Las grandes figuras de la historia son aquellos hombres  y mujeres que se distinguieron por sus hechos sobresalientes. Entre ellos se destacan héroes y hombres sanos o villanos y perversos, pero existen personalidades confusas, que aun para las mentes más ágiles, resulta difícil describirlas con acierto.

Joaquín Balaguer fue una de esas figuras enigmáticas cuya vida política y personal estuvo llena de hechos y decisiones incomprensibles para el entendimiento del hombre común. Unas veces pudo actuar como el gran intelectual y líder político que fue, tomando decisiones procedentes y sabias o inconvenientes y claramente perversas, pero en otras ocasiones, su comportamiento resultaba ilógico para muchos.

Con la educación: Balaguer siempre demostró tener una inteligencia superior al promedio general. Entre los dominicanos puede considerarse dotado con una cultura superior y una de las mentes más brillantes. Fue un notable escritor, un excelente orador, estadista, abogado, poeta, historiador, político, etc., en fin, era un intelectual en todo el sentido de la palabra. Fue además de presidente de la República y entre otros cargos públicos, secretario de Estado de Educación, sin embargo, este hombre no se rodeó en sus gobiernos con la intelectualidad dominicana, ni siquiera con los más capaces. Su régimen persiguió y aniquiló una gran parte de la juventud más brillante de su época y a pesar de su labor magisterial y de catedrático universitario, como gobernante, descuidó el sistema educativo dominicano, incluyendo a los maestros y a los centros de formación docente. Llegó  al extremo de acosar constantemente, ocupar militarmente y admitir ametrallamientos al recinto de la UASD, liceos y otros centros educativos.

Balaguer designaba en la delicada posición de jefe de los cuerpos armados al hombre que años atrás había descrito como “conspirador impenitente”. Aunque Wessin delegó la presidencia del PQD, con ese nombramiento, el presidente también violaba la Constitución

El “apoyo” a la educación durante los 12 años, se limitó a la construcción de centros educativos, buscando solamente la capitalización política de infinidad de construcciones en todo el país. Pero en el aspecto del recurso humano, el resultado fue decepcionante y ocasionó que miles de maestros tuvieron que abandonar su labor pública por los bajísimos salarios y carencias de atenciones sociales y oportunidades. