La doctora Josefina Padilla Deschamps, maestra de generaciones, hoy retirada a la tranquilidad del hogar agotando el sosiego que le fue imposible lograr durante la principal fase de su primavera, por el “grave delito” de integrarse en primera fila a la juventud que a mediados de la “Era de Trujillo” públicamente le demostraron al tirano y al mundo que la mentada “paz de Trujillo” era una ficción, una paz de cementerio.

Acción audaz encabezada por jóvenes como Josefina Padilla y Pericles Franco, una de las más importantes jornadas de repudio a la tiranía, cuyo ejemplo se diluye en las páginas de la historia como parte de la desidia social que afecta nuestras efemérides patrias. Con este artículo pretendemos coadyuvar a resaltar la participación de la joven Josefina Padilla en estas lides patrióticas.

Dra. Josefina Deschamps y sus hijos.

Al asumir Trujillo el poder de manera harto autoritaria en 1930, la juventud universitaria inmediatamente le salió al paso con desafiantes manifestaciones de protestas organizadas por la Asociación Nacional de Estudiantes Universitarios, dirigidas por Guido Despradel Batista. La represión brutal fue ejercida contra los jóvenes universitarios y con el foete finalmente fueron neutralizados.

Hans Wiese Delgado, importante funcionario del Gobierno de Trujillo, en su muy interesante obra con sentido crítico sobre este régimen, apuntó que en 1944, cuando se conmemoraba el centenario de la República, un grupo de jóvenes dramatizó la obra La viuda de Padilla, del dramaturgo español Francisco Martínez de la Rosa, que expresa denuncias contra la opresión monárquica y está cargada de enunciados a favor de la libertad.  Wiese Delgado estableció que en la escenificación de la obra en las ruinas del monasterio de San Francisco: “Los papeles protagónicos principales los tuvieron Rafael Augusto Sánchez-Sanlley (Papito) y la hermosa joven Josefina Padilla Deschamps, en el papel de la “la viuda de Padilla” […].  El relator acentuó que la obra:

“Era una crítica sorda al régimen de Trujillo, pero como los encargados de ejercer la censura no eran tan cultos dieron el permiso para que la obra se pudiera presentar en público. Así pudo ser vista por centenares de personas, quienes sí estaban enteradas de su doble significado y que llenaron en dichas ruinas, lo que había sido la nave central de la iglesia de San Francisco. La gente aplaudía entusiasmada y lanzaban “¡vivas!” a los actores. Fue una de las actuaciones públicas más espectaculares de la época entre la juventud universitaria. En aquel entonces, hasta por participar en una obra de teatro, y mucho más si era crítica, se corría un alto riesgo”. (Hans Wiese Delgado. Trujillo amado por muchos, odiado por otros, temido por todos.  Editorial Letra Gráfica. Santo Domingo, 2001).

La viuda de Padilla, con grandes exclamaciones a la libertad en la lucha contra la opresión, fue presentada por primera vez en el país en el siglo anterior por Juan Pablo Duarte, que la trajo desde España y fue montada por la Sociedad Dramática para elevar los ánimos en la lucha por la fundación de la República, actividad desarrollada en la cárcel vieja, frente al parque Colón.

La nueva presentación de la obra fue un indicio de que era posible luchar contra la tiranía trujillista desde adentro. Habían transcurridos tres lustros de absoluto control por parte de la maquinaria represiva estatal. Trujillo en 1946, atemorizado porque existía una campaña internacional contra los tiranos por la caída de la Alemania nazi, pretendiendo demostrar que todos los dominicanos les eran “fieles”, anunció que permitiría partidos o agrupaciones de oposición. Como parte de esa maniobra de “libertades”, el Gobierno organizó en septiembre de 1946 un Congreso obrero, pero llegaron delegaciones de trabajadores latinoamericanos que, junto a los criollos, convirtieron la actividad en un foro de denuncias contra la tiranía. Luego surgió de modo público el Partido Socialista Popular y la Juventud Democrática, que tenían actividades clandestinas y con valor aceptaron el reto y se lanzaron a organizar la oposición al autoritarismo vigente.

Félix A. Mejía en Viacrucis de un pueblo (para el suscrito el mejor libro antitrujillista escrito en el exilio) apuntó sobre este aspecto que Trujillo […] quiso ver cómo respondía el pueblo a esa muchachada, quiso, a manera de ensayo, ver cómo andaban su prestigio y su popularidad al cabo de 16 años de mandoble continuo; quería saber si el pueblo estaba domeñado; pero su experiencia fue triste y se arrepintió convencido, quizás para siempre, de que ese pueblo, lo mismo que lo repudió en un principio, lo sigue y seguirá repudiando cada día con más fuerza”. (Félix A. Mejía. Viacrucis de un pueblo. Relato sinóptico de la tragedia dominicana bajo la férula de Trujillo.  Jus. S. A. Segunda edición. México, 1960).

