El pasado miércoles 1 de junio un cuerpo de jurados, compuesto por 5 hombres y 2 mujeres, emitió un veredicto unánime a favor del afamado actor Johnny Depp. Depp había demandado a su ex esposa, la actriz Amber Heard, por difamación, en ocasión de un artículo publicado por esta en 2018. En su artículo Amber Heard se autodescribía como una “figura pública representante del abuso doméstico”. Aunque no mencionó a Johnny Depp, este demandó alegando que la información vertida en el artículo le había supuesto (a Depp) pérdida de ingreso y costado varios papeles actorales. El jurado, de forma unánime, concluyó que Heard no pudo probar sus alegaciones contra Depp y que sabía que las mismas eran falsas cuando publicó su artículo en 2018. Heard fue condenada al pago de 10 millones de dólares por daños compensatorios y 5 millones por daños punitivos.
A lo largo del juicio Heard y Depp vertieron acusaciones de todo tipo. Heard, por ejemplo, refirió una ocasión en la que, en Australia, Depp supuestamente le produjo lesiones en cara, barbilla, antebrazos, pies, y penetró su vagina con una botella. Sin embargo, no pudo aportar ninguna prueba sobre tratamiento médico de ninguna de las lesiones. En cambio, Depp presentó evidencia médica de una lesión presuntamente producida por una botella lanzada por Heard. Ello contribuyó a robustecer la doble estrategia de los abogados de Depp de (i) negar que Depp haya abusado de Heard y (ii) hacer de Heard la abusadora y, por ende, de él (Depp) una víctima de abuso.
¿Qué implicaciones tiene el veredicto del jurado en el caso Depp v. Heard para el movimiento #MeToo? #MeToo es un movimiento social contra el abuso, el acoso sexual y la cultura de violación. El movimiento alcanzó notoriedad a partir de 2017 a propósito de las acusaciones de abuso sexual contra el productor de cine Harvey Weinstein. Las demandas por difamación se convirtieron en un recurrente escudo defensivo, usado tanto por acusados como por acusadoras, para procurar retribución y redención de sus nombres y figuras. Sin embargo, en gran medida las partes envueltas llegaban a acuerdos antes de que los casos alcanzaran la fase de juicio.
El veredicto Depp v. Heard se produjo en fase de juicio y, por ende, puede generar en los hombres mayor incentivo a no procurar acuerdos prejudiciales. Lo anterior en razón de que el veredicto envía una señal positiva a los acusados de abuso sexual que demandan por difamación: un jurado puede hacer causa común con ellos. Sin embargo, las mujeres/acusadoras tendrán que factorizar un nuevo riesgo: el hecho de ser demandadas en difamación y eventualmente asumir obligaciones económicas de resarcimiento por acusaciones que no puedan ser probadas. Al final, el veredicto Depp v. Heard parece retrotraer el impetuoso impulso de #MeToo respecto de denuncias públicas de abuso publicitadas por mujeres. En lo adelante probablemente muchas mujeres contemplarán una poderosa razón para permanecer silentes en casos en los que el abuso no pueda ser contundentemente probado.
Dedicado a Ramón Jirón.