveladoras las estructuras de un escenario imaginario y crítico.
Todo lo que se hizo texto-forma parte de un acto crucial donde podemos encontrar fenómenos cinematográficos de producción alternativa y espectacular.
Vemos fenómenos cinematográficos como Reyes de la Calle (2008) y cuyo director es David Ayer; también Fauces de la Noche (2021), dirigido por Jorge Lendeborg Jr; Atentado en el Estadio (2018) dirigida por Scott Mann; también Infidelidad (2002), bajo la dirección de Adrian Lyne; en cuyas cardinales se hace visible un cine denominado trascendente ligado a los contravalores y presiones del mundo actual y el conflicto básicamente social y cultural.
En esa misma tónica encontramos filmes como La colonia que aunque de 2015 y dirigida por Florian Gallenberger construye visiones de políticas del sujeto y su espacio, con un elenco de calidad y variedad. En 2021 encontramos películas con Más Dura Será la caída (2021) y dirigida por The Bullitts. Con este enmarque necesitamos una visión transgresora de los relatos de atención y violencia que han impactado en el espectador del siglo XXI por la intensidad de la historia, la dirección, la actuación y la edición, fenómeno este que se hace observable en productos y productores más adaptados al concepto de batalla real, tal y como se puede observar también en películas como 12 horas para Sobrevivir (2013, 2014, 2016 2018,) y dirigida por James DeMonaco.
Toda esta línea de aventura, guerra, suspenso, violencia, destrucción de los cuerpos y lugares de la memoria se hace visible en películas como Hijos del Odio (2020) de Barry Alexander; y Los Últimos Días del Crimen del director Oliver Megaton.
Sería importante en este sentido entender los valores narrativos junto a una crítica del mundo real, en cuyos bordes y ejes podamos encontrar el contraorden de una historia-ficción que se establece sobre la base de la identidad y la diferencia narrativa. Los planos y ángulos, rupturas y acciones rítmicas constituyen ejes de desarrollos que fortalecen la idea de verosimilitud del cine actual basado en novelas, testimonios y relatos de la vida real.
En efecto, el cine holandés, alemán, francés y sudafricano de hoy ofrecen productos basados mediante construcciones de mundos ideales con inflexiones temáticas y formales en cuyos espacios y fuerzas se leen cardinales dramáticas singulares como escenarios de violencia y rupturas con lo político y lo familiar. (Ver también y en ese sentido, Anna, el peligro (2019), de Luc Besson; El final de todo (2018), de David M. Rosenthal y Granizo (2022), de Marcos Carnevale, entre muchas otras películas.
En el cine actual, el discurso muchas veces distópico y vertiginoso se moviliza desde sus diversos tejidos estilísticos, a veces literarios y otras veces testimoniales; lo que implica una variedad de planos y ángulos que motivan las líneas centrales de muchas historias verosímiles o inverosímiles que adquieren valor en diferentes grupos o tipos de espectadores y auditorios. Lo que define un marco y centralidad de filiaciones discursivas son, en muchos casos, las particularidades de signos, marcas, interpretantes, símbolos y fuerzas retóricas de las imágenes o secuencias bien estructuradas.
El discurso cinematográfico actual busca la diversidad a través de sus propios caminos de lenguajes, tensión y significación; mediante las tendencias de lo real o lo imaginario se va construyendo una línea discursiva consistente y basada en sus usos de imágenes culturales y críticas.