Por qué pensar y escribir de Judas Iscariote, un nefasto personaje de la historia de la humanidad, y, porqué sus hechos de simulación, engaños, traición de su Maestro, Jesucristo, y su malograda última etapa. Pues, la memoria de este sujeto, surge de vez en cuando, debido a ocurrencias de protagonistas hoy, comparables a los hechos de este infausto actor.

Día tras día, tenemos conocimientos o nos llegan informaciones de personas con ideas, aptitudes, planes y ansias, de llevar a cabo pasos maléficos, que son semejantes o de iguales consecuencias, comparables con la notable trascendencia de la secuela en el devenir de la historia, que causó Judas Iscariote.

Judas fue uno de los doce prominentes discípulos del Profeta Jesús el Nazareno; era el tesorero de la comunidad; “tenía a su cargo la bolsa del dinero, robaba de lo que echaban en ella”. (Juan 12:6). Vemos que él era persona de confianza; pero, resultó ser un ladrón, y traidor de su líder, al venderlo y entregarlo a los conspiradores dirigentes judíos, por treinta monedas de plata. (Mateo 26: 14-15).

En verdad, se puede decir, que Judas  el insidioso, tiene iguales contemporáneos que se podrá decir que su inmoralidad se debe a designios culturales del pensamiento por ser planes de acciones de parte de algunos ciudadanos, y entre estos hay políticos, sacerdotes, pastores, servidores públicos, banquero, camaradas, infidelidad conyugar, fraudes familiares, accionistas empresariales, socios comerciales, en fin,  hombres y mujeres de la actualidad de toda clase, que son de la misma calaña de esa maléfica figura.

Judas Iscariote era del grupo de sicarios que componían un movimiento de rebeldes que buscaban la liberación del pueblo judío del poder imperial de Roma.  Este se unió a los discípulos de Jesús; pero, cuando se sintió desilusionado por el plan de redención del esperado Mesías, ya que Jesús no haría como se esperaba; vendió y traicionó al profeta por treinta monedas de plata. (Mateo 26: 14-15). En consecuencia, fue enjuiciado, condenado y crucificado en la colina del Monte Calvario. Por su parte, “Judas, el que había traicionado a Jesús, al ver que lo habían condenado, tuvo remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a lo jefes de los sacerdotes y a los ancianos: diciendo: – He pecado entregando a la muerte a un hombre inocente. Pero ellos le contestaron: – ¿Y eso qué nos importa a nosotros? ¡Eso es cosa tuya! Entonces Judas arrojo las monedas en el templo, y fue y se ahorcó”. (Mateo 27: 3-5)

El mal entendimiento y pifias de Judas y su malogrado fin se han plasmados en la historia como uno de los hechos más desgraciados en la leyenda de la Santas Escrituras y el recuerdo de una malévola actividad de un ser humano; sin embargo, todo sigue igual en la sociedad de los seres mortales en el planeta Tierra. Hoy, como en el caso de la traición de Judas a Jesucristo, que pensaba en un plan de liberación, hay hombres y mujeres que continúan teniendo malos pensamientos, más bien, muchos seres humanos, continúan haciendo similares perjuicios contra sus lideres, iglesias, partidos políticos, comunidades fraternales y compatriotas. Judas era movido por sentimientos patrióticos de liberación; Jesús era el enviado para responder al profético plan de Dios, según Jeremías 29: 11; el Señor puso en su boca: “… yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza”; la esperanza de salvación y vida eterna.