La novel participación electoral. La renuncia repentina, golpe de efecto propinado al tronco morado. El espectacular reconocimiento legal y la histriónica negociación con el oficialismo. Qué minucia pone en riesgo el rosario de éxitos. El afán de nombramientos.

Proponerse una alianza con un partido mayoritario requiere un cuidado especial, más aún si el pacto es con la agrupación política gobernante. En primer lugar, debería delimitarse con precisión el tipo de alianza al que se aspira y cuáles beneficios aportaría una u otra.

Se desprende de lo anterior que, hay dos tipos de acuerdos: el coyuntural y el estratégico. El primero es pasajero, pero el segundo es a largo plazo.

Alianza coyuntural

Un acuerdo oportuno: coyuntural obedece a circunstancias específicas. Es decir, es un arreglo para aprovechar un momento particular dentro de un contexto determinado. Una vez resuelta la situación que originó el contrato, este se disuelve automáticamente.

O sea, si el acuerdo es electoral indica que, luego de las elecciones toda junta queda desactivada. Terminó la alianza.

Alianza estratégica

Lo estratégico, por el contrario, alude a acuerdos más amplios, más comprometedores.  Con características que trascienden lo meramente particular. Es probable que la unión estratégica se proponga compartir activos específicos de las agrupaciones aliadas.

Las alianzas estratégicas se conciben para que duren en el tiempo, son a largo plazo.

Presuntamente, lo anterior explica el carácter nebuloso de las alianzas entre los partidos políticos dominicanos. El anuncio las define como coyunturales. Pero si se alzan con el triunfo electoral la verdad sale: la alianza siempre fue estratégica. Son híbridas.

El citado dilema parece tener al partido Justicia Social en un vaivén. Su líder fue nombrado en un cargo importante del gobierno central. Los lideres de las direcciones intermedias —desde entonces— se desvelan pensando en cuándo llegará su nombramiento. Por derivación, ocupan más tiempo en cabildear que en la construcción de la estructura del partido.

Para colmo, Julio César Valentín Jiminián, presidente de JS, aunque quisiera dedicarse 24/7 al partido le es imposible. El cargo de superintendente de seguros exige consagración a tiempo completo. Requiere, además, de capacidad de gestión, de transparencia, de honestidad y de eficiencia.

Anyolino Germosén, por otro lado, es el alcalde de Tamboril y a la vez, el secretario general del partido. O sea, está en las mismas condiciones del presidente: tiene que emplearse en presentar una imagen de éxito desde el ayuntamiento tamborileño.

La situación anterior se agrava todavía más. Considerando que, tanto el presidente como el secretario general son los únicos activos en materia organizativa con que cuenta Justicia Social.

Descuidar la labor organizativa, en consecuencia, multiplica los riesgos. Por ejemplo, a cuatro meses de haber pasado las elecciones generales. Y a siete de las municipales, son pocos los que divisan la estructura organizativa de Justicia Social. Es imposible decantar la dirección política de la burocrática, si es que existe una burocracia estructural.

No faltará quien se pregunte, ¿para qué una burocracia, para complicar las cosas? Y créanme, no les faltan razones.

Pero hay que recordar que la burocracia tiene una importancia vital como garante del éxito del liderazgo en una organización política. Esto así porque es precisamente al personal burocrático que le corresponde trabajar sin descanso por el crecimiento sostenido del partido.

A la burocracia partidaria le toca, además, garantizar el funcionamiento fluido de la agrupación. Tiene la tarea sublime de administrar con transparencia los bienes de la organización.

Aclaro, parafraseando a Abraham Lincoln que, todo político tiene —cuando menos— dos caras, el dilema está en salvarla las dos a la vez.  Este también es un reto de la burocracia, facilitar a los políticos salvar sus dos caras.

En tal sentido, articular la dinámica del trabajo en equipo es difícil. Pero se hace cada vez más importante conseguir sinergia entre los actores del partido. Sobre todo, porque el gran logro se consigue con la suma del esfuerzo de todos los líderes, sin importar su estatura.

En suma, todo lo anterior es —más que una advertencia— un llamado a vigilar la calidad del tiempo dedicado a la organización. Que no les pase igual que al expresidente Leonel Fernández Reyna. Él se pasó 4 años presente en las redes sociales, nada de estructura. Al final tuvo que conformarse con un 27% de los votos.

El brío de hace unos meses atrás luce apagado. La tarea de Justicia Social consiste en retomar el arrojo porque el PLD estará pronto en plan de reconquista.