“El tiempo de Peña”significa el momento en que José Francisco Peña Gómez debería concretar sus aspiraciones de candidato del Partido Revolucionario Dominicano a la presidencia de la República. Se refiere a lo que él pensaba y pensaban cientos de miles de dominicanos perredeístas y no perredeístas que lo aclamaban en los mítines y que soñaban con verlo presidente de la República.

Desde los años setenta muchos se decían : es “el tiempo de Peña ”. Sin embargo, ese ha sido uno de los tópicos cargados de las mayores implicaciones en la política dominicana. Es uno de los episodios más problemáticos de nuestro presente que los celebrantes de la memoria del líder cada 10 de mayo, aniversario de su fallecimiento, fingen desconocer.

Si , había llegado la hora de Peña Gómez desde hacía mucho tiempo. Lo sé por mi madre Rita ,fanática de Peña Gómez y Hatuey De Camps, a quien columbro en el local del PRD del ensanche La Paz vestida de blanco y con su gorra del PRD y quien creía a pies juntillas que su líder debía ser presidente de la Republica. “¡Caray! ¡Es un político de una larga trayectoria!” Y mi madre no era la única en creer eso.

Recientemente, José Ignacio Paliza alababa a Peña Gómez José Francisco : “ha sido una de las pocas personas que sin haber alcanzado el más alto cargo en el gobierno era considerado un verdadero líder de masas”(Acento.com, 21-04-2023).

Ciertamente, Peña Gómez fue “un verdadero líder de masas”, pero una lectura de esa situación podría ser que en la tumba de ese líder figurara este doloroso epitafio: “Líder de masas que para su partido no fue suficientemente bueno para presidente de la República.”

Antes de concretarse “el tiempo de Peña”, en vida de Peña Gómez y bajo su liderazgo el PRD postuló en las elecciones presidenciales como candidatos a Antonio Guzmán(1978),Salvador Jorge Blanco(1982) y Jacobo Majluta(1986). Dos de ellos, Guzmán y Jorge Blanco, ganaron las elecciones y lograron ascender a la presidencia de República.

Hasta las elecciones de 1990,por una sarta de razones y circunstancias en apariencia conocidas y explicables, la propia gente de su partido discriminó y excluyó a Peña Gómez tronchándole hasta ese año sus manifiestas y legítimas aspiraciones presidenciales.

“El tiempo de Peña” llegó por fin en 1990,pero en las peores condiciones: el PRD se había dividido y había sido “congelado”. En su lugar surgieron el Partido Revolucionario Independiente (PRI),liderado por Magluta y el Bloque Institucional Socialdemócrata (BIS),liderado por Peña Gómez.

Finalmente, el PRD fue “descongelado” en beneficio de Peña Gómez por la Junta Central electoral y las elecciones presidenciales de 1990 tuvieron la singularidad de que en ellas participaban los cuatro líderes más carismáticos de la política dominicana hasta entonces.

Eran candidatos a la presidencia de la República Bosch, por el Partido de la Liberación Dominicana, Joaquín Balaguer, por el partido reformista social Cristino, José Francisco Peña Gómez, por el Partido Revolucionario Dominicano y Jacobo Majluta, por el Partido Revolucionario Independiente .

Esas elecciones fueron propicias para observar quiénes eran los que aspiraban a desempeñar la función principal del Estado dominicano, sobre todo Peña Gómez. Su caso de era excepcional: era único que no había sido presidente de la República.

Esas elecciones de 1990 fueron una prueba de fuego para Peña Gómez; su bautismo en el perfil presidencial, que con gran dignidad lució igual o mejor que los otros candidatos .

El gran momento se le presentó en el almuerzo de la Cámara Americana de Comercio ante los empresarios y todo el país ; entonces la cita más importante de los aspirantes a la presidencia de República.

En ese escenario Peña Gómez pronunció un brillante discurso, cargado de los contenidos más trascendentes y renovadores de la política dominicana. Hizo un conjunto de planteamientos que singularizaban su pensamiento con respecto a los demás candidatos.

Su idea del país y el Estado en ese discurso, en la coyuntura histórica, se resumen en los siguientes tópicos acerca del Estado de Derecho y la democracia dominicana.