Como se ha señalado la organización clandestina «Juventud Revolucionaria», decidió en octubre de 1946 aparecer de modo público con el nombre de «Juventud Democrática». Virgilio Díaz Grullón en su obra Antinostalgia de una Era,  establece que la agrupación patriótica a mediados de ese mes lanzó un comunicado, manifestando que lucharían por el desarrollo y consolidación de un régimen democrático, progresista y popular,  por la libertad política y la independencia económica:

“Firmaban la Declaración, en calidad de miembros del Comité Central, Salvador Reyes Valdés, Manuel Mena Blonda, Josefina Padilla Deschamps, José Antonio Martínez Bonilla, José Manuel de Peña González, Juan Ducoudray Mansfield y el autor de este libro”. (Virgilio Díaz Grullón. Antinostalgia de una Era.  Fundación Cultural Dominicana. tercera edición. Santo Domingo,  1992).

Se trataba de una enorme responsabilidad que asumían los jóvenes firmantes, incluyendo la única mujer de la dirección central, Josefina Padilla. Juan Ducoudray refirió que  muchas otras jóvenes se integraron a la dirección y/o colaboraron con la agrupación entre ellas las hermanas Martínez Bonilla y una joven de veinte años, de Salcedo llamada Minerva Mirabal, también del interior las jóvenes Gilda Pérez, Sobeya Mercedes Almonte y Edda Kidd Espinet. (Juan Ducoudray. Réquiem por la utopía y otras saudades. Editora Nomara. S. A. Santo Domingo, 2000). 

La Juventud Democrática y el Partido Socialista realizaron en ese mes de octubre tres manifestaciones que estremecieron los cimientos del régimen trujillista, que envanecido pensaba los dominicanos no se atreverían a desafiarlo. El embajador de Estados Unidos George Butler, al referirse al primer mitin de los jóvenes opositores enfatizaba que se presentó un fuerte aguacero, añadiendo: “A pesar de esto, 300 partidarios del grupo soportaron el aguacero por 40 minutos para poder oír los discursos. El mejor fue el de una muchacha estudiante de medicina llamada María PADILLA Deschamps”.

Butler al expresar  su criterio personal sobre la actividad, decía:

“Como observador imparcial, creo que  esta reunión fue digna de admiración. Después de 16 años de opresión política, un grupo de personas estaban dispuestas a arriesgar sus posiciones, su  libertad y el bienestar de sus familiares para asistir a una reunión de la oposición”. (Bernardo Vega. Los Estados Unidos y Trujillo. Colección de documentos del Departamento de Estado y de las Fuerzas Armadas norteamericanas. Año 1946.  T. I.  Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1982).

La tercera de estas concentraciones tendría lugar el día 26 en el parque Colón. Félix A. Mejía que todavía residía en el país, anotó en su libro que el parque y sus inmediaciones estaban abarrotados de ciudadanos, mientras los esbirros de Trujillo hicieron presencia amenazante, instalaron un equipo de sonido con muy alto volumen en el Hotel Colón frente al parque, que casi impedía la audición de los oradores del mitin. Nos dice Félix A. Mejía que: “Había una línea de hombres y mujeres que portaban cartelones con inscripciones como estas: “Queremos libertad”. “Abajo los reaccionarios”. “Viva la democracia”, etc. Eran unos veinte y pico”.  Una banda parapolicial irrumpió en el parque y rompió las pancartas, entablándose una trifulca con los manifestantes. Los opositores resistieron y solo se retiraron para desarrollar una marcha hacia las embajadas extranjeras a presentar a los heridos por la pandilla trujillista.  Félix A. Mejía destacó que en horas de la noche se desató una persecución contra los dirigentes de la actividad:

“Poco más tarde, ya en la madrugada, se registraron allanamientos en casas de personas que se creían relacionadas con ese movimiento; y en las de señoritas que participaban activamente en él, tales como Carmen Natalia Martínez Bonilla y Josefina Padilla Deschamps. Tal fue la jornada y el fin del 26 de octubre de 1946”.

