Erase una vez un país, que en un periodo de gobierno se le llamó a los que eran beneficiados por el gobierno, directa o indirectamente, popis y a los menos favorecidos wawawa, dos palabras extradaídas del léxico popular.

El presidente de ese país en sus discursos de rendición de cuentas daba la noticia de que el país iba por los senderos soñados por el pueblo y que el bienestar era desbordante, pues el turismo había crecido de forma exorbitante dejando pilas de dólares y euros a sus habitantes.

En ese país la economía había crecido milagrosamente por encima de otros países y no obstante que la inflación había crecido al doble en dos años de menos de 5% a casi el 10%, su gobierno había hecho magia para que estos aumentos no afectaran a la población.

Las medidas mágicas fueron el subsidios a los precios de los combustibles, tasa cero a los productos de importación de primera necesidad y miles y miles de millones de pesos en programas de protección social; además implantando récord en lo referente a los servicios de salud  y en la calidad de la educación de los niños y jóvenes de la población.

Pero además en ese gobierno no obstante que los materiales de construcción habían aumentado en solo dos años hasta un 100% en sus precios, como el cemento, los blocks y las varillas, producto de la varita mágica del gobierno las obras públicas resultaban más baratas, que en gobiernos anteriores, en un porcentaje significativo.

Los robos, asaltos, microtráfico, delincuencia y la corrupción administrativa en el Estado iban desapareciendo como por arte de magia.

Los popis dormían ese agradable sueño junto a su presidente, navegando por las nubes como suave espuma de algodón, con los grandes beneficios producto de la bonanza que le reportaba el crecimiento de la economía 9.5%

Pero los wawawa mientras tanto, estaban sumidos en una pesadilla, pues soñando despiertos veían como los precios de los productos de primera necesidad se disparaban y los ingresos que recibían, que se mantenían estancados desde hace mas de dos años, no le estaban alcanzado para cubrir los costos de la canasta básica; pero también la pesadilla continúo cuando otro sueño de sueño lo asaltó:

El aumento de hasta 100% en costo de la tarifa eléctrica, por lo que tendrían que aguantar el calor de verano, pues hasta prender un abanico iba a resultar oneroso, pero también que para pagar esa tarifa tan alta debía dejar hasta de comer.

Para los wawawa el sueño de tener una vivienda propia se alejaba cada vez más, por el aumento exorbitantes en los precios de los materiales de construcción y el aumento de la tasa de interés sobre prestamos para la vivienda en los bancos, pues la Junta Monetaria y el Banco Central por orientación del gobierno de ese país, aumentaron la tasa de política monetaria o en otras palabras la tasa como ese Banco Central le presta a los bancos privados y recibe depósitos de quienes tienen dinero que le sobra,  pasando de 3.5% a 7.75% en cuestión de dos años dicha tasa.

También para los wawawa se extendió la pesadilla pues los servicios de salud en los hospitales resultaron un calvario y la ilusión de que sus hijos aprendieran a leer y escribir correctamente en la educación pública y que se prepararan en educación para la competitividad se diluía aceleradamente.

Los wawawa no entendían la situación de bonanza descrita por el presidente de forma reiterada en cada discurso, pero los popis si la entendían perfectamente, por el disfrute que representaba la bonanza económica para ellos en solo dos años del actual y de los anteriores gobiernos.