Trazos del pensar

Julio Cuevas: Las identidades en Juan Criollo de Víctor Villegas (1)

El análisis asumido para la elaboración de este libro supone un conocimiento dimensional y un reconocimiento poético-indicial, donde se acentúa la materia-objeto del arte poético junto al “arte de trovar” del poeta Villegas.

Por Odalís G. Pérez

El escritor, profesor y estudioso Julio Cuevas publicó su tesis doctoral titulada Las identidades en Juan Criollo y otras antielegías de Víctor Villegas sobre el poeta, abogado, crítico e intelectual Víctor Villegas. La obra publicada resulta ser una monografía escrita con fines literarios, culturales y académicos.  El objeto de investigación de Julio Cuevas se evidencia en la portada misma del libro. Se trata de una tesis armada en ocho capítulos desarrollados bajo referencias textuales, bibliográficas, un glosario y cinco anexos (1, 2, 3, 4, 5). La tesis convertida en libro está publicada en Tiempo de Nosotros Editores; Imp. Soto, 2022. Con dicha tesis obtuvo su Doctorado en Filosofía para un Mundo Global.

El escritor Julio Cuevas ha llevado a cabo una lectura procesualista, sincrónica y diacrónica de Juan Criollo y otras antielegías, apegada a los intersticios (nexos, conjunciones) legibles en la obra poética de Víctor Villegas. Anteriormente Julio Cuevas publicó un texto titulado Visión crítica en torno a la poesía de Victor Villegas (1985):

El análisis asumido para la elaboración de este libro supone un conocimiento dimensional y un reconocimiento poético-indicial, donde se acentúa la materia-objeto del arte poético junto al “arte de trovar” del poeta Villegas. Lo que supone un recorrido a partir del texto delimitado por el autor de esta obra y donde el autor motiva la relación entre “filosofía y literatura” “ironía e identidad en Juan Criollo y otras antielegías”, “identidades, a partir de la evocación de los mitos poetizados”; “Lo dialógico en el discurso identitario y poético en Juan Criollo…”, “Ritmo y polifonía del texto”; “La búsqueda de las identidades en Juan Criollo…”, “Narrativa  y cotidianidad en Juan  Criollo…”, “Memoria y universalidad en una poética de las trans-identidades”, “De lo insular a lo universal”.

Cada capítulo evoca una particularidad coherente en el discurso poético del autor, de tal manera que sus cardinales materializan, construyen el sentido de la obra como suma de materia y forma en el libro Juan Criollo y otras antielegías (1982). Poeticidad, temporalidad y espacialidad etnopoética conforman una visión de testimonio, territorio, significante, sentido, huella, proporción de mundo, poesía y verdad.

En efecto, Julio Cuevas, partió de una lectura aspectual, recesiva, identitaria y rítmica. El trayecto de esta lectura remite necesariamente a un posicionamiento poético integrador que se hace legible en su propio andamiaje poético-dialógico de una alteridad identitaria; pues leer al poeta Víctor Villegas implica una operación no solo estilística o posicional, sino más bien de pulso, necesidad y voz desde las raíces propias de la diferencia. Y cuando hablamos de diferencia entendemos a un poeta que asumió el mundo insular del caribeñismo y la caribeñidad. Sobresale en el espesor de su poética un mundo que se gestó desde la cultura popular, insular y a la vez el imaginario de una identidad que busca y refiere sus signos de alteridad; la “antielegía” se expresa en aquellos signos –cuerpos que pelean en la obra del poeta Víctor Villegas y que se pronuncian en acciones de explotación social, en una pobreza que grita sus formas y contenidos mediante la presión y la vida misma del sujeto cotidiano.

En efecto, Julio Cuevas destaca esos íconos, símbolos y fuerzas del contexto donde  podemos advertir la poética de nuestro poeta, tal y como lo explica  Cuevas a propósito de la “Antielegía del empleado público” y de la “Antielegía vital”. (Op. cit. pp. 80-81). El vocabulario de ambas piezas poéticas así lo expresa, tanto en la forma discursiva de superficie, como en la estructura semántica de  profundidad. (Véase las expresiones “Cuando recibes el cheque miserable y deseas estrujarle la cara al prestamista” / “recuerdas al pulpero”/ “el alquiler que pagas con retraso”/ “la deuda a la farmacia”/ “y hasta la bruja que te vende la  esperanza”. (Antielegía del empleado público”); “Ay, mochilero/ te engañaron” / “Hay sífilis en la puerta”/ “el tísico se evacua en las esquinas”/ “el sastre mata las cucarachas” / “el zapatero empuja el perro”/ “acosa a los mosquitos”/ “las sanguijuelas del Palacio”/ “las exoneraciones”/ “al gobierno-promesa”/ “al diputado promesa” / “al ministro-promesa” / “luego agarra al perro y se lo come…” (ver, “Antielegía vital” (op. cit.)

En síntesis, el poeta habla su verdad: “Es que no hay tregua”

Tal como lo sugiere Cuevas, el vocabulario poético de Villegas refiere a un mundo social explotado por el sujeto de dominación y el sujeto de contexto económico. De ahí la importancia del concepto relacional de la indigencia y que muestra además el texto identitario del personaje acentuado de manera puntual en su decisión discursiva. Tal y como lo muestra Cuevas, el poeta habla de su experiencia existencial y desde su concepción crítica de lo que se ha hablado muchas veces: “lo social” como espacio vinculante y crítico de “lo real”.

El seguimiento que da Julio Cuevas al texto-obra de Villegas, no se aparta de la mirada a lo diverso de su mundo. Tal y como se puede observar en el análisis de “La babel del hierro”. (Ibídem.). El trazo verbal del poeta Villegas aparece en los registros internos de otras antielegías:

“En su calidad de creador, el poeta inventa, recrea contextos y se sumerge entre los linderos de lo onírico y la utopía. Es lo que sucede en su “Antielegía de la igualdad”, donde el mito queda representado en Eladio, sujeto del poema convertido en raíz y en memoria histórica… (Vid. pp. 81-82).

Según sugiere Cuevas, a propósito de “Antielegìas de la desigualdad”:

“Eladio-mito, Eladio-Cosmos, es el signo, identificable en el texto, en procura de una mismidad universal que se puede percibir como utópica, poética e idílica…” (p. 82). A seguidas, el autor de esta obra atilda en su tratamiento de lo cotidiano como materia-forma del cuerpo identitario, de la “determinación mágica del calendario y lo que registra la cultura de los signos en la ocurrencia de la “Antielegía cotidiana” y donde, según el autor de esta obra… “el martes deja de ser un día, para erigirse en un mito, en una determinación mágica del calendario…” (Ibídem. Loc. cit.)

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