Hay personas que están signadas por el destino a que inexplicablemente les acompaña la suerte. Son seres afortunados a los cuales de manera hasta ilógica las cosas les salen bien.
No hay una explicación racional a que esto suceda, pero no importando si creemos o no en estas casualidades, la verdad es que el azar a esos predestinados le juega siempre de manera favorable.
Hay gente a la cual la providencia le permite salir bien de problemas intrincados; son personas que tienen una personal Estrella que los guía, que hacen que las cosas por coincidencias de la providencia o de manera casuística sucedan más allá de todo lo razonable, y es que la vida les sonríe a estos predestinados, pese a duras pruebas y difíciles situaciones.
No hay duda alguna que también al doctor Joaquín Balaguer le acompañó de manera generosa la ventura, cuando después de salir expoliado del poder en el año 1962, a escasos meses de la muerte del generalísimo Trujillo, tuvo que irse de manera furtiva al exilio, pero unos pocos años después, por dicha o por esas cartas favorables del azar, fue llevado nueva vez a la presidencia en el año 1966, ¿y, cómo explicamos que cuando fue expulsado del Palacio Nacional en el 1978, volvería después al monte Venus del poder?.
Nuestros vaticinios fueron hechos trizas cuando a la edad de 80 años y con pérdida de la visión, el destino lo hizo regresar en las elecciones de 1986 contra todo pronóstico, para ser el nuevo inquilino de la mansión de Gazcue.
Díganme, mis estimados lectores, si al caudillo de Navarrete no lo acompañó en esa ocasión la buenaventura.
Si queremos convencernos que la dicha, fortuna o carambola del destino se hace presente en humildes ciudadanos, solo tenemos que ver el caso de cómo llegó Leonel Fernández al poder.
Nadie se habría imaginado que el togado del Villa Juana podría convertirse en el primer presidente de la República de los morados.
Cuántas venturas hubo de acontecer para que este hombre de apenas 42 años pudiera tocar el cielo, ganando aplastantemente dentro del PLD a sus competidores internos, quienes gozaban de mayor reconocimiento que este joven intelectual, que con agudeza y mucha fe construía un proyecto presidencial sin saber que la fortuna le sonreiría nueva vez, cuando un doctor Joaquín Balaguer en la plenitud del poder le endosó sus fuerzas para ayudarlo a subir las escalinatas del Palacio Nacional.
Cómo se le puede llamar al cenit de haber logrado unir a los antagónicos líderes Juan Bosch y Joaquín Balaguer para apadrinarle ambos, y así ganarle por la mínima al más grande líder de masas de la historia nacional, mi padre, el Dantòn de Mao, al inmenso José Francisco Peña Gómez.
Cuando después de instalarse en la mansión de Gazcue, visité al presidente Fernández con una encomienda política, me trató con el afecto de siempre, ya que teníamos una amistad de años atrás, y al explicarme cómo él había llegado ahí, me expresò con total sinceridad, José Frank, cito:“nosotros estamos aquí por un golpe de suerte”.
Nada más ilustrativo de la realidad de lo acaecido, por todo lo que hubo de darse para que se le alinearan los caminos de la ventura, porque no era razonable ni lógico el solo pensar que éste lograse dar el sorpasso a nosotros los blancos.
Cómo le podemos llamar a lo que hubo de ocurrir para que en el año 2004 este joven académico se casara nueva vez con la gloria, ganándole con más de un 57% de los votos válidos emitidos en las elecciones a un portentoso PRD, que llevado a las cuerdas por la quiebra bancaria y la subida estrepitosa del dólar que trajo consigo una sorpresiva crisis económica, que hizo retumbar los oídos nacionales al compás de la frase de guerra “E’pa Fuera Que Van”.
Pero su buena Estrella le acompañó nueva vez en el año 2008, ganando la reelección, llevándolo a un sitial que muy pocos habían logrado en los anales históricos, al convertirse en tricampeón, al ganar en tres ocasiones la presidencia de la República.
Sin embargo, el año 2012 llegó y el doctor Fernández cumplió con su partido, el PLD, dejándolos en el poder de manos de Danilo Medina, y fue precisamente con la llegada de sus propios compañeros, que inició el viacrucis del último de los caudillos, porque se orquestó toda una campaña mediática para denostarlo, y esta se montó desde las alturas del poder, con el único objetivo de éstos lograr la reelección del presidente de turno y le tocó entonces a Leonel tener que posponer su vuelta al poder para el año 2020, y la suerte en ese momento, su olvidada amiga volvió a acompañarle, cuando en las primarias de la tolda morada del año 2019, pese al comprobado fraude del oficialismo, el expresidente Fernández se alzó con la mitad de los votos de las primarias abiertas, demostrando con ello que el porvenir le abría nuevas puertas para conducirlo a nuevos estadios, donde su impronta política tenía que comenzar de menos cero para construir un nuevo proyecto político.
