"…usted no conoce el modo de hacer negocios de esa gente”. Y.Ryand
El contrato que, según el presidente Abinader no es un contrato, pero sí es un contrato, de Punta Catalina, es uno de los episodios más vergonzosos en la historia de la infamia respecto al uso, abuso y pillaje de los bienes públicos en la RD por parte de las autoridades gubernativas en connivencia con negociantes.
Hay toda una tradición de los ricos “abusadores” de este país con relación a las empresas y bienes del Estado. Al morir Trujillo el dictador había acaparado parte importante de la riqueza nacional en sus manos. La titularidad jurídica de parte importante de esos bienes era intercambiable. Si una empresa daba pingües beneficios, la propiedad era de Trujillo. Si tenía un ciclo de pérdida o capitalización, se hacía de titularidad estatal.
El dictador, pionero en tantas cosas, aplicaba ya el principio de socializar las pérdidas y privatizar las ganancias. Las pérdidas que las pagara el pueblo dominicano. Los beneficios se los apropiaba él, su familia y su camarilla. Un principio, mutandis mutandis, muy apreciado por todos los empresarios y capitalistas lumpenes, por los gánsteres de cuello blanco y alma podrida.
Ciertos “empresarios” lograron hacerse con parte de esas empresas en manos del Estado y durante los gobiernos de Balaguer y sucesivos se han ido apropiando de empresas o terrenos que quedaban en manos del Estado. Es sabido y está harto denunciado los contratos lesivos hechos por Leonel Fernández con grupos empresariales lesivos al interés público como el de los terrenos de Sans Souci, el puerto de cruceros y aledaños.
Lo último en ésta serie de atracos legales, de terrorismo económico contra el pueblo Dominicano en su conjunto, es lo relativo a Punta Catalina. No voy a exponer datos del costo sobre-evaluado o no, de esa central de carbón súper contaminante. Lo que el Estado ha erogado por ella y lo que aún nos queda por pagar durante largos años para saldar esa costosa empresa. Lo que indigna a todo el mundo, o al menos, al 95% del pueblo, es la “sorpresa” que nos ha dado el Presidente Abinader.
Nadie con ojos para ver podía ignorar que tanto el origen social, los lazos de clase social, su actividad empresarial y las redes de relaciones del Presidente, lo hacía un sujeto político protagónico de los grupos empresariales más poderosos del país, que gastaron cientos de millones en ocho años de campaña para llevarlo a la Presidencia. El Presidente es hombre capaz, formado, de maneras decentes, y tenía ¿o tiene?, un discurso aparentemente modernizador, anti corrupción y con ganas de hacer más eficaz el funcionamiento del Estado.
Empero, hacerse ilusiones de que el Presidente Abinader iba a hacer un Gobierno relativamente progresista era cosa de ilusos. Pero si uno ha estado viviendo en una choza rodeado de chivos con pulgas, con mal olor y hacinado; estar en la misma choza pero sin chivos y pulgas, y además sólo o con una buena compañía, es ya un “progreso”. Todo es relativo. El Presidente nombró a su gobierno y el papel protagónico lo tenían ¡representantes de los grandes grupos empresariales!
No hubo un criterio distributivo de cargos en función de la fuerza electoral de quienes les apoyaron o de las capacidades que podían aportar al Estado. Se ninguneó a los militantes y activistas del PRM con el argumento: “Nosotros hemos dicho que no íbamos a repetir lo que hacía el PLD”. Cierto, el PLD daba un sueldo a los jefecillos de cada comité y nombraba a su gente a “troche y moche” en el Estado, inflando el gasto corriente improductivo. Nadie promueve repetir un tal comportamiento.
