«Su pensamiento filosófico representa la conveniencia de compartir, de modo que los bienes puedan ser adquiridos de manera colectiva, en el marco de una filosofía de respeto por las diferencias». -Elsa Saint-Amand Vallejo.

El proceso de conformación de las boletas municipales y congresuales del Partido Revolucionario Moderno en 2020 constituyó una tarea difícil para el liderazgo de un partido en ciernes que apostaba, como lo hizo, a convertirse en la principal fuerza, sino política, al menos electoral de República Dominicana. Obligado a realizar concertaciones y acuerdos que ponían en dificultad el desarrollo de figuras internas, con un liderazgo en ascenso en muchos territorios, y ofertar como mecanismo de atracción, candidaturas en provincias y municipios que sirvieran de brújula al proceso de elección presidencial.

La lista, es tan larga como la necesidad que imponía el momentum. Sin embargo, el foco de atención en esta ocasión se dirige a la situación que vive en términos de preferencia el municipio más grande, electoralmente, de la nación. Protagonista de escándalos, descréditos y desencantos, por la tozudez de un alcalde apático e indiferente con los dirigentes del partido que lo llevaron al poder; que es incapaz de cumplir una sola promesa al grueso de la sociedad que lo eligió, aun cuando la mano solidaria del gobierno central se vuelca sobre una ciudad grande, pero administrada por mentes pequeñas.

Ensimismado en su poético desprecio al perremeísmo local, sustituye y destituye a todo aquel que no haga causa común con sus delirios, o que, no sea aceptado en su cohorte servil que hace y deshace, con la aparente complicidad de un alcalde sonámbulo que irrespeta a un pueblo sin culpa de tener un mal gerente, sin estatura ni cordura. Desgracia que podría no ser eterna, tomando en cuenta la oportunidad de oro que tienen el PRM y Santo Domingo Este de elegir para el próximo cuatrienio, uno de los suyos con las condiciones para reivindicar la obra de Luis Abinader.

La ocasión es propicia para destacar entre el montón, la capacidad, liderazgo y perfil de un político joven y diferente, cuya visión de la administración se ajusta a los nuevos tiempos. De nobles principios, comprometido con su partido, el municipio y las nuevas generaciones. Un hombre que ponga en alto el buen nombre de un presidente que ha dado cátedras de administración pública transparente y pulcra. Uno que reconozca el sacrifico de los dirigentes políticos y que recupere la confianza de los munícipes, perdida por el mal manejo de una gestión que empaña y enturbia el desarrollo de los ciudadanos.

Para consolidar y retener el poder en el municipio con la mayor cantidad de ciudadanos con derecho a elegir en toda la geografía nacional, mismo que ha sufrido y ha sido marginado por las políticas desafectas del período de Manuel Jiménez, el PRM requiere de un líder concertador, capaz de unificar y armonizar los conflictos internos y que genere empatía y familiaridad con los aliados de los perremeístas, descontentos en su mayoría, por el trato soberbio recibido después del ascenso del actual alcalde al cabildo, con quienes guardan una relación cortés y afable.

Ese político es Juan José Rojas, un candidato con las condiciones humanas, sociales y políticas necesarias para encarar la realidad cruda y dura por la que atraviesa dicha demarcación. Comprometido, dicen los que han pactado con él, cuando empeña su palabra; respetuoso, sincero, cercano y humilde. Condiciones que adornan su preparación académica y política. Único capaz de llevar en estas circunstancias no solo a los miembros y simpatizantes perremeístas dispuestos a dar lo mejor de sí mismos, sino también al conjunto social que busca sin descanso un faro en medio de la oscuridad.