La trata negrera, en la expansión del proceso colonizador español, hizo posible la presencia de esclavizados africanos en el contexto de la isla de Santo Domingo y en América. En el saqueo indiscriminado de las costas africanas, resultado de un comercio infame, llegaron a esta isla, seres humanos, con una diversidad de procedencias locales, etnias particulares y una pluralidad de culturas de este continente, las cuales fueron responsables del enriquecimiento hoy en día de la identidad dominicana y haitiana, como resultado de un proceso sincrético creador.

En el proceso de la formación social de Dominicana y de Haití, se ha mantenido el esquema inicial de la dependencia y de la neo colonización en la estructuración del Poder, por la existencia de una minoría, en la cúspide de una división de clases sociales y una mayoría explotada, espoliada y empobrecida, donde predomina el mulataje como expresión étnica-social.

En este proceso, en la élite dominante, ha prevalecido una visión discriminadora, racista, con una ideología hispanista, donde se ha tergiversado e invisibilizado el aporte artístico-cultural-social afro, desnaturalizando la imagen y el contenido de la identidad dominicana, en base a una absurda y pretendida herencia hegemónica europea, desfasada, responsabilidad de la minoría alienada y neocolonizada, aferrada al Poder.

Tal es el caso particular del Gagá, herencia africana, recreada  y redefinida con identidad particular en Haití, en Dominicana, en Brasil y en Cuba.  A pesar de la llegada de la primavera, cuando el final de la Semana Santa se llena de música, cantos, invocaciones y alegría en las zonas rurales nuestras, por  la impactante presencia y la participación de cientos de trabajadores de los ingenios azucareros y de campesinos de diversas comunidades adyacentes, Aun así, se ha invisibilizado y discriminado esta manifestación social-cultural, por su contenido afro y por el origen étnico-social de sus participantes, proclamando que esa expresión cultural “es extraña, no es dominicana, porque es haitiana”.  ¡Esto es una visión discriminadora, excluyente y prejuiciada!

A pesar de su importancia y trascendencia, todavía el Gagá es poco conocido en dominicana, en Haití, en Brasil y en Cuba.  En nuestro país,  al iniciarse la década del 70, comenzaron a aflorar expresiones sobre la existencia del Gagá a nivel de la opinión pública, a pesar de su presencia muchos años antes.  En 1974, el grupo de investigación musical de la nueva canción “Convite”, introdujo en su repertorio recreaciones del Gagá. Ese mismo año, en su libro sobre “Música y Danza en Santo Domingo”, el maestro Fradique Lizardo proclamó: “Nosotros creemos que existen versiones dominicanas del baile Gagá”.  Dos años después, lo comprobó.

En el año de 1978, con la aprobación del historiador Bernardo Vega, entonces Director del Museo del Hombre Dominicano, esta institución publicó el “Almanaque

Folklórico Dominicano”, autoría de Dagoberto Tejeda Ortiz, Iván Domínguez y José Castillo Méndez, con la foto de un Gagá en la portada.

El Gagá.

Ese mismo año, la antropóloga norteamericana-haitiana-dominicana June Rosenberg escribió un impactante artículo sobre el Gagá en la Revista Renovación y el Ballet Folklórico de la UASD, dirigido por el profesor José Castillo Méndez, incorporó a su repertorio una recreación del baile del Gagá.

La Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en 1979, publicó el libro “El Gagá y Sociedad de un Culto Dominicano.  Estudio Comparativo”, autoría de la profesora June Rosenberg, produciendo un impacto total entre los investigadores e intelectuales tradicionales del país. Este novedoso y atrevido libro profanaba toda la ideología hispanista, sagrada, sobre la invisibilidad de la presencia afro en la cultura dominicana y sobre todo, porque para algunos se quería pasar como “dominicano”, un baile, un culto y una religión haitiana, original de África. ¡Este atrevimiento no podía permitirse!

Este libro pionero, valiente, se agotó rápidamente y ha estado en el olvido adrede, por 41 años, a pesar de convertirse en una referencia obligatoria de consulta. Por eso, la Comisión Nacional Dominicana para la UNESCO, la Comisión Dominicana para la Ruta del Esclavo y la Fundación June Rosenberg, con el apoyo de la UASD, han unido esfuerzos para reeditarlo y hacer posible una segunda edición, como un aporte al mundo científico y a todas las personas interesadas en la cultura popular y la identidad dominicana para su información y discusión.

El lector tiene en sus manos una obra pionera, única, controversial, provocadora, referencia de todas las investigaciones posteriores sobre el Gagá, tanto en Dominicana como en Cuba. Después de este libro, se han producido aportes muy importantes sobre el Gagá en Cuba y en Dominicana, realizados, entre otros, por José Francisco Alegría, Soraya Aracena, Carlos Andújar Persinal, Geo Ripley, Roldán Mármol, José Duluc, Mayra Montero, Jorge Berenguer Cala y Dagoberto Tejeda Ortiz, pero este libro sigue siendo referencia obligatoria de consulta, convertido en un clásico del género.

Aunque el Gagá adquirió una dimensión carnavalesca en su expresión original teatralizada, con actores y personajes, en el Batey juega un papel trascendente de catarsis y equilibrio social, además de interacción social de identidad que redefine una expresión de pertenencia entre sus miembros.

Por estas razones, a pesar de la intolerancia oficial, de las discriminaciones y abusos, la redefinición de la identidad del folklore y de la cultura popular dominicana, obligan a un mayor conocimiento de nuestra formación cultural, de una mejor definición de nuestra idiosincrasia, considerando entonces como necesaria y oportuna esta nueva edición, adquiriendo plena vigencia este libro de la antropóloga June Rosenberg.