Si bien Mármol fue escogido por votación mayoritaria de los académicos durante la sesión celebrada el 13 de mayo de 2021, fue este sábado 28 de mayo cuando pudo presentar su esperado discurso de ingreso, postergado por la letalidad de la pandemia de la COVID-19 que nos obligó a cumplir con nuestras obligaciones y a cultivar los afectos desde lejos. Fue recibido en esta prestigiosa entidad casi centenaria, fundada en 1927, por su director el dilecto amigo doctor Bruno Rosario Candelier, por los académicos de número y correspondientes, así como por escritores, familiares y numerosos amigos que justiprecian esta iniciativa. Las palabras de recibimiento fueron dichas por el apreciado académico, escritor, poeta, crítico, investigador y exministro de Cultura José Rafael Lantigua.

Desde hace décadas, a José Marmol le sobraban méritos para ocupar lugar en esta prestigiosa academia. En este sentido, es significativo que haya sido escogido para la silla N, antes ocupada por el escritor dominicano más prolífico y celebrado de la segunda mitad del siglo pasado, don Marcio Veloz Maggiolo; toda vez que, por su vasta obra creativa y ensayística, ampliamente conocida en ámbitos hispanoamericanos, Mármol es el más llamado a llenar sus zapatos y a profundizar en las huellas dejadas. De hecho, en la actualidad, para mí, y esto al margen de vínculos afectivos filiales, es nuestro candidato idóneo para representarnos con sobrada dignidad en los principales lauros en el ámbito de la lengua española, como son el Reyna Sofía y el Cervantes y, claro, con más méritos que Bob Dylan, como también los tuvo Marcio, para el reconocimiento que otorga La Real Academia de las Ciencias de Suecia. Para esta afirmación me baso en sus logros profesionales y virtudes indiscutibles:

  1. Profesor universitario de larga trayectoria en materias relacionadas con la filosofía y el uso de la lengua como herramienta fundamental de investigación humanística.
  2. Escritor de oficio, en pleno dominio de la lengua española, con una prolífica labor creativa como poeta, reconocida con los principales premios nacionales y algunos de los más significativos del idioma, como el XII Premio Casa de América de Poesía Americana; reconocimientos que lo hicieron merecedor, a edad temprana, del Premio Nacional de Literatura, máximo galardón que otorga el Estado Dominicano a la trayectoria de un escritor.
  3. Crítico literario y de artes visuales de sobrada enjundia. Su labor ensayística no es menos importante que su labor poética, cual lo testimonian los cientos de prólogos y ensayos que documentan detalladamente la evolución de la poesía dominicana del siglo XX, y una decena de obras de reflexión filosófica y humanística, llevada a su cenit con su tesis doctoral recién publicada en libro, en el 2020, en el catálogo de la editorial madrileña Visor Libros, bajo el título “Identidad en la modernidad líquida globalizada. Una lectura de Zygmunt Bauman.”
  4. Amplio reconocimiento de sus pares. Desde 1985, cuando publicó su poemario El ojo del Arúspice, en 1985, Mármol, con un discurso teórico aguerrido, enfrentó con gallardía los embistes de una poética ideológica que, desde los sesenta, de forma casi monopólica, se imponía en el parnaso nacional. Sus esfuerzos se sumaron a los de los últimos poetas sorprendidos y a una pléyade de escritores nacidos en provincia que empezaron a despuntar a través de los paradigmáticos premios Siboney. Fue dura la lucha para que reverdeciera una poesía que no fuese concebida como arma ideológica y que aspirará a valores estéticos trascendentes, universales, y Mármol fue uno de los principales baluartes, con su poesía de honda cadencia y sus postulados acerca de una estética generacional, la denominada “Poética del habla”, recogida inicialmente en su libro “Etica del poeta”, publicada en 1996 y de teorías constantemente ampliadas en obras posteriores.
  5. Hombre de bonhomía intachable en palabras y acciones. Infatigable difusor de la cultura dominicana a través de talleres literarios y conferencias por múltiples escenarios del mundo. Responsable de múltiples iniciativas de congresos de la lengua y festivales internacionales de poesía, y auspiciador, desde su posición ejecutiva en la más importante entidad bancaria del país, de publicaciones y eventos de gestión cultural a lo largo de toda la geografía nacional. De forma callada, su visión ha convertido esa entidad comercial en el principal mecenas de las artes en las últimas décadas.

Las palabras, contenidas en el tercer párrafo de su discurso de 23 páginas, al agradecer la presencia en el acto de ingreso a la Academia, de colegas, escritores y amigos, testimonian la lucha que “como simple soldado” ha venido librando a favor de una mejor educación para las nuevas generaciones: “una educación en la que la lectura y la escritura creativa, como producto de una enseñanza apropiada de la lengua materna, junto al cultivo de las demás artes y lenguajes estéticos, contribuyan a una formación integral, con cimientos humanísticos y científicos, de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. La patria sentimental de un escritor radica en la defensa de su lengua, la lengua en que escribe, la lengua que dimensiona su cultura, su sociedad, su historia, la lengua que le faculta para ser y estar en el mundo”.