Ahora bien, los nombramientos daban una impresión, que por vergüenza ajena me cuesta incluso ponerla en el papel en blanco y negro: se discriminaba a la gente de abajo y más bien no blanca, respecto a los hijitos de papá más o menos blanquitos. Cierto que con mejores Curriculums pero que por su juventud, pueden empezar desempeñando puestos secundarios, aunque importantes técnicamente, en el tren gubernamental, y no cargos de primer o segundo nivel. Y se dejó, con la miel del poder en los labios, pero sin probarlo, a aguerridos militantes que durante las dos décadas de gobiernos del PLD sostuvieron al PRM. Eso era una señal clasista y anti política. Que se explica por los hechos que ahora estamos viviendo. La prioridad es satisfacer la avaricia de los grupos empresariales.
He denominado a estos grupos la “aristocracia” del pillaje, porque eso es lo que hacen utilizando a la maquinaria estatal como un medio para su acumulación de bienes y riquezas. Obtener ganancias sin arriesgar capital, ni esfuerzo, sin competir, ni arriesgarse. Eso es propio de mentalidades no empresariales, sino de rentistas. En definitiva, lo que son gran parte de ellos: herederos, no creadores, de riqueza.
Sin embargo, hay otro tipo de empresarios y emprendedores que son los que respeto, son los agentes sociales típicos de una economía capitalista, y que forman parte necesaria de la vida social, hasta que llegue un momento a escala mundial, o en los países más desarrollados, dónde su presencia económica sea subsidiaria. Aún no estamos en ese escenario, ni se prevé que desaparezca a medio plazo, pero hacia allí iremos.
Esos empresarios, capitalistas, emprendedores, son los que tienen un proyecto, invierten capital, tratan de ponerlo en pie y mediante la competencia en el mercado, obtienen una determinada tasa de beneficio neto, después de pagar sus impuestos de sociedades, de la renta, de sus ingresos y fortuna. Ese tipo de empresarios son los que se necesitan en cualquier país, desde USA a China, desde Corea a Vietnam, desde Noruega a España. Desde Chile a Venezuela y Cuba
Si las cosas que he venido escribiendo son ciertas, como cualquiera puede comprobar, la pregunta es: ¿quién es el hombre más culpable de lo que se quiere hacer con Punta Catalina?
No voy a citar a Marx, sino a una pensadora super liberal, que le dará la clave al Presidente Abinader del papel que está jugando y dónde y por qué se está cavando su tumba política e incluso su añorada reelección. Veamos:
“Ellos no están dispuestos a aguantar nada. Usted está dispuesto a aguantarlo todo. Ellos siguen evadiendo la responsabilidad. Usted sigue asumiéndola. Pero ¿se da cuenta de que el error esencial es el mismo? El negarse a reconocer la realidad…tiene consecuencias desastrosas…hay un límite sobre cuánto usted debería tener que aguantar”. (Ayn Rand)
El Presidente debe razonar y tomar una decisión. Debe romper simbólicamente el nudo que lo puede llevar a auto ahorcarse políticamente para satisfacer la avaricia y el afán desmedido de lucro de sus patrocinadores económicos y perversos aliados políticos, y escoger servir al pueblo dominicano, a las esperanzas puestas en usted y a su futuro político como dirigente democrático y modernizador.
Darle a la “aristocracia” del pillaje los bienes del pueblo es un crimen de Estado. El Estado tiene un papel económico que desempeñar y ese papel lo ha desempeñado con eficacia en muchos países que han pasado a ocupar un lugar importante en el concierto económico (Corea del Sur, por ejemplo). Desconocerlo o dejarse llevar por el ultra liberalismo anti estatista de los ansiosos de apropiarse indebidamente de los bienes del Estado, sólo lo llevará a que figure entre los presidente repudiados y anti populares.
Para ayudarlo en su reflexión y que tome la decisión más acertada que es: retirar ese odioso y nefasto contrato que, según usted, no es un contrato, hago un llamado a que todo aquél que tenga una pizca de conciencia ciudadana se manifieste en las calles, en los centros de trabajo, en los medios de comunicación, en las redes sociales y eviten que un grupito de insaciables de poder y dinero se apropien de unos de los bienes más costosos del Estado y que es, además, proveedor de un servicio esencial para el Pueblo Dominicano.