La apuesta [fallida] del presidente Biden de generar un debate anticipado con Donald Trump y el atentado [fallido] contra este generan contrastes interesantes. El presidente Joe Biden apostó un debate anticipado como forma de desmontar los argumentos que cuestionaban su aptitud (mental, y quizá física) para postularse como candidato presidencial del partido demócrata. Los nefastos resultados de la participación de Biden en el debate tuvieron el efecto contrario. Desde entonces, altas autoridades demócratas (a las cuales parece sumarse el presidente Obama), medios de comunicación, patrocinadores, empresarios, entre otros, han reclamado al presidente Biden desistir de sus aspiraciones presidenciales.

Personalmente, me parece que el presidente Biden es el candidato que aglutina, mal que bien, al liderazgo del partido, a la red de patrocinadores y donantes y financistas asociados al Partido Demócrata y matiza el riesgo de competencias internas a cuatro meses de una elección presidencial. Joe Biden tiene 50 años gravitando en la vida política de Estados Unidos. Fue vicepresidente y senador. El pueblo norteamericano lo conoce como a ningún potencial candidato del Partido Demócrata. En mi caso, desde hace un par de años entendía a Michelle Obama como la candidata más potable para 2024. De hecho, en las últimas semanas Michelle ha sonado como eventual sustituta de Biden en la candidatura presidencial y, de entre todos los mencionados, es la que mejor posicionada sale frente a Donald Trump.

La discusión se ha centrado en la sustitución del candidato presidencial demócrata. Ahora bien, pensando fuera del cajón (como mi amigo José María), ¿qué tal pensar en la candidatura vicepresidencial? El hecho de que Kamala Harris, actual vicepresidenta y candidata vicepresidencial de Biden, es mujer y es negra, dificultado la decisión de jugar con la candidatura vicepresidencial como comodín para atravesar el mal momento que vive el candidato Biden. No obstante, a mi modo de ver, la fórmula ideal para el Partido Demócrata sería mantener a Biden encabezando la boleta y sustituir a Harris por Michelle Obama, una mujer negra con gran poder de aglutinación y generadora de confianza en la población en general, en el liderazgo del partido y en su red de financistas.

Del otro lado tenemos un Donald Trump alrededor del cual parecen alinearse los planetas. Los últimos eventos han sido relevantes. Por una parte, la selección de su candidato vicepresidencial, JD Vance, un joven abogado y político que a sus 39 años dota de contenido ideológico al movimiento ‘Make America Great Again’ y brinda perspectivas de futuro no sólo al Partido Republicano, sino el trumpismo, el cual ya parece -efectivamente- convertirse en una corriente política. Por otra parte, un atentado que provocó un rasguño y que permitió a Trump levantarse, cual león rugiendo, y erigirse -casi en medio de una balacera- como un héroe predestinado a sobrevivir, puño alzado, por encima de la seguridad del Servicio Secreto y sólo con el cielo y la bandera norteamericana sobre él, dando oportunidad al lente del fotógrafo Evan Vucci de producir la que seguro será una fotografía premiada. Son cosas de humano, pero la imagen del presidente Biden cayéndose de una bicicleta o tropezando con una escalera contrasta mucho con la de Trump poniéndose de pie segundos después de haber sido víctima no letal de un atentado contra su vida. Preparémonos para una renuncia del candidato Biden en cualquier momento, sobre todo a partir del miércoles.