En 1962 se declaró el 13 de enero como Día Nacional de la Alfabetización en la República Dominicana, en honor al natalicio de José Gabriel García, autor del primer libro para enseñar a leer y escribir “El Lector Dominicano” producido en el año 1894.
El Día Nacional de la Alfabetización en RD es una oportunidad propicia para reflexionar sobre la pertinencia de los programas dirigidos a la educación de jóvenes y adultos, en particular a la alfabetización. En la región de América Latina y el Caribe, la UNESCO y otros organismos han elaborado informes con miras a reformular el aprendizaje de la alfabetización de jóvenes y adultos en el transcurso de la COVID-19.
Es preciso destacar que en diferentes momentos el país ha hecho importantes esfuerzos para superar el nivel de analfabetismo existente, trascendiendo incluso las fronteras y los obstáculos que tantas dificultades generan en contra del bien común. Hay consenso a nivel de discursos en cuanto a que el analfabetismo es una expresión y un factor clave en la producción y reproducción de la pobreza. Es un muro, una barrera contra la inclusión y el desarrollo de capacidades y oportunidades para elevar la calidad de vida de la población más excluida.
La alfabetización es un derecho ciudadano. El primer eslabón en el proceso de aprendizaje y en la adquisición de niveles educativos establecidos en la Constitución, como la educación Básica (Primaria para niños y niñas) y la Secundaria.
Sin lugar a duda, el esfuerzo más destacado durante los últimos cincuenta (50) años, el de mayores aciertos e impacto en la población a diferentes niveles, con perspectiva de derecho, emancipadora, educativa y social, ha sido el Plan Nacional de Alfabetización Quisqueya Aprende Contigo (2012-2020). Están documentados miles de testimonios de todos los rincones del país que evidencian los logros obtenidos.
El principal reto en la actualidad es que la alfabetización debe seguir siendo prioridad para el Estado, para los diferentes sectores, todas las instituciones públicas, las fuerzas armadas; empresarios, gobiernos locales – municipales de todos los partidos, universidades públicas y privadas, organizaciones sociales, que se comprometieron a contribuir con la superación del analfabetismo en el país
Aunando voluntades de manera amplia, se lograron importantes resultados cuantitativos y cualitativos. Esto se logró entre la Dirección General de Programas Especiales de la Presidencia, DIGEPEP, y el Ministerio de Educación, el acompañamiento del Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología, con el apoyo de organizaciones diversas, gubernamentales y no gubernamentales y de la dirección de estadística, esta última para los fines de seguimiento y rendición de cuentas, sobre resultados cuantitativos al 2020.
Aliados y colaboradores nacionales e internacionales tuvieron la oportunidad de mirar, desde sus inicios, hacia adentro del Plan Nacional de Alfabetización Quisqueya Aprende Contigo, para verificar aciertos y desaciertos en el desarrollo del mismo. Por algo se reconoce, en diferentes informes, que en la región de América Latina y el Caribe, se destacan dos países: Bolivia y la República Dominicana, en la realización de esfuerzos significativos por la superación del analfabetismo en personas jóvenes y adultas de 14 años y más.
En ese proceso se alcanzó un alto nivel de movilización nacional y los resultados cuantitativos y cualitativos no tienen precedentes en el país. De un índice de 14 % de analfabetismo 2012 se logró una reducción al 5.5 % a diciembre de 2019. Una reducción aproximada de 8.5 %.
Fue una acción interministerial que contó con la participación de personas de diferentes ministerios: de la Presidencia, MINERD, MECyT; de diferentes funciones y especialidades; personal directivo y técnico de regionales y distritos educativos; coordinadores provinciales y municipales. Se conformó y capacitó un equipo de formadores de capacitadores en cada provincia, alrededor de 3, 587 en condición de colaboradores y estos a su vez capacitaron más de 167, 684 mil alfabetizadores y alfabetizadoras en el transcurso de siete años, con una participación como voluntarios; capacitados con enfoque de derecho, centrado en el aprendizaje y en quien aprende, partiendo de estrategias de aprendizaje basadas en el diálogo y recuperación de saberes, experiencias previas y de su contexto.
Fue muy importante la integración como alfabetizadores de los estudiantes de término de las facultades de educación y acreditar el trabajo de alfabetización como práctica docente, a través de la Resolución no. 19, 2017, del Consejo Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología.
La evaluación, investigación y sistematización fue incluida en diferentes momentos del proceso, con la finalidad de introducir mejoras, en diferentes dimensiones y componentes. Para esto se contó con el acompañamiento técnico y financiero de la OEI y de la UNESCO, a través de diferentes instancias. Así como con la colaboración de personas amigas y colaboradoras, especialistas en alfabetización y educación de personas jóvenes y adultas, las cuales forman parte de un gran acumulado de aprendizajes en la región de América Latina y el Caribe, con las cuales hemos compartido durante décadas y de las cuales se ha nutrido la experiencia nacional de “Quisqueya Aprende Contigo”.
La posibilidad de que trascienda como una política de Estado está siendo desperdiciada. Más allá de quién inició el Plan, lo que al país le interesa es que termine de dar los frutos esperados. No existen razones para descontinuar el esfuerzo o restarle prioridad. Mantener el ojo en el tema no solo haría de este un compromiso del país, sino, que permitiría aprovechar los recursos y las voluntades puestas en él, alrededor de una década.
No se ha terminado la tarea. Esta debe continuar. No se escucha nada sobre el compromiso país y faltan muchos por alfabetizar, por avanzar en la continuidad educativa en Básica flexible, Secundaria, PREPARA y Educación Laboral. Se tienen las ofertas, los enfoques, la experiencia acumulada, las capacidades instaladas y los instrumentos técnicos y pedagógicos requeridos.
Como se ha visto en distintos países y momentos, el éxito de los procesos de alfabetización depende de la capacidad de ofrecer continuidad y uso de lo aprendido. Por lo tanto, la responsabilidad pasa a ser de quienes hoy tienen a su cargo la toma de decisiones. Disminuir el esfuerzo hará, no solo que el nivel de analfabetismo se estanque, hará que vuelva a subir a través del tiempo, como efecto lógico de una estructura social que produce fugas y exclusión en el sistema escolar que más tarde se convierten en un acumulado de personas que no aprendieron a leer y escribir o que lo han olvidado por desuso. Hay compromiso político, ético y moral con los más pobres y excluidos del país.
El Instituto de la UNESCO para el aprendizaje a lo largo de toda la vida indica que menos del 5% de la población adulta, en un sinnúmero de países, se benefician de la formación continua.
Todo lo realizado en el marco del Plan fue con recursos humanos y financieros de los dominicanos y dominicanas, con el aporte del talento técnico nacional, el compromiso y la pasión por un mejor país. Se contó con una significativa inversión del 4% de la educación canalizado a la DIGEPEP y una gran voluntad política a diferentes niveles; además de la continuidad de Estado desde las instancias responsables.
Hoy es fecha propicia para asumir la recomendación de la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, a los gobiernos de la Región, que expresa lo siguiente: “Pedimos a los gobiernos y a la comunidad internacional que se unan a nuestros esfuerzos y que tomen medidas para velar por que ninguna persona, sea cual sea su identidad, su lugar de residencia o su situación personal, no quede privada del derecho universal a la educación”.