Osada y valerosa decisión tomada por este hombre a los 65 años de edad, haciendo que se cumpliera con esa acción la frase en latín del gran poeta romano Virgilio: “Fortes Fortuna Adiuvat”, su significado en español, “La fortuna favorece a los valientes”.
La participación en las elecciones del año 2020 del nuevo proyecto político de la Fuerza del Pueblo, hizo pensar a no pocos que la Estrella de Leonel se había apagado por los disminuidos resultados electorales obtenidos.
Pareciese que la suerte había abandonado a Leonel, y que esta vez, prueba en contrario, sería para siempre.
Pero un gobierno del cambio inoperante, una asfixiante espiral de aumentos de precios, un convencimiento popular de que los altos funcionarios no saben que hacer, más un enrarecido entorno internacional, que acompañado por las excepcionales condiciones del expresidente Fernández, demuestran que cuando se oteaba el horizonte lleno de brumas, no se dejaba ver que la buena Estrella que guía los pasos de Leonel siempre estuvo ahí y que en ningún momento se le fue, solo que muchos no pudieron mirarla por el efecto brumoso que lo impedía.
Ahora todos se preguntan en cualquier y lejano mentidero de la República, que dicha suerte o fortuna acompaña al político dominicano vivo de mayor reconocimiento internacional, y demostrado está sin duda alguna, es el más culto de todos nuestros líderes políticos de hoy.
Es que Leonel va acariciando cada día más el cielo, subido en hombros por un gran aluvión de esperanza de los vientos de apoyo de miles de ciudadanos que tienen como meta cercana los dos millones de afiliados para su pujante Fuerza del Pueblo.
Hoy todos sabemos que Leonel es una realidad, y que será el competidor del candidato oficialista a la presidencia de la República en el torneo electoral del 19 de mayo del 2024.
Este nuevo Lula se ha reconstruido, como el Ave Fénix de las cenizas, venciendo el resentimiento de sus otrora compañeros del viejo partido y de la envidia de los de afuera, que tienen que ver a contrapelo de su voluntad o deseo, cómo este líder caribeño va demostrando que las innegables condiciones de político ducho más su buena suerte, combinadas ambas, construyen un fulgurante triunfo del cual saldrá como beneficiado el pueblo dominicano, porque tendrá un experimentado capitán al frente de la nave del Estado, presto a llevarla a buen puerto, en medio de procelosos desafíos.
Sòlo él, de todos nuestros potenciales candidatos presidenciales, tiene la expertise necesaria para enfrentar lo que como nación nos espera.
El reloj sigue acortando de forma trepidante, los tiempos para la cita electoral de las municipales del próximo 18 de febrero. Ese es el reto mayor de Leonel, al tener que impregnarle a la oposición la credibilidad y seguridad necesaria para articular una variopinta coalición que nos haga salir airoso del reto comicial venidero.
Solo su proyecto presidencial le sumará la mayoría de los partidos participantes en dicha alianza multicolor.
Caminamos junto a Leonel, prevalido de su don de gentes y de su reconocido compromiso a la palabra empeñada, para hacer realidad que podamos ganarle al gobierno del supuesto cambio, las elecciones en todos los niveles de elección, y, sobre todo, en el nivel presidencial, que es con lo que el electorado más se identifica por razones que huelga aquí explicar.
Pero aunque el togado de Villa Juana deja demostrado que tiene una Estrella que bien le acompaña, la suerte lo ha encontrado trabajando, sudando la camisa, en busca del respaldo popular, y el azar hará que las posibilidades vayan hacia quién tiene mayores niveles de apoyo, la fortuna le sonríe al resiliente y la buenaventura abre pasos al destino, para que esta lo convierta por cuarta vez en rector de los destinos nacionales.
Hoy hasta el ciudadano más incrédulo y sus más enconados adversarios resaltan la buena Estrella de Leonel, la misma que escucha los gritos estentóreos de una desesperada población que le clama al Señor en lo alto, el deseo de que quien nos gobierne sea uno que lo haga por el convencimiento de que tiene que servirle nueva vez y mejor a su pueblo, en busca también de que la historia lo absuelva, de las mentiras y difamaciones hechas a rodar con ex profesas intenciones de echarle lodo a su nombre.
Solo falta que hable el soberano en las elecciones del próximo año, el mismo que ratificara el sendero seguro e iluminado que guía sin duda alguna “La buena Estrella de Leonel”.