La sostenibilidad de toda sociedad está indisolublemente relacionada con el futuro de sus juventudes. Si estas tienen problemas irresueltos de realización, su correspondiente comunidad tiene pocas perspectivas de construir un proyecto social democrático exitoso.

La semana pasada, el sociólogo e investigador Juan Leoner Brito impartió una ponencia titulada “Repensando las juventudes”, organizada por el Programa Nacional para la Promoción de la Ética (PROÉTICA), en la que reflexionó sobre  las formas de pensar los problemas de las juventudes en la sociedad dominicana y sus retos.

Brito señaló que los discursos sobre los jóvenes usualmente los muestra como víctimas (ONG); personas reclutables (partidos políticos); objetos de marketing (medios y empresas) u ovejas perdidas (religiones). En todos estos casos, hay una mirada reduccionista y homogénea que pierde de vista el hecho de que existen diferentes tipos de jóvenes, con necesidades, propósitos, idiosincrasias y valores cambiantes.

De ahí, la necesidad de repensar las juventudes en toda su diversidad, así como los procesos de socialización cambiantes que resignifican su agencia social. Ese supuesto implica romper con el paradigma que los ve como integrantes de un grupo social estático que debe ajustarse a un conjunto de expectativas y prejuicios sobre su naturaleza y accionar.

En este sentido, al igual que ocurre con el problema de la identidad dominicana, los discursos sobre las juventudes deben abandonar el paradigma metafísico que los ve como entidades inmutables y desligadas de los procesos sociales e históricos que las conforman.

La desconexión entre las prácticas identitarias de las juventudes y los discursos oficiales sobre las mismas estimula a su apatía y autoexclusión, con el consiguiente agravio que esta situación genera para la participación democrática de la sociedad.