El concepto de batalla de las ideas, lo he encontrado en varios textos de política y de cultura. En ocasiones se emplea para definir disputas ideológicas entre filósofos, pensadores e intelectuales. Por lo que mayormente son debates en la arena pública, donde se cruzan argumentos y estos –contrapuestos por lo general- proponen modelos, teorías y puntos de vistas divergentes, pretendiendo ganar soberanía entre las mayorías, y conquistando espacios en los escenarios públicos y de combates, llevarlos a la práctica a partir de su participación en el gobierno o dirigencia de partidos, movimientos, sindicatos, asociaciones y otros.

En la década de 1840, Karl Marx utilizó la expresión “La Batalla de Ideas” en su crítica a la filosofía alemana moderna. Posteriormente se ha utilizada con frecuencia. Antonio Gramsci consideraba que ganar la batalla de las ideas era tan importante como controlar los medios de producción.

En Cuba la campaña por el retorno de Elián González fue encabezada personalmente por el comandante Fidel Castro, lo que marcó el inicio de una ofensiva político ideológica en diversos órdenes que se denominó Batalla de Ideas, encaminada también a revertir la desesperanza y las insuficiencias materiales existentes en la población. Para su implantación, Castro creó una especie de gabinete paralelo. Los principales campos de acción fueron la educación y la cultura, caracterizados por un extraordinario desarrollo en la creación intelectual, poniendo el énfasis en la defensa de la identidad y los valores nacionales frente a los avances del pensamiento único y el neoliberalismo dominante en el panorama mundial.

Como parte de la Batalla de Ideas se promovió una educación y cultura general integral, para toda la población, mediante la utilización agresiva de la televisión, entre otras, con una programación especial.

Y transportando a la nación dominicana este concepto, una quisiera que en momentos importantes, tales como un proceso electoral, sea nacional o institucional como el que celebramos en la universidad, en las asociaciones, o en temas tan trascendentes como la educación y la salud, se desplegaran “batallas de las ideas” en distintos ambientes, siendo protagonistas los políticos, candidatos, docentes, médicos, expertos en diferentes áreas del conocimiento, comunicadores y líderes de diferentes corrientes.

Aquí sobran opiniones y opinadores, pero falta contenido, propuestas serias, concebidas con un mayor nivel de mesura social. Es necesario batallar en nuestra media isla sobre las grandes problemáticas que nos arropan, mostrar capacidad y coherencia, con doctrinas, propuestas, opiniones y planteamientos; los cuales bosquejen modelos, políticas, normas, leyes y pensamientos expuestos de manera clara, para que toda la población lo comprenda y pueda crearse sus propias ideas, siendo a su vez capaz de asumir posiciones y tomar decisiones también sobre los problemas y realidades que les afectan.

El llamado es a la sociedad civil, a las universidades, a los científicos y a los culturólogos,  a los intelectuales,  a los artistas, a los estudiantes, a los historiadores, a los sociólogos, y a las Iglesias, a debatir sin miedo.  En un mundo donde las opiniones divergentes a menudo chocan, debatir es practicar la democracia,  sumar a la comunicación efectiva, la información y a la toma de decisiones ciudadanas.

¡Avancemos sin miedo, rumbo a una nueva forma de hacer política y ciudadanía!

¡Apostemos por el debate de las ideas!