Todo ser viviente está en proceso de envejecimiento, aunque se trate de un niño. Constantemente nuestras células están muriendo y son sustituidas por nuevas, pero se mantiene nuestra forma gracias al patrón del código genético, obviamente esas reproducciones celulares no son ilimitadas. Los cromosomas, que son corpúsculos intracelulares que contienen la información genética, tienen en sus extremos a los telómeros y a medida que la célula se divide se van acortando, coincidiendo con el envejecimiento. Si se elevan los niveles de la enzima telomerasa, se pueden alargar los telómeros y retrasar el envejecimiento. Estilos de vida más saludables pueden lograrlo.

Los jóvenes sienten tener ante sí una página para escribirla como decidan, un cheque en blanco. Se encuentran llenos de energía, con pocos compromisos, optimistas, mucha capacidad de asombro y usualmente buena salud.

La juventud es considerada una etapa feliz, llegando a denominarse como “color de rosa”. Sin embargo, no siempre es la realidad, los jóvenes están mostrando tendencias a vacíos existenciales y a niveles excesivos de estrés.

Es preciso analizar la perspectiva de los jóvenes y entender cómo el medio los podría estar perjudicando. Actualmente reciben más informaciones que nunca, pero la formación humana podría ser deficiente, no permitiéndoles un marco referencial adecuado para procesar el cúmulo de informaciones que reciben.

Actualmente los más jóvenes podrían dominar informaciones que sus mayores desconozcan y considerar que no necesitan sus orientaciones, pero como decía Santayana: “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, de ahí la importancia de conocer la experiencia de los mayores. Si te diriges al lugar adonde he estado, escuchar mi experiencia es siempre una sabia decisión.

Los patrones de vida que la sociedad incentiva, no siempre se corresponden con una existencia feliz, sin embargo, la madurez te permite un análisis crítico, selectivo y conveniente de ellos.

El ser humano tiene el derecho y el deber de desarrollarse, lo que conocemos como alcanzar la madurez, que puede ser física, mental, emocional y social. Todos envejecemos, pero no todos maduramos. La madurez no siempre llega de forma pasiva y un científico puede ser inmaduro pese a su formación académica.

Algunas personas no logran evitar el tropezar reiteradamente con la misma piedra hasta su muerte, a otras les basta con una simple advertencia.

La tabla de multiplicar fue un duro reto en nuestra niñez, pero ya no es un problema, es una prueba superada y ahora es otra de nuestras fortalezas que utilizamos diariamente. Si algunos problemas de la niñez todavía nos afectaran, deberíamos revisarnos.

Si al igual que en la adolescencia sigues necesitando que te cuiden, mantengan y dirijan, no has alcanzado la madurez sin importar qué edad tengas.

Si puedes adaptarte a la vida social, integrándote de forma adecuada, definitivamente has madurado.

No estamos señalando ninguna edad para la madurez, hay sexagenarios con actitudes infantiles y adolescentes con niveles impresionantes de madurez. De igual forma, encontramos personas que a los 70 irradian juventud y otros de 20 que ya no son jóvenes.

Es muy difícil la comunicación entre dos personas inmaduras, siendo peor mientras más condiciones de adultos tengan (responsabilidades, cónyuges, hijos, propiedades). Si aprendes a relacionarte con los demás de forma realmente adulta, con una comunicación asertiva, el mundo será mejor.

Nuestra madurez se mide frente a las experiencias negativas de la vida. Para reír ante un buen chiste, disfrutar de una buena comida, divertirse, disponer de comodidades, recibir un reconocimiento, etc., no se necesita mucha madurez.

Respetar las reglas (aunque no nos convengan), ser responsables, coherentes, recuperarse de situaciones traumáticas, ser uno mismo, tolerar a los diferentes a ti, que tus emociones sean controladas por la inteligencia, etc., todo eso es propio de la persona madura sin importar edad, sexo, nacionalidad, estatus social, religión o nivel académico. Si notas carecer de algo de lo mencionado, simplemente has descubierto una oportunidad para superarte.

Cuando dices que ya has luchado demasiado y ahora sólo descansarás, le estás enviando un mensaje a tu cuerpo para que inicie el período de involución que termina con la muerte. La madurez debe impulsarte a otras opciones más adecuadas, pero no a simplemente “dejarlo todo”. Cuando no quieres hacer nada, tu cerebro se modifica para que pierdas capacidades de forma acelerada, nunca lo olvides. Tus actitudes te avejentan más que tus años, piénsalo.

Tu fecha de nacimiento no dice tu grado de juventud. La juventud es despertarse con entusiasmo, tener planes, soñar despierto, impresionarse, jugar, ganar amigos, disfrutar del sexo, nuevos caminos, no tomarse tan en serio, reírse de tonterías, vivir sin miedo, crear, preguntar, amar y ser feliz. No necesitas que los demás te crean joven, pero mientras tú te creas joven, tu organismo dará lo mejor de sí.

La meta es ser jóvenes maduros, pudiendo escuchar como jóvenes y hablar como personas maduras.