Con el 209 aniversario del natalicio del fundador y apóstol de nuestra nacionalidad, el patricio Juan Pablo Duarte Diez, se inicia la celebración del “Mes de la Patria”, ocasión propicia para reflexionar y preguntarnos si el esfuerzo y el sacrificio asumido por el patricio han valido la pena; si estamos cumpliendo con su ideario y legado histórico; si hemos avanzado en materia institucional, municipal y medioambiental; en transparencia y rendición de cuentas; en seguridad social y ciudadana, en la defensa de nuestra frontera y soberanía; del patrimonio público y si se está aplicando una verdadera justicia.
Duarte no debe ser recordado solamente cada 26 de enero con ofrendas florales, eucaristías, desfiles estudiantiles y con discursos de doble moral (alabando su figura y actuando contrario a su pensamiento).
El mayor homenaje, reconocimiento o monumento que le podemos hacer en honor al fundador de nuestra nacionalidad, es que cada dominicano, cada funcionario público, legislador, ministro, juez, alcalde, director y todo el que maneje recursos públicos, imite su ejemplo, presentando una rendición de cuentas de los recursos que se les son confiados.
Que actuemos siempre con la debida transparencia, honestidad, prudencia y vocación de servicio, aplicando siempre los valores éticos, morales y patrióticos en cada uno de nuestros actos públicos y privados, tal como él los enarboló, nos los inculcó y aplicó.
Que en todas las escuelas públicas y colegios se cante su himno y se le rindan los honores correspondientes; que se retome la “Moral y Cívica”, que hace muchos años fue eliminada del currículo escolar, lo que sin duda alguna ha servido de caldo de cultivo a la gran inversión de valores que hoy padecemos; que nuestros profesores se preocupen por difundir los valores y símbolos patrios, para que en las presentes y futuras generaciones, se despierte el fervor patriótico.
Al carecer de una cultura de rendición de cuentas en todo el país, ante tantas denuncias de actos de corrupción pública y privada, considero como el momento oportuno para emular el legado del Padre de la Patria, de ser el único dominicano que presentó una rendición de cuentas al país, sin que existiera en ese momento una ley ni alguien que se lo exigiera.
En estos momentos, en que se pretende destruir y enlodar a uno de los pocos referentes y paradigmas de honestidad y patriotismo que nos quedan, estamos obligados a promover y a difundir la vida y obra de quien fuera capaz de sacrificar todos sus bienes materiales, los de toda su familia y de ofrendar hasta su vida, con tal de dejarnos una patria libre y soberana de toda potencia extranjera; libre de la ignorancia, de la insalubridad, inseguridad, de las injusticias, del enriquecimiento ilícito y de la falta de fe.
Si así lo hacemos el sacrificio y el martirio sufrido por el Padre de la Patria, no habrá sido en vano.
Concluyo con una de sus frases lapidarias: “Nunca me fue tan necesario como hoy el tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la Patria”.