  1. El país padece una crisis global: económica, institucional, moral.

“La República Dominicana está en crisis, como una tormenta desatada en alta mar, con vientos que soplan desde los cuatro puntos cardina les. Padecemos una crisis global, que es crisis de la economía, de nuestro sistema financiero, de nuestros servicios públicos, de salud, de la educación, de la naturaleza, pero que también es crisis moral, porque la drogadicción, la corrupción y la criminalidad están destruyendo los sólidos fundamentos espirituales que mantuvieron a la República Dominicana como una isla incontaminada en medio de un continente que naufraga en mares de vicio y de degradación.

  1. Es necesario, para resolver esa crisis global, reorganizar y modernizar la sociedad dominicana en todos los órdenes, transformando las viejas estructuras y creando estructuras nuevas:

“Así como tenemos que reorganizar y modernizar la sociedad dominicana en el orden económico, social y político, transformando las viejas estructuras y creando otras nuevas”.

  1. El ser humano es el centro de esa reorganización y modernización:

“Así mismo entendemos que la reorganización y la modernización deben abarcar el ejercicio del poder político, porque el futuro de nuestra sociedad sólo puede ser enfrentado por dirigentes armados de una concepción distinta, empeñados en colocar al ser humano en el centro de todas las preocupaciones y decisiones de los gobernantes”.

  1. El caudillismo y el presidencialismo deben ser sustituidos por una visión participativa y colegiada de la política y del Estado propia de la sociedad moderna.

“Nosotros, como líderes que creemos en la dirección colegiada de la sociedad y en el esfuerzo conjunto de todos los dominicanos en la creación de nuestro progreso social, económico y político, estamos dispuestos a descartar esta concepción egoísta y personalista, para propiciar el desarrollo global de nuestra sociedad con el aporte mancomunado de todos los sectores de nuestro pueblo”.

”No queremos decir con esto que sea la edad la culpable de los desaciertos presentes y futuros, sino la incapacidad para comprender que el presidencialismo a ultranza y el caudillismo de cualquier jaez no pueden dar respuesta a unas sociedades que, como las nuestras, exigen de una visión ágil y moderna y de una participación plural en las grandes tareas del Estado”.

  1. Hace falta la integración de la sociedad civil en el gobierno del Estado en la concertación nacional que dé vigencia al concepto de democracia social y participativa:

“Para colmar esta laguna y tamizar las discusiones de los proyectos de leyes, contribuir a la interdependencia de los Poderes del Estado, enriquecer las iniciativas de la sociedad y procurar el consenso nacional en la necesaria reforma del Estado y de las instituciones y, sobre todo, para darle vigencia al concepto de democracia social y participativa, nos proponemos crear un organismo que llamaremos de concertación nacional, integrado por el Poder Ejecutivo, la Iglesia Católica, y los partidos políticos, representantes de las universidades, de los sindicatos, del sector comercial, del campesinado, el empresariado agrícola, del sector industrial, de los profesionales, de los periodistas, de los escritores y artistas, de la mujer, del movimiento juvenil y deportivo, de las iglesias cristianas y las organizaciones comunitarias”.

En ese discurso Peña Gómez se aventura a transformar la democracia representativa en democracia en participativa a través de ideas aún nuevas entre los políticos dominicanos. En esa orientación se destacan los siguientes conceptos:

  • Ser humano, centro de la acción política.
  • Participación plural en el Estado.
  • Orden institucional moderno.
  • Democracia social y participativa.
  • Sociedad moderna.
  • Gobierno de concertación nacional.
  • Democracia funcional.
  • Consejo Nacional de la Magistratura.

Esos conceptos operan como propuestas innovadoras ante realidades vigentes que él critica e identifica con conceptos opuestos:

  • Crisis global de la sociedad.
  • Presidencialismo.
  • Caudillismo.
  • Dictadura económica: tendencia a los impuestos excesivos contra la población.
  • Construcciones improductivas.
  • Poder ejecutivo absoluto.

Esos conceptos negativos estaban representados entonces por Balaguer y Juan Bosch. Una idea de ruptura en relación con los viejos caudillos era que el país tenía la necesidad de que se implantara un “orden institucional” para fortalecer el Estado de Derecho.

Sin duda, el país ha avanzado por la carta de ruta institucional trazada por Peña Gómez en 1990,pero más en términos formales que reales. En lo fundamental esperan por su realización los tres tópicos fundamentales de la democracia dominicana, que ese líder buscaba concretar mediante la transformación de la democracia representativa en democracia en participativa: voluntad popular, Estado de derecho y justicia social.