La embajada de los Estados Unidos reportaba los incidentes al Departamento de Estado, anotando que: “El pueblo entero se lanzó tras el grupo de líderes del PSP, que conducía y protegía a los heridos, de los cuales uno era llevado en brazos a causa del estado en que lo dejara la jauría”. Estimaban en cinco mil personas los manifestantes, que para la época era una cantidad muy numerosa. Señalando:

“Es el pueblo que marcha”! A este grito y al de “únanse al pueblo”! los manifestantes invitaban al pueblo a unirse a ellos. El desfile engrosaba. Los gritos de “viva la democracia”, “viva la libertad” “viva la lucha contra el miedo” enardecían a los espectadores más pasibles que se sumaban al desfile. El desfile engrosaba”.

El informe de los diplomáticos norteamericanos, en otro apartado resaltaba que los manifestantes:

“Al llegar a la Embajada de México, los gritos de “Viva México”, “Viva su Democracia”, hicieron salir al vestíbulo al Embajador. Una comisión solicitó permiso para entrar. Le fue concedida, y mientras lo hacía, en la verja, la estudiante de Medicina, Josefina Padilla, líder de Juventud Democrática, pronunció un cálido discurso. Los heridos fueron atendidos en la Embajada y uno de ellos en malas condiciones, quedó bajo el amparo del generoso Embajador Don Enrique González”.  (Bernardo Vega. Los Estados Unido y Trujillo. Colección de documentos del Departamento de Estado y de las Fuerzas Armadas norteamericanas. Año 1946.  T. I. ).

El 28 de octubre, el entonces coronel Félix Hermida desde Santiago le participaba a Héctor Trujillo, secretario de Guerra y Marina, que en Montecristi habían circulado unas hojas atacando al Gobierno, considerando:

“Es opinión del suscrito que estas hojas fueron llevadas y puestas en circulación por la Señorita Padilla Deschamps y Díaz Grullón, quienes salieron el día anterior en la tarde para dicha Ciudad”. (Bernardo Vega. Un interludio de tolerancia. El acuerdo de Trujillo con los comunistas en 1946.  Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1987).

En ese lapso la embajada de Estados Unidos enviaba una nota confidencial, destacando que el ciudadano norteamericano Barney Morgan, director del Hospital Internacional, fue conminado a despedir de su trabajo en ese centro a la señora Lidia Deschamps, porque era tía de Josefina Padilla. También se informaba que José Antonio Padilla, padre de doña Josefina fue sentenciado a un mes de prisión y diez pesos de multa por una supuesta infracción de cédula de identidad. El embajador Butler, participaba que:

“Supuestamente, Trujillo ordenó a un hombre de contacto, Carlos CHARDON, que sobornara a Silvia DESCHAMPS con la oferta de un buen trabajo si ella tenía éxito en persuadir a su sobrina, Josefina PADILLA, a que dejara de hablar e inflamar a la Juventud Democrática. La respuesta fue un No rotundo”. (Bernardo Vega. Los Estados Unido y Trujillo. Colección de documentos del Departamento de Estado y de las Fuerzas Armadas norteamericanas. Año 1946.  T. I. ).

Era el típico accionar del trujillismo, atropellar no solo a los que tenían el valor de enfrentarlo, sino a sus familiares.

El 15 de enero de 1947 un agente secreto enviaba el siguiente informe a sus superiores:

“El Partido Juventud Democrática, según se rumora, a iniciativa de JOSEFINA PADILLA, ha confeccionado un estandarte y otros más para llevarlo al aeropuerto a la llegada del Secretario General de las Naciones Unidas TRIVI (sic) LIE. Grupos del PSP y JD tienen el propósito de visitar el comercio cuando se tenga conocimiento de la llegada de este funcionario, para que cierren sus puertas y los empleados puedan concurrir al aeropuerto a su recibimiento”. (Bernardo Vega. Un interludio de tolerancia ).

El historiador Bernardo Vega, describe que Josefina Padilla y el también dirigente de la Juventud Democrática Salvador Reyes Valdez, de modo sorpresivo desplegaron el estandarte en medio de la conferencia de Trigve Lie, en el paraninfo doctor Defillo de la universidad, gesto que fue aplaudido por el público presente.

Trujillo en 1947 se convenció no podría doblegar a la Juventud Democrática y el PSP e inició una brutal persecución contra sus militantes, muchos tuvieron que buscar asilo en embajadas latinoamericanas. Fue creada una “Comisión investigadora de actos anti-dominicanos”, para  “justificar” la persecución judicial de los opositores al régimen. El 17 de abril desde la embajada norteamericana se enviaba un informe confidencial, destacando que:

“Hoy comenzaron cosas rudas “a lo Bolivia” con el resultado de que la Embajada mexicana ha aceptado a la joven Padilla, líder de la Juventud Democrática, como una solicitante legitima de asilo político. El Embajador peruano está a punto de hacer lo mismo para Carmen Natalia Martínez Bonilla y posiblemente también para su hermana”.

