En las elecciones presidenciales de 1994 José Francisco Peña Gómez participó como candidato del PRD frente a Juan Bosch y a Joaquín Balaguer. En esa ocasión, los dos eventos más notorios fueron la crisis electoral y el fortalecimiento del perfil de estadista de Peña Gómez por su mesurado y propositivo manejo de la crisis, aun siendo el candidato más perjudicado.
La Junta Central Electoral proclamó ganador a Balaguer; al tiempo que Peña Gómez, quien lideraba una alianza de partidos y fuerzas sociales que se denominó Acuerdo de Santo Domingo, se había autoproclamado como seguro triunfador de la contienda electoral.
Una vez más el tópico de la voluntad popular se puso sobre el tapete como principal problema de la democracia dominicana que, aún perdura, aunque las artimañas de Balaguer sean ya cosas del pasado; sin que tampoco la prevalencia de ese tópico reste vigencia e importancia a los tópicos del Estado de Derecho y de la justicia social; igualmente débiles en nuestra sociedad , carentes en gran medida. en nuestra cultura democrática.
Pero lo que más se evidenciaba en esas elecciones era la permanencia de la tradición fraudulenta encarnada por Joaquín Balaguer, quien repetía una vez más su gran hazaña: desconocer la voluntad popular mediante el fraude.
Las palabras del 26 de mayo de 1994, publicadas en el Listín Diario por el PRD, que recogen la alocución de Peña Gómez por el programa radial Tribuna Democrática, recrean el ambiente de esa crisis, provocada por el fraude denunciado:
“El Acuerdo de Santo Domingo tiene en su poder copias de padrones electorales de un número elevado de provincias y el registro completo de varios municipios, que arrojan u… … una cantidad aproximada de 25 electores … por cada mesa y en muchas sustituidas por otros electores que sufragaron utilizando … supuestos.
”El fraude en el Distrito Nacional asumió formas variadas, desde el voto doble de militares (sic) reformistas que utilizaron nombres de presos o de dominicanos residentes en Estados Unidos hasta militares, algunos de los cuales fueron e… de su hogar porque fueron sorprendidos por delegados políticos que los conocían”. (Listín Diario, 26 de mayo de 1994).
Ese hecho electoral situaba aún en 1994, el estado real del tópico de la voluntad popular, como valor de la democracia. El fraude era una reiteración de los antivalores prevalecientes en la democracia dominicana.
Los discursos de Peña Gómez durante la campaña electoral planteaban conceptos orientados a la superación de esos antivalores, fortaleciendo en 1994l el ideario que esbozó en las elecciones de 1990.
La línea del Acuerdo de Santo Domingo fue la materialización de la idea de Gobierno de Concertación Nacional, que desde esta nueva oportunidad y plataforma política él denominó Gobierno Compartido.
En el discurso pronunciado el 13 de febrero de ese año en el Hotel V Centenario, Peña Gómez se dirigió a los “acuerdistas”, en el acto de firma del acuerdo, exponiendo los conceptos principales que sirven de base a su candidatura presidencial:
“El Acuerdo de Santo Domingo, un movimiento multipartidista mediante el cual un grupo de fuerzas políticas nacionales se han puesto de acuerdo para ponerle fin al continuismo y crear la democracia participativa, económica y social. Crear la alternabilidad democrática y cambiar el destino y la orientación de los gobiernos, para que desde ahora en adelante su objetivo fundamental sea en el desarrollo humano, de la mujer, de los niños, de los ancianos y de los hombres de la República Dominicana”.
”La democracia política es una realidad en nuestro país, en América Latina, en Europa y en Asia. Sin embargo… esa democracia es imperfecta y está fracasando en todos los escenarios del planeta. Es una democracia periódica que el pueblo sólo ejerce cada cuatro años y después el poder es confiscado y monopolizado por una burocracia partidista, por una oligarquía de funcionarios…
”Ahora se trata de hacer la revolución de la democracia. Y porque la democracia cumpla su rol de mejorar las condiciones de vida del trabajador, de la mujer, del niño, del anciano, del joven, de los empresarios, de todos los dominicanos…
”Es la democracia continua, la democracia permanente…
”La democracia que llegue a los más débiles.
”El Gobierno Compartido ha comenzado hoy”.
El tópico de la justicia social encuentra un impulso en las palabras de Peña Gómez: desarrollo humano, democracia de los débiles, mejorar las condiciones de vida, etc. Ese es el tópico principal que distingue el pensamiento político de Peña Gómez. La idea del Gobierno Compartido radica en la visión de la democracia social, que ese líder ha venido exponiendo desde su concepción socialdemócrata.
Igualmente, recurrente en los discursos de Peña Gómez, es la idea de la institucionalidad y el Estado de Derecho. En 1990 esa fue una idea fuerte de su campaña electoral. En 1994 fue también un valor que él rescató y proclamó, sobre todo por oposición a la idea del Estado de Derecho del Dr. Balaguer.
El Listín Diario del 5 de marzo de 1994 reproduce sus palabras en Tribuna Democrática acerca de este tópico, en respuesta a una idea externada por Balaguer en relación con el Estado de Derecho, en la que censuraba la Revolución del 65, justificaba el Golpe de Estado de 1963, y se vanagloriaba de la vigencia de la institucionalidad en el país, producto de sus gobiernos.
A ese respecto Peña Gómez planteaba ideas fundamentales que aun esperan por su plena realización :
- Poner fin al continuismo.
- Crear la democracia participativa.
- Crear la alternabilidad democrática.
- Lograr el objetivo fundamental del desarrollo humano.
- Llevar a cabo la revolución de la democracia, que supere la pura y simple democracia política formal vigente en el país.
- Fundar la democracia continua, la democracia permanente.
- Crear la democracia de los débiles.
- Llevar a cabo, desde el poder, el Gobierno Compartido.
En 1994 el triunfo de Balaguer no fue transparente a los ojos de la oposición política, y, claro, de los partidos de oposición, principalmente el PRD. Peña Gómez fue el principal perjudicado y por tanto no sólo denunció con vehemencia, sino que obró para que se reparara ese acto antidemocrático.
Entonces y en la posteridad, hoy todavía, veinticinco años después de su fallecimiento, acaecido el 10 de mayo de 1998, acompaña a ese gran líder la imagen de vencedor en esos comicios y, en cambio, a Balaguer, la de consuetudinario tramposo y conculcador de la voluntad popular.