Tomás Díaz

El general Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza, sin dudas fueron los héroes coordinadores del grupo tiranicida que ajustició a Rafael Leonidas Trujillo Molina.  Juan Tomás, experimentado militar que poco a poco se fue saturando de indignación ante el reino de los desmanes sociales y políticos de su compueblano Trujillo, a quien conocía desde joven, pero no estaba obligado a aceptar su traumático estilo de mando. Contrario a lo que se pregona que el refugio de dos familiares en la embajada del Brasil lo hizo cambiar de actitud ante el régimen, si revisamos su historia personal varios años previos al tiranicidio se había convencido que era imprescindible extirpar el muladar de la “Era de Trujillo”.

Eduardo García Vásquez, pariente del héroe, apuntó que éste mantenía contacto con Pupito Ellis, de la familia Ellis Cambiaso enemigos del régimen desde antes de 1930, Pupito intentó ajusticiar al tirano y en varias ocasiones fue preso político. García Vásquez refiere el general en diversas oportunidades se vio involucrado en actividades donde se hacían criticas al régimen y no atropelló a nadie, pese a su condición de alto oficial. Cita el caso de Antonio Rojas Badía, quien en el Club Recreativo de Moca emitió conceptos peligrosos en su presencia. García Vásquez refirió que Juan Tomás tras retirarse del lugar, dijo: “Me puede costar la vida, pero no puedo arrostrar complicidad con el monstruo ése” en referencia a Trujillo”. (Eduardo Antonio García Vásquez. Notas sobre el 30 de mayo de 1961.  Ecos.  Santo Domingo, 1999. Año 6, Núm. 7. pp. 58, 65).

Juan Tomas residía en la calle César Nicolás Penson, en una residencia confiscada por Trujillo a su propietario el exiliado Luis Aquiles Mejía, la que fue subastada. Existe el testimonio que el héroe había enviado un mensaje a su propietario original residente en Caracas, manifestándole que su casa estaba bien guardada. (Eduardo García Michel. 30 de mayo Trujillo ajusticiado.  Susaeta, Ediciones Dominicanas, C. por A. Segunda edición. Santo Domingo, 2001. p. 55). Fallecidos Juan Tomás y Luis A. Mejía, la casa que tenía un alto valor histórico, misteriosamente fue demolida y solo se conserva allí el solar de la amplia edificación. Esto nos dice que fue claramente destruida para evitar se conservara este santuario de la lucha contra la tiranía.

Al momento de la llegada de los héroes de la raza inmortal el domingo 14 de junio de 1959, Juan Tomás era el comandante militar de La Vega.  Eduardo Antonio García Vásquez estableció que días después éste lo envió a buscar:

“Saludé con un “¿Qué sucede?” Y me respondió: “Me han echado la vaina más grande. “Se levantó. Tomó un vaso. Me sirvió un  whisky y rellenó el que tenía por delante. Y continuó: “El general Bonetti fracasó y me entregan el mando… Tú sabes hasta donde llega este hombre -Trujillo- y yo no puedo rebelarme, y ya, esta tarde, debo partir para Constanza a recibir el mando… Antes, los generales fijaban su posición por proclamas o por arengas… pero ahora, ¿cómo?”. (Eduardo Antonio García Vásquez. Obra citada. p. 59).

Podría pensarse que esta explicación fue maquillada, pero procede de una persona que por sus íntimos vínculos con los tiranicidas fue apresada y torturada en La 40, tenía  intimidad política con Juan Tomás. Corroboraron este proceder precisamente sobrevivientes del ejército patriótico. Mayobanex Vargas, héroe de Constanza, en sus memorias sobre este tema nos dice que tras su apresamiento, el general Díaz se detuvo a interrogarlo personalmente, pensaba lo fusilaría de inmediato en presencia de su padre que estaba en el lugar, se sentaron a conversar debajo de un árbol y Juan  Tomás ordenó que se retirara la tropa que estaba próxima a ellos. Mayobanex manifestó le informó sus compañeros que llegaron por Puerto Plata estaban liquidados y que los de Constanza quedaban pocos, añadiendo: “Yo observaba al general Díaz y me parecía que se iba poniendo triste cuando me hablaba sobre la suerte corrida por mis compañeros de expedición”.  Agregó:

“Cuando el general Juan Tomás terminó de hablar conmigo llamó a un oficial y le dijo: –“Teniente, mándeme un guardia de los mejores para que acompañe a Mayobanex a Bonao que el general Petán lo mando a buscar. “El entonces sargento Pérez Bello, uno de los limpiasaco de Petán se acercó y se ofreció para llevarme. El general Díaz lo miró con indignación al tiempo que decía: — “Pero mira este pendejo: ¡Tú no te estaba muriendo del miedo? Eres un cobarde y ahora quieres darte el lujo de llevarle a él que se está entregando y desarmado”. Señalando para las montañas continuó diciendo: “Si te quiere dar el lujo de llevar a uno, ve a buscarlo, que todavía quedan algunos”.  Terminó la cadena de insultos del general. En aquel momento sentí una gran satisfacción puesto que cuando yo apenas tenía 16 años ese sargento me había mandado a trancar sin razón justificada”. (Mayobanex Vargas. Testimonio histórico. Junio 1959.   Fundación Manolo Tavárez. Tercera edición. Santo Domingo, 1999. pp. 64-65).

Mayobanex fue de los últimos apresados, cuando todo el movimiento insurgente estaba desarticulado, sin espacios para continuar la resistencia armada. Oriundo de Bonao, por medio de campesinos amigos su padre se enteró e hizo diligencias con Petán para que no fuera fusilado al momento de la entrega, lo que garantizó el jefe de operaciones militares.

El comandante Delio Gómez Ochoa, también de los sobrevivientes de la «Raza inmortal», ha testificado ante la historia la digna actitud de Juan Tomás en aquellos momentos, en que eran apresados:

“Caminando llegamos hasta el lugar en que esperaba el general Juan Tomás Díaz que fue el primer alto oficial con quien nos entrevistamos. En mi memoria no hay registrado ningún diálogo con el general Mélido Marte, de quien se dice que era Jefe de Operaciones por aquella zona. Bajo la sombra de un árbol hablamos con Juan Tomás. Muy cerca estaba estacionado un jeep, […]. (Delio Gómez Ochoa y col.  Constanza, Maimón y Estero Hondo. La victoria de los caídos.   Editora Alfa & Omega. Segunda edición. Santo Domingo, 1998. pp. 176-177)

Juan Tomás le manifestó a Gómez Ochoa que era más ligero que una guinea, que habían dado muchas carreras por esas montañas y nunca lo ubicaron, al continuar su relato Gómez Ochoa, revela que el general:  “Agregó que nos tenía que mandar a la capital. Me preguntó si conocíamos del desembarco de Maimón y Estero Hondo […]. Gómez Ochoa al describir su actitud, observó:

“Lo recuerdo como un hombre mayor, ya de cincuenta y tantos años, quizás algo más. Sobre nuestro destino me dijo que tenía mala impresión, pues conocía que estaban torturando primero y luego fusilando a todos los que él había capturado buenos y sanos”

“El general expresó su criterio de que no compartía aquellos métodos, porque a un enemigo vencido no había que someterlo a ese tipo de trato inhumano. Esperaba sin embargo, que en el caso nuestro se cumpliera la orientación precisa del Alto Mando de que no se nos tocara ni un pelo había que mantenernos vivos”. (Delio Gómez Ochoa y col.  Obra citada. pp. 177-178)

Delio Gómez Ochoa al reflexionar en torno a su apresamiento junto a varios compañeros, ha dejado de manifiesto:

“Dentro de los pensamientos trágicos que cruzaron por mi mente, guardo un recuerdo grato de los oficiales que me capturaron y en particular de la figura del general Juan Tomás Días. Pienso que esto enaltece su memoria”. (Delio Gómez Ochoa. Obra citada. p. 179).

¿Cuántos expedicionarios pudieron testimoniar el trato humano recibido por Juan Tomás Díaz, sino hubiesen sido fusilados por órdenes de Ramfis Trujillo en la Base Aérea de San Isidro y el Centro de Enseñanza?

Eduardo Antonio García Vásquez comentó que enterado de las torturas y asesinatos que se cometían contra los héroes apresados en la expedición patriótica, cuestionó a Juan Tomás diciéndole que había ganado con apresar los prisioneros y salvarles las vidas para que en la Capital lo torturaran y asesinaran, añadiendo: “Me contestó, “Ya lo sé. Es verdad. No ya el viejo, sino que también el hijo, Ramfis, que parece será peor que el padre, los está masacrando”. (Eduardo Antonio García Vásquez. Obra citada. p. 60).  Juan Tomás le dijo que era el comandante de operaciones en Constanza, pero que Trujillo tenía un jefe ejecutivo de la fortaleza de La Vega:

“El coronel Simó. De ahí yo no puedo sacar nada, ni un fusil. Trujillo es peor que Satanás. Yo no puedo hacer nada y dicen que la oportunidad es calva; pero espero le nacerá un pelo y creo que no moriré sin ver la libertad, sin vivir, en libertad” (Eduardo Antonio García Vásquez. Obra citada. pp. 60-61).

García Vásquez indicaba que momentos antes había pasado por el cuartel el tenebroso Alicinio Peña Rivera, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) en el Cibao a supervisarlo. Varios días después fue reemplazado como jefe de operaciones en Constanza por el general Mélido Marte.

En enero de 1960 cuando se descubre el movimiento clandestino 14 de Junio, organizado a nivel nacional por los esposos Minerva Mirabal y Manolo Tavárez, se desató una represión a nivel nacional, que conllevó a la iglesia católica a lanzar una Carta Pastoral condenando la represión política. De inmediato Trujillo ordenó arreciar los ultrajes contra los obispos de La Vega y San Juan, que siempre enfrentaron los desafueros de la tiranía. El 3 de febrero fue celebrado un provocador mitin trujillista frente a la Catedral de La Vega en repudio a monseñor Panal, donde se lanzaron múltiples amenazas contra el obispo, acto transmitido por la emisora «La Voz del Camú». Panal se quejó  con una misiva ante Virgilio Alvarez Pina, secretario de Culto, denunció el atropello de la turbamulta que agresivamente vociferaba dicterios contra su persona y los demás sacerdotes, entre sus comentarios se establecía en la carta de Panal:

“El desorden provocado por estos buenos señores con su mitin -dizque político social-, no llegó a mayores excesos, hasta sangrientos, porque la orden de prisión dada contra los sacerdotes -al decir de las personas honorables-, por el fiscal Cordero, hijo de uno de los más atrevidos oradores del mitin de aquella noche, no le pareció bien o prudente al Gral. Brigadier D. Juan Tomás Díaz, llevarla a la ejecución, gracias a Dios”. José Luis Sáez, S. J. La sumisión bien pagada. La iglesia dominicana bajo la Era de Trujillo (1930-1961).  Archivo General de la Nación. Santo Domingo, 2008. T. II p. 83-84).

De nuevo el general se veía involucrado en una actividad donde atenuaba la fiereza de los acólitos del régimen. En esta oportunidad, ese caso sin dudas llegó a oídos de Trujillo porque la comunicación era dirigida a uno de sus funcionarios más cercanos.

En aquellos momentos de aguda represión a nivel nacional contra los jóvenes del movimiento clandestino 14 de Junio, el país estaba en tensión y las cosas se complicarían para Juan Tomás y su hermano Modesto que había sido importante funcionario del Gobierno. Su sobrino Nabú Henríquez Díaz estaba integrado a una de la células clandestinas del 14 de Junio, que todavía no había sido ubicada por el SIM. El grupo decidió buscar asilo en la embajada de Brasil, solo tenían un revolver que Modesto Díaz había suministrado a su sobrino para su protección personal. Se trataba de un grupo amplio, el operativo de asilo tenía que ser armado porque la embajada era bloqueada por agentes del SIM para evitar se asilaran los opositores.