“Cuno es de opinión de que muchos más podrían estar buscando asilo dentro de poco”. (Bernardo Vega. Los Estados Unido y Trujillo. Colección de documentos del Departamento de Estado y de las Fuerzas Armadas norteamericanas. Año 1947. T. I.  Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1984).

Todas salieron de las embajadas, y regresaron a sus hogares a expensas de los graves riesgos que corrían sus vidas. El periódico oficial La Nación,  publicó una nota que ordenaba públicamente a Josefina Padilla a presentarse en la Fortaleza Ozama para ser arrestada por sus actividades “subversivas”. Esto a sabiendas que ellos la tenían muy vigilada en su domicilio, era una tremenda dosis de terror psicológico, no solo a ella, sino a toda su familia. Finalmente fue expulsada de la universidad por un año lectivo.

El temible Anselmo Paulino Alvarez (El Piogán), que ejercía como secretario de Interior, en septiembre de ese mismo año enviaba un memorándum al rector de la Universidad de Santo Domingo, ordenándole aplicar la ley que preveía y sancionaba “las prácticas comunistas”, se entregaba un listado de los supuestos comunistas, entre ellos: “Padilla Deschamps, Ana Josefina. 4º  Medicina Comunista”. (Bernardo Vega. Unos desafectos y otros en desgracias. Sufrimientos en la dictadura de Trujillo.  Fundación Cultural Dominicana. Santo Domingo, 1986).

La persecución fue permanente, el 24 de mayo de 1949 el teniente del Ejército Marcos Martínez informaba al comandante de puesto de la Fortaleza Ozama, que el día anterior mientras realizaba un “servicio especial” en el Malecón, ubicó al cadete Barinas, del Ejercito, acompañado del señor Cesar Soriano, añadía que este último se rumoraba era novio de una hermana de Josefina Padilla, agregaba: […] lo que se informa para los fines de lugar”. (Eliades Acosta, Editor.  La dictadura de Trujillo: Documentos (1940-1949).  T. II.  V. 3.  Archivo General de la Nación. Santo Domingo, 2012).  Se mantenía un estricto seguimiento de espionaje no solo con Josefina Padilla, sino con sus familiares.

El eximio psiquiatra y literato Fernando Sánchez Martínez, en su penetrante obra sobre las mujeres médicas (prologada por Josefina Padilla), nos dice que está combativa ciudadana:

“En 1943 inicia los estudios de medicina en la USD, cuando sólo siete de ochenta estudiantes eran mujeres. En el tercer año fue suspendida como estudiante por su lucha contra la dictadura trujillista, mientras le fue impuesta prisión domiciliaria. Tiempo más tarde se le permitió reingresar a la universidad logrando el título de Dra. en medicina en 1950. Laboró cinco años en el Hospital Padre Billini”. (Fernando Sánchez Martínez. La mujer médica en la sociedad dominicana.   Servicios Gráficos Segura, S. R. L. Santo Domingo, 2014).

Con el valor moral que avala su actitud consecuente ante el país desde su lapso de estudiante universitaria hasta el presente, doña Josefina Padilla, ha exhortado a la juventud dominicana de esta época a defender los principios de la democracia, señalando:

“La democracia se fundamenta en libertad, igualdad, justicia, respeto al otro, a sus ideas, creencias, diferencias culturales y posibilidades de participar de hecho y de opinión en todas las actividades que tengan que ver con el desarrollo humano a todos los niveles”. (Zoila Martínez de Medina.  Mujeres, aportes y sociedad.  Cuesta -Veliz Ediciones.  Santo Domingo, 2008).

Josefina Padilla Deschamps, nieta del héroe Eugenio Deschamps, periodista, militante opositor a la tiranía de Ulises Heureaux, el primer dominicano víctima de un atentado en el exterior (Puerto Rico) ordenado por un tirano criollo, Deschamps resultó gravemente herido en la espalda. Su nieta, fue una fiel continuadora de la tradición de lucha democrática de su abuelo, añadiéndose que su esposo el también opositor Rafael Augusto Sánchez-Sanlley (Papito), para mayo de 1961 era prisionero político en la penitenciaría de La Victoria, y fue asesinado tras el ajusticiamiento del tirano. La apreciada académica de nuestra Universidad Autónoma de Santo Domingo doctora Josefina Padilla, condecorada por el actual Gobierno, es un digno ejemplo del deber ser ante la tiranía y la opresión.