La muerte, escondida bajo su misterioso manto sepulcral, salió a cazar, el día 31 de agosto de 1864, a un valiente enemigo de la injusticia y se encontró con Ferdinand Lassalle.

De él dijo Bertrand Russell: "Nadie ha entendido el poder de la agitación y la organización mejor que Lassalle […] El secreto de su influencia radica en su voluntad abrumadora e imperiosa, en su impaciencia por la resistencia pasiva del mal y en su absoluta confianza en su propio poder. Todo su carácter es el de un dios epicúreo, sin darse cuenta convertido en hombre, despertando repentinamente a la existencia del mal y descubriendo con asombro que su voluntad no es omnipotente para corregirlo".

A partir de entonces, han quedado muchas preguntas sin respuestas, tales como: ¿Qué tanto se perdió con la muerte de Lasalle? ¿Qué hubiera pasado con su Ley de bronce del salario, que luego se convirtió en uno de los fundamentos de las doctrinas socialistas? ¿Marx habría logrado internacionalizar el socialismo marxista como lo hizo, si Lasalle no hubiera muerto a los 39 años? ¿Qué tan influyente hubiera llegado a ser la socialdemocracia?

 

La fascinante historia de Lasalle empezó el mismo día de su nacimiento, el 11 de abril de 1825. Hijo de un banquero israelita de Breslau (actual Polonia), desde niño fue un rebelde, a tal extremo que fue expulsado, muy temprano, de la Escuela de Comercio en que estudiaba.

 

Su extraordinario talento filosófico quedó reflejado en su trabajo sobre la filosofía de Heráclito, quien vivió hacia fines del siglo VI y principios del V antes de Cristo. De sus obras solo quedan algunos fragmentos, los cuales son notables por su oscuridad, tanto que los mismos antiguos le llamaron Heráclito el oscuro. Producto de esta obra, Lasalle se hizo famoso en la clase intelectual alemana, la cual pudo apreciar su profunda erudición filológica y filosófica.

 

 

Ferdinand Lassalle defendió el régimen parlamentario contra Bismarck, que propugnaba por el puro régimen constitucional, así como el sufragio universal. Del mismo modo, sostenía que las constituciones no debían interpretarse a la letra, sino según su espíritu, porque detrás de cada órgano político existe una fuerza política que lo sostiene.

 

En una carta remitidas por Carlos Marx a Friedrich Engels, contenida en Escrito en la Historia, Simon Sebag Montefiore sostiene que estos sentían unos celos feroces por Lassalle, lo cual se debía a que Ferdinand Lassalle era lo que ellos habrían deseado ser: una estrella política, genio del espectáculo y amante descarado.

 

La muerte trágica del polémico fundador del Partido Obrero Socialista de Alemania (luego llamado Partido Socialdemócrata de Alemania), se produjo en Carouge, Suiza, en un duelo por el amor de una joven que estaba comprometida con un príncipe velaco.

 

El brillante político, filósofo y jurista, como lo narra Mosca, “se enamoró locamente de Elena Dönniges, hija de un diplomático bávaro, la cual correspondió al principio a su amor, pero más tarde quiso romper toda relación con él y se prometió a un noble rumano llamado Yanco Racovitz, al ver que sus padres eran contrarios a su matrimonio con un israelita revolucionario. Lasalle escribió entonces una carta violenta e injuriosa al padre de Elena, el cual la pasó al prometido de esta, quien desafió a Lasalle; este moría dos días después del duelo celebrado, en el que había recibido un balazo mortal”.

 

Sobre el trágico acontecimiento, en la referida carta a Engels, Carlos Marx reacciona impactado y exclama: “Pero ¡qué forma más extraña de perder la vida! Enamorarse de verdad de la hija de un enviado diplomático bávaro -el que iba para donjuán-, querer casarse con ella, chocar con un rival retirado -que además es un fullero velaco- y que este te mate a tiros. Es algo que solo podía pasarle a Lassalle, dada su extraña mezcla de frivolidad y sentimentalidad, judaísmo y presunción caballeresca, que lo hacía un ser único”.