Cuando las Mirabal moraban en las galaxias, porque aún no habían nacido, y todavía Amaury no tenía estrellas en la frente, una noche de primavera de 1924, con una luna que no cabía en el firmamento, una estrellita de apellido Padilla, con una luz brillante, surgió en Santiago de los Caballeros con reflejos de libertad en plena dictadura trujillista.
Al tiempo que las amigas de Josefina discutían sobre la ropa que se pondrían en la próxima fiesta y otras leían fascinadas novelitas rosa, ella se trasladó a estudiar Medicina a la Universidad de Santo Domingo (USD), centro de sentimientos libertarios, donde clandestinamente habían estudiantes que no aceptaban al régimen represivo trujillista, la cual era celosamente controlada por los calieses oficiales, delatores, sabuesos y lambones, con la complicidad de los militantes fascistas de la Juventud Trujillista.
Josefina idolatraba la imagen de sus ancestros, su preferido era Don Eugenio Deschamps, ciudadano ejemplar, tribuno excepcional, uno de los oradores más extraordinarios en la historia dominicana, el cual combatió militantemente la dictadura de Lilís. Su ejemplo libertario, sus ideales en función de los intereses del pueblo y de la Patria, daban vueltas en el celebro y en el corazón de Josefina.
Duarte, amante del teatro, lo utilizó con los jóvenes de La Trinitaria para levantar conciencia en contra de la ocupación haitiana de 1822-44. Los dirigentes antirujillista dentro de la USD, al acercarse el 27 de febrero, retomaron el drama de “la Viuda Padilla”, presentada por Duarte, autoría del poeta Francisco Martínez y de la Rosa, en la cual se exaltaba en España la rebelión de los comuneros en contra de las medidas arbitrarias y represivas del monarca Carlos V.
Para el papel principal de la Viuda de Padilla, fue escogida Josefina. Su lectura la arraigó más profundamente con los valores de Don Eugenio. Su papel la hizo pensar más seriamente en la realidad que vivía, la represión del régimen de Carlos V con la dictadura Trujillista.
La obra fue impactante para una juventud universitaria que comenzaba a soñar con los ideales de Duarte que chocaban con las arbitrariedades cotidianas en un ambiente nauseabundo lleno de delaciones, mentiras e hipocresías. En la obra teatral el papel masculino fue desempeñado por el joven Rafael Sánchez Sanlley, con tanto entusiasmo y fidelidad que, al igual que a Josefina, pasaron a ser vigilados permanentemente por el espionaje universitario, sobre todo, cuando pasaron a ser novios.
Las ideas políticas de Josefina se fueron ensanchando y radicalizando como la María de Convite, que “no las movía ni el viento”, habiendo enviado de vacaciones al miedo, asumió la responsabilidad, junto a su hermana Silvia, de militar en el movimiento antitrujillista conocida como “Juventud Democrática”, una desafiante organización antitrujillista en 1946 que sorprendió –y asombró- por su osadía a la dictadura, la cual estaba vinculado al Partido Socialista Popular (PSP), donde compartió con otros militantes como Virgilio Díaz Grullón, Bolívar Kumchart, Rafael Valera Benítez (Fefé), Vinicio Echavarría, Cocuyo Mieses Peguero y la inmensa poetiza Carmen Natalia.
Arreció la represión del régimen, la simulación de tolerancia desapareció con persecuciones, cárceles, torturas y muerte. Los servicios represivos de la dictadura vigilaban de manera permanente. Rafael Sánchez fue apresado, llevado a las cárceles y a los dos días del ajusticiamiento del tirano fue salvajemente torturado y asesinado.
El corazón de Josefina, de sus hijos y de toda la familia, quedó destrozado, pero ella no se amedentró, siguió con sus ideas revolucionarias de luchar en contra de la injusticia, la represión, la falta de justicia social y de libertad. ¡Era una mujer hecha para la gloria y para la Patria!
Al haber una pausa democrática, ella que estaba acostumbrada a la lucha clandestina, participó como candidata a la Vicepresidenta de la Republica, acompañando a Alfonso Moreno Martínez, por el Partido Revolucionario Social Cristiano, de cristianos que creían en la “revolución”.
Juan Bosch fue electo Presidente del país con promesas y sueños democráticos por un pueblo que había sido saqueado y violado, pero las fuerzas más oscuras y reaccionarias, asesinaron a la naciente democracia con un vil Golpe de Estado.
Al llegar el glorioso abril del 65 con la epopeya de un pueblo en armas en contra de un invasor canalla, botas militares y políticas que todavía se creen los dueños del mundo. Josefina militantemente estaba en la acera de la revolución. ¡Sus ideas se fortalecieron aún más!
Por eso, se convirtió en militante y simpatizante de izquierda, haciendo relación con el Núcleo Comunista de los trabajadores (NCT) y el Bloque Socialista (BS), renovando así sus principios libertarios de una Patria Nueva.
Al concluir la Revolución de Abril del 65, fue responsable en la creación y el desarrollo del Movimiento Renovador, que redefinió el papel y la función de la UASD en dominicana. Expulsaron a los profesores reaccionarios y trujillistas, la transformaron en la Universidad del Pueblo, en “conciencia de la nación” y redefinieron sus contenidos y procesos de formación, convirtiéndola en una universidad para el progreso y el desarrollo al servicio del país.
Josefina, médica, realizó especialización en psicología y en psiquiatría, profesora meritísima, maestra de maestros, fue vice-rectora académica, pero lo más importante para mí, fue su accionar y compromiso con ser una de las principales pioneras de la medicina social dominicana, fundadora del Centro de Investigaciones y apoyo cultural, que realizó trascendentes aportes. Aun así, su fascinación era los trabajos de salud comunitaria, donde se entregaba a los pobres.
Josefina, ser humano excepcional, llena de patriotismo, amor y ternura, heroína de la patria, creo que con el impacto de los años, era ya muy pequeño su cuerpo para contener un corazón tan grande, por eso dijo adiós, dejando su legajo y su ejemplo.