El 20 diciembre de 1962 se celebraron en el país elecciones presidenciales y congresuales con los resultados conocidos: Bosch fue elegido presidente Constitucional de la República Dominicana y tomó posesión de sus funciones el 27 de febrero de 1963.Inmediatamente después se puso en marcha una reforma constitucional mediante una Asamblea Constituyente, dando como resultado la Constitución de 1963, proclamada y puesta en vigencia el 29 del mes de abril del año 1963.
Bosch era el presidente de la República, y en ese contexto, su palabra era institucional, tal como lo establece la Constitución de 1963 en su “Art. 128. —El Presidente de la República es la suprema autoridad de la Administración Pública y de todas las Fuerzas Armadas de la Nación, así como de los cuerpos policiales y de seguridad.”
El conjunto de esos eventos conforma un nuevo contexto político, social y cultural en República Dominicana focalizado en el establecimiento de un gobierno democrático, por primera vez después de Trujillo, fruto de la voluntad libre y soberana del pueblo dominicano. Ese gobierno representaba en la conquista de derechos políticos, económicos y sociales del pueblo dominicano una propuesta de cambios profundos.
La nueva constitución era la nueva palabra de Juan Bosch y de la sociedad. Sin embargo, el nuevo contexto favorable a la democracia alojaba en su seno fuerzas contrarias que conspiraban para destruir ese ensayo de gobierno y de sociedad. En los discursos políticos de Juan Bosch a partir de 1963 se advierten las amenazas y el accionar de los sectores que se habían confabulado en contra de la democracia.
Bosch reseñó claramente esas circunstancias adversas en 1964, en su obra Crisis de la democracia de América en la República Dominicana. Había una conjura contra la democracia puesta en marcha desde antes de las elecciones por sectores oligárquicos civiles y militares.
Esa conjura se hizo más evidente y agresiva a medida que Bosch se perfilaba como el triunfador de las elecciones del 20 de diciembre de 1962. Y se hizo real y palpable durante los siete meses de gobierno, hasta su materialización el 25 de septiembre de 1963.
En un capítulo titulado “Golpe primero y elecciones después”, de la citada obra, Bosch narra dos momentos de esa conjura. El primero antes de las elecciones:
“La situación hizo crisis porque el alto mando militar se presentó ante el Consejo de Estado con esta demanda: ‘Si no hay elecciones, las fuerzas armadas tomarán el poder el 27 de febrero de 1963; tal caso lo dice la Constitución, el Consejo de Estado debe entregar el poder ese día; de manera que ni un día más allá del 27de febrero de 1963’. El Consejo de Estado se plegó…”( BOSCH, Juan, Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, 4ta edición, Santo Domingo, Ediciones Dominicanas, 2005, p. 112).
El segundo momento fue después de las elecciones:
“Los tutumpotes cívicos habían perdido la batalla de los trucos legales; entonces se dedicaron con toda el alma a echar las bases políticas del golpe de Estado que lograron dar, al fin, en septiembre de 1963. Aunque seguramente no se lo formularan con esas palabras, la consigna cívica fue: ‘golpe primero y elecciones después’. Fue así como ya en noviembre apareció el leitmotiv del golpe: ‘El PRD es comunista’( Ibid., p. 113).
Ahí está dicho: la voz del pueblo y la palabra democrática que Bosch representaba en las elecciones y en el gobierno resultante chocaron con el mutismo subversivo de la conjura del golpe de Estado.
A partir del 27 de febrero de 1963 la conspiración era patente. Provenía de varias direcciones y un solo centro. Reunía a diversas fuerzas que se habían confabulado para impedir el arribo de Bosch al gobierno, bajo el pretexto de que era comunista .
En forma virulenta, la Iglesia Católica. Públicamente, los “cívicos” de la Unión Cívica Nacional y su derrotado candidato en las elecciones del 20 de diciembre de 1962,Viriato Fiallo, y otros partidos y lideres políticos de derecha.
De manera no oculta, los “tutumpotes“ terratenientes que se sentían amenazados por la reforma agraria que se llevaba a cabo agitaban la acción conspirativa en los campo. Solapadamente, el ala retrógrada de la oligarquía nacional y un sector conservador en los Estados Unidos se declararon en guerra contra la palabra constitucional representada por Bosch.
Era complejo el contexto conspirativo en contra del gobierno de Bosch. Los diversos autores que tratan la materia no arrojan hechos concluyentes.
El mismo Bosch, paciente principal, denunciaba constantemente a los agentes de la conjura, aunque no conocía todos los hilos de la conspiración. Así se muestra en los discursos y otros textos en los que él se refiere a esos acontecimientos.
La bancarrota financiera del país fue una peligrosa herencia para la estabilidad del Gobierno. Una semana después de la juramentación, el presidente de la República descubre que el erario se encontraba en situación de quiebra. El país estaba endeudado y en el Banco Central no había dólares de reserva para respaldar el peso dominicano.