La acción militar la dirigió el futuro comandante de las guerrillas de 1963 y Abril-1965 Juan Miguel Román, se escogió el 24 de febrero, fecha de la llegada al Brasil del presidente de Estados Unidos Dwight D. Eisenhower, para que logrará un buen impacto a nivel internacional. La madre de Nabú, doña Gracita, hermana de Juan Tomás y Modesto, decidió que ella también entraría a la embajada con el grupo de potenciales perseguidos, fue la única mujer en el amplio grupo. El operativo fue exitoso, el local de la embajada por suerte no ha sido destruido, en la avenida Máximo Gómez esquina Correa y Cidrón, frente al Ministerio de Educación.  Trujillo ordenó a Juan Tomás y Modesto Díaz que sacaran de la embajada a sus familiares, ellos se presentaron al lugar con este propósito. Mario Read Vittini, coordinador del operativo de asilamiento, describió la escena de la llegada a la embajada de los hermanos Diaz:

“Una tarde el señor Dos Santos le dijo a Doña Gracita: “La quieren ver allá abajo”.

“Ella pensó, según me dijo, que se trataba del Embajador y descendió por la escalera, pero cuando le faltaban unos pocos peldaños para llegar a la sala, sintió la tos característica de Juan Tomás, se devolvió lo más deprisa que pudo y se tiró en la cama llorando. Modesto y Juan Tomás tuvieron que marcharse sin verla”. (Mario Read Vittini. Trujillo de cerca.  Editora San Rafael, C. por A. Santo Domino, 2007. p.  286).

Se especula que Trujillo, le criticó acremente porque no pudo sacar a sus familiares de la embajada de Brasil.  Joaquín Balaguer principal vasallo de Trujillo, que conoció todos los antecedentes de críticas que hizo Juan Tomas al régimen, en su libro La palabra encadenada  le imputa “resentimientos” a la actitud tiranicida de Juan Tomás. Advirtió  que su puesta en retiro se vincula principalmente a la posición asumida de no reprimir a los sacerdotes de La Vega como explicaba de modo inocente monseñor Panal en su comunicación a Virgilio Alvarez Pina, Balaguer acotó que Juan Tomás:

“Antes de ser relevado del cargo de comandante militar del departamento de La Vega, asistió en el comedor de Palacio a uno de los almuerzos con que Trujillo solía agasajar  los domingos a altos oficiales de las Fuerzas Armadas. En esa ocasión, Trujillo lo increpó violentamente por no haber sabido cumplir, según dijo, las órdenes que fueron dadas en relación con Monseñor Luis F. Henríquez, párroco de la Catedral de La Vega. con voz estentórea, caldeada por la ira, Trujillo afeó al general Díaz su conducta en presencia de sus compañeros de armas. El agraviado recibió aquella explosión de cólera con visible disgusto. Hubo un momento en que a todos los que presenciábamos la escena nos pareció que iba a levantarse de su silla y a abandonar el comedor como un gesto de desesperación que probablemente le habría costado allí mismo la vida. En las llamas que en esa oportunidad salieron de sus ojos, todos pudimos leer la trágica determinación que poco después lo llevó a figurar entre los actores principales del drama del 30 de mayo”. (Joaquín Balaguer. La palabra encadenada.  Fuentes Impresores, S. A, México, 1975. pp. 303-304).

La escena descrita por Balaguer no puede ser refutada porque fue testigo real de ella, y seguro Trujillo le comentó el asunto y está relacionada con la carta de Panal a Virgilio Alvarez Pina, que para Trujillo fue una especie de infidelidad.  La actitud de Juan Tomás frente a los sacerdote era parte de su hartazgo de la tiranía, de ahí esas complicaciones, a la que se añadieron el affaire con su hermana y el sobrino. Debo anotar que para la misma época fue puesto en retiro el entonces coronel Juan Esteban Pérez Guillén, porque en una recepción saludó con un abrazo a monseñor Panal.

Tras el incidente Juan Tomás fue separado del Ejército. Entonces en unión de Antonio de la Maza empiezan el plan conspirativo para exterminar la tiranía. La embajada norteamericana le daba seguimiento al caso, el agregado naval informaba que el general fue trasladado en abril de La Vega a Ciudad Trujillo. Explicaba: “También se sabe que el general Díaz no es una persona particularmente dura y cruel”. (Bernardo Vega. Los Estados Unidos y Trujillo. Los días finales 1960-1961. Colección de documentos del Departamento de Estado, La CIA y los archivos del Palacio Nacional dominicano.    Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1999. p. 220).

Existen diversos testimonios de su actitud abiertamente antitrujillista. Veamos algunas, el ingeniero Alfredo Manzano (fue excelente profesor en la UASD), amigo del general informó que este le dijo «Hay que matar a ese monstruo», asqueado por los asesinatos a los héroes del 14 de junio. (Ramón Alberto Ferreras. Preso (1960: La cárcel bajo Trujillo).   Editorial del Nordeste. Santo Domingo, 1980. p. 275).

Hans Paul Wiese Delgado encargado de las empresas azucareras de Trujillo, narró que en esas actividades viajaría por varios meses a Europa. Se encontró en noviembre de 1960  con Juan Tomás y le comunicó su viaje, recibiendo como respuesta:

“Qué dichoso eres tú que te vas para Europa y dejas esta vaina…”. Por sus palabras, comprendí que estaba muy disgustado con la situación reinante en el país, y sobre todo, con quien era el “máximo conductor de los destinos nacionales”. (Hans Paul Wiese Delgado.  Trujillo. Amado por muchos, odiado por otros, temidos por todos.  Editorial Letra Gráfica. Tercera edición. Santo Domingo, 2001. p. 496).

El mayor Generoso Gómez, asistente de Héctor Trujillo, en su libro sobre la “Era de Trujillo”, anotó que apenas siete días antes del 30 de mayo, visitó a Juan Tomás en su casa junto al entonces coronel Neit Nivar Seijas quien se reunió a solas con el general en retiro, al salir Nivar Seijas les dijo a sus acompañantes: “Dios quiera que Juan Tomás no se joda, pues ahora se ha metido a político”. (Generoso Gómez. Trujillo. la noche trágica 30 de mayo 1961.  El Nuevo Diario. Santo Domingo, 1996. p. 15). Eduardo Antonio García Vásquez, afirmó que Juan Tomás indicó que Nivar Seijas se pondría a su lado.

La conspiración patriótica marchaba adelante, con el domicilio de Juan Tomás como comando central, donde se hacían los preparativos y reuniones para el movimiento reivindicador.  Virgilio Alvarez  Pina en sus Memorias,  relata que en abril de 1961 viajó a la zona fronteriza en el Sur acompañando al “Jefe”, que este se reunió a solas con el general García Urbáez (Billia) y que en el camino, Trujillo informó a Alvarez Pina y Paíno Pichardo:

-Saben ustedes lo que me dijo Billía?

-No Jefe, no oímos nada, contestamos al mismo tiempo.

-pues me sale con el cuento de que Modesto y Juan Tomás están metidos en un complot en contra mía.

-¿Y usted qué le contestó?, Preguntó Paíno.

-¡Que le iba a contestar¡ que un hijo del viejo Lucas Diaz no me traiciona nunca. (Virgilio Alvarez Pina. La Era de Trujillo. Narraciones de don Cucho.  Editora Corripio. Santo Domingo, 2008. p. 146).

Siempre se ha comentado que fueron varias las informaciones que recibió Trujillo sobre la conspiración en ciernes. Llega el 30 de mayo y se ejecuta el operativo tiranicida con éxito, pero de modo imprevisto porque se hizo un martes, en vez del miércoles como estaba programado. El cadáver del “Jefe” fue trasladado a la casa de Juan Tomás en el baúl de un carro propiedad de Antonio de la Maza. Entraba la fase político-militar de contactar al secretario de las Fuerzas Armadas, aspecto fallido.

También se debía socorrer a varios heridos del grupo de acción, con esos propósitos fue enviado a buscar al querido maestro de la medicina Marcelino Vélez Santana, quien determinó que Pedro Livio Cedeño con heridas de balas en el abdomen debía ser conducido a una clínica porque era inminente una cirugía o laparotomía exploratoria.

Bernard Diederich en su libro sobre la muerte de Trujillo, expone que Antonio de la Maza condujo a Vélez Santana al carro que contenía los restos de Trujillo: “Abriendo el baúl, De la Maza dijo: “Quiero que tú certifique que él está muerto”. (Bernard Diederich. Trujillo la muerte del dictador.  Editora Cultural Dominicana, S. A. Segunda edición. Santo Domingo, 1978. p. 125). El doctor José Díaz y quien esto escribe entrevistamos al maestro de la medicina Vélez Santana y nos informó que fue Juan Tomás Díaz quien le invitó a ver el cadáver, diciéndoles tú lo quieres ver, el accedió y cuando llegaron al baúl, le dijo examínalo a ver si esta muerto. Vélez Santana le expresó que no era necesario porque de modo evidente estaba muerto. Le pregunté que sintió en aquel momento, me dijo que fue muy impresionante la ocasión.

Finalmente ante el fracaso de la segunda fase del operativo de ajusticiamiento, todos debieron buscar refugio en otros lugares. Me manifestó un ciudadano ya fallecido residente en la zona, que antes los movimientos de vehículos militares en la casa de Juan Tomás varios vecinos se colocaron al frente al lugar para observar lo que acontecía, y un miembro del SIM vociferó “esto lo van a pagar caro”. La residencia fue registrada en varias ocasiones buscando el cadáver del “Jefe” que no aparecía por ningún lado.  Teodoro Tejeda, fiscal adscrito al SIM, escribió un libro que narra la participación de los esbirros trujillistas en esa histórica noche, señalando que en la búsqueda del cadáver el jefe del SIM:

[…] coronel Carrión a quien se le ocurrió efectuar un registro en un garaje aledaño a la casa de Juan Tomás Diaz. Hubo que violentar la puerta de entrada. En el interior del garaje había un automóvil negro, marca «Oldsmobile», modelo 1960, en cuyos costados se veían algunos agujeros de balas. En el interior del vehículo encontramos muchas cápsulas de revolver y ametralladora. Tuvimos también que forzar la cerradura del baúl. Una vez abierto, apareció ante nuestro ojos el cadáver del dictador. Estaba en posición lateral y tenía la cara bastante desfigurada, sin duda a consecuencia de golpes ocasionados por objetos duros; seguramente con la culata de las ametralladoras que debieron de utilizarse en la refriega. Vestía un traje verde oliva, de corte militar, agujereado en diversos sitios”. (Teodoro Tejeda Díaz.  Yo investigue la muerte de Trujillo.  Plaza & Janes, S. A. Editores. Barcelona, 1963. p. 66).

Este registro se produjo en horas de la madrugada, el cadáver de Trujillo fue trasladado al Palacio Nacional. Los implicados en el ajusticiamientos buscaron improvisados resguardos. Antonio de la Maza, Juan Tomás Diaz, Marcelino Vélez Santana y Salvador Estrella Sadhalá se refugiaron en la zona de Gascue en el domicilio del médico Robert Reid Cabral.  Albergue que abandonaron varios días después, en medio de una agresiva persecución. De la Maza y Juan Tomás fueron ubicados en la avenida Bolívar a esquina Julio Verne, cayeron en combate tras un tiroteo con agentes del SIM.

Fue inmenso el aporte de estos héroes a la democracia dominicana. Sin embargo, sectores poderosos han logrado minimizar en todo lo posible esta heroica hazaña y de manera absurda influyen para rescatar desde diversos aspectos la apología al régimen, hasta el extremo que de momento se solicitará se reconozca el título de “Benefactor y Padre de la Patria Nueva” a Trujillo. No es fortuito que un solo cuartel del Ejército no lleve el nombre de «General Juan Tomás Díaz», mientras tenemos edificaciones militares con el nombre del traidor Pedro Santana, otra con la denominación de un oficial que murió en combate contra los héroes de la Raza Inmortal en 1959, y hasta un destacamento de la Policía Nacional con el nombre de un asesino especializado en matar estudiantes como fue  un antiguo jefe de la policía. En la actualidad se inaugura una importante línea de transporte colectivo con el epígrafe de Corredor Winston Churchill para no designarla «Corredor Comandante Enrique Jimenes Moya». Mientras se mantiene abandonado el histórico lugar donde fue ajusticiado el tirano. ¡Algún día estos héroes por la vigencia de la democracia serán honrados como se merecen!