Al momento que hilvano algunas ideas para escribir este artículo, desconozco si aún el Ministerio de Cultura mantiene o ha dado marcha atrás al requerimiento que interpela a los invitados al acto inaugural de la XXX Bienal de Artes Visuales a someterse a un código de vestimenta que de manera arbitraria impone el uso de chacabana, en una acción afín a regímenes autoritarios o instituciones disciplinarias que perpetúan el orden y la cohesión yugulando disensos y aniquilando cualquier vestigio de individualidad que ponga en cuestión el canon de homogeneidad, con lo que se busca garantizar niveles eficaces de estandarización observables y cuantificables, funcionales a una sociedad mcdonalizada.
No sé porqué, tal vez por esos dislates de la memoria o los misteriosos recovecos donde hibernan los recuerdos auditivos y visuales, cada vez que escucho o veo la palabra chacabana emerge simultáneamente la palabra chabacana, como si también fuera interpelada. Aunque ambas palabras tienen cierto parecido sonoro que pudiera darle licencia para entrar en el ámbito de las homófonas, lo cierto es que ambos términos tienen una ligera distinción sonora y significados muy distintos. Mientras que chacabana es una prenda de vestir, lo chabacano/a es algo ordinario, de mal gusto, grosero
Vestir una chacabana de manera espontánea, elegida desde el repertorio de gusto de cada quien y en completa libertad, es un asunto que no debe ser ventilado en la esfera de lo público, algo muy privado que solo concierne a las preferencias estéticas de cada sujeto. Aunque no nos guste ese tipo de atuendo o percibamos que a alguien no le queda bien, no le luce, este es un asunto que no le compete a nadie en particular.
Pero la cuestión toma ribetes políticos, rayando en lo absurdo, lo chabacano, cuando alguien con poder de decisión le impone a un grupo de personas, por demás artistas, un código de vestimenta que parece sacado de la galera de un mago, como si se tratara de una escuelita de párvulos o un regimiento militar.
Si los artífices de esta infausta idea gustan de este tipo de indumentaria y quisieran ir a la inauguración de la bienal ataviados con chacabanas, es una elección soberana que solo atañe a ellos, a nadie más. Pero imponerle a un colectivo de artistas que vayan a un evento, donde ellos son los protagonistas, vestidos con chacabanas, no es más que una chabacanería.