Bosch describe esa situación el 4 de marzo de 1963:
“De manera que, si tenemos ciento cuatro millones de pesos dominicanos circulando, el Banco Central debería tener en este momento en sus arcas cincuenta y dos millones de dólares.
‘No tenemos esos cincuenta y dos millones de dólares. Tenemos en el Banco Central solamente algo más de doce millones de dólares. Ahora bien, el país y, por lo tanto el Banco Central, que tiene un poco más de doce millones de dólares como reserva, tiene más de cincuenta y cinco millones de deudas, de deudas que debemos pagar en este mismo año, de deudas que están vencidas en su mayor parte, eso quiere decir que no tenemos doce millones de dólares de reservas, sino que tenemos por lo menos cuarenta y tres millones de dólares de déficit, un déficit por lo menos de cuarenta y tres millones de dólares”( BOSCH, Juan, Obras Completas XIX Discursos y charlas radiales 1938-1965, Santo Domingo, Comisión Permanente Efemérides Patrias, Serigraf S.A, 2009, pp. 165-166).
Ese grito de Bosch: “No tenemos dólares”, fue una espina mortal que él heredó, y que formaba parte de la trama contra su gobierno. Los Trujillo dejaron el país sin un centavo, pues lo despojaron a su partida, llevándose miles de millones de dólares. Por otra parte, la oligarquía, que gobernó en el Consejo de Estado, despilfarró lo poco que había quedado. A eso se agregaba la falta de colaboración del sector privado, de los ricos del país.
Ante esa situación de quiebra del erario, Bosch se vio compelido a tomar drásticas medidas de austeridad que constreñían el gasto del Gobierno. Entre esas medidas, las que más descontentos generaron fueron las que afectaban el ingreso de los empleados públicos.
Un primer decreto de su Gobierno rebajaba los sueldos a los servidores públicos que ganaban más de 500 pesos: “El sábado nos dedicamos a la tarea de rebajar esos sueldos superiores a 500 pesos, junto con el ministro de Finanzas y el director del Presupuesto. Y hoy tenemos aquí el decreto, mediante el cual se obtiene una rebaja de 187,145 pesos mensuales, sólo en esos puestos superiores a 500 pesos”(ibid. ,p. 173 ).
Esa rebaja afectaba igualmente el sueldo del presidente de la República y el de los secretarios de Estado. El del presidente se estableció en 1,500 pesos, y el de los secretarios en 1,000 pesos. A esos funcionarios se les rebajó 1,000, pues ganaban 2,000.
Un segundo decreto contenía una medida impopular de graves consecuencias: la supresión de cargos públicos, considerados innecesarios. Afirma Bosch: “Hemos suprimido muchos cargos innecesarios y lujosamente pagados que no tenían razón de ser. El decreto es largo y probablemente la mayoría de ustedes lo verá publicado mañana en la prensa si es que hay tiempo de que aparezca mañana”( ibid., p. 174).
En realidad, fue un decreto sentido como injusto, por la cantidad de empleados que se vieron afectados en todas las secretarías de Estado, los consulados y en las embajadas. La supresión incluyó a las jubilaciones hechas por decreto por el Consejo de Estado, entre el 8 de noviembre y el 21 de febrero.
A raíz de los despidos masivos de empleados públicos comenzó en el país un clima de agitación política azuzado por la oposición, principalmente a través de huelgas como las de dos asociaciones: la que agrupaba a los maestros, FENAMA; y la que agrupaba a todos los empleados públicos, FENEPIA.
El 18 de marzo de 1963 Bosch tildó esas huelgas de “campaña política”:
“Parte de estas huelgas que se están preparando ha sido una campaña política que comenzó cuando todavía el Gobierno apenas había tenido tiempo de tomar posesión”( Ibid., p. 198)
Bosch declaró esas huelgas como ilegales apelando a la ley vigente acerca de la huelga de empleados, que no era otra que el Código Trujillo del Trabajo. Esa prohibición amplió el malestar social.
Las huelgas se multiplicaron, producto en gran medida de las reacciones legítimas de los trabajadores ante los despidos; pero también como parte de la conjura contra el gobierno, que la oposición había tramado para derrocarlo mediante diversas estrategias y recursos poderosos. En ese contexto, la acusación de comunista constituyó el núcleo de esa conjura.
Sería prolijo reseñar las causas y las manifestaciones de un contexto conspirativo generalizado que la oligarquía dominicana y los norteamericanos armaron contra el gobierno de Bosch. Sin embargo, debe quedar claro que el motivo central fue el rechazo a la idea de democracia concebida y aplicada por Bosch a partir de la Constitución de 1963.
Esa Constitución era, a los ojos de esos sectores, la mejor prueba de que Bosch era comunista; acusación que pendía desde antes de las elecciones como espada de Damocles contra el presidente, su gobierno y las aspiraciones democráticas del pueblo dominicano.