Un monje italiano nombrado Guido de Arezzo (91 o 92-1050) registró por primera vez una pauta musical de cuatro líneas y tres espacios llamada tetragrama, donde se registraban notas musicales que se podían leer en soporte de papel facilitando así el inicio de la música académica. Esta pauta dio origen al actual pentagrama de cinco líneas y cuatro espacios,  permitiendo un acceso más purista a esa espiritualidad que nos transporta y nos conecta con Dios y la naturaleza y que nos incita a llorar al recordar tiempos y seres amados.

La música académica tuvo su origen en la iglesia,  por lo cual, la música es un regalo de Dios aceptado toda la vida por la humanidad. En la época bíblica ya se tocaban rudimentariamente más de una decena de instrumentos musicales como: la lira, el arpa, la trompeta, la tromba, flauta, tubo, gaita, pandereta, címbalo, tambor, cascabel, triángulo, campana… Y respecto a su interpretación dice él Génesis 4:21 que "existía un hombre llamado Jabul, conocido como el padre musical de todos los que tocan el arpa y la flauta"… También se explica en el libro de Josué capítulo 6 que "sonaron las trompetas en la toma de Jericó" … Y que “David interpretando su arpa, tranquilizaba el ánimo atormentado del rey Saúl” (primera de Samuel 16:14).

Pero en la época actual lo más fascinante de la divinidad de la música lo descubrió la Universidad de Leicester en Inglaterra, cuando demostró que una vaca producía cinco litros más de leche al día si permanecía en el ordeño oyendo música de Mozart.  ¡Que maravilla!

Además es altamente conocida en el mundo de la medicina la musicoterapia para tratar enfermedades como el Párkinson, autismo, demencia, enfermos psiquiátricos y niños con problemas de conducta entre otras dolencias.

De tal forma está demostrado que la música cura el cuerpo y el alma.

Claro está, todo eso se refiere a la buena música (cómo dice en su enunciado la Universidad de Leicester) y no a los estruendos que escuchamos por ahí, cuya tortura encefálica nos lleva a un éxtasis diferente, muy aproximado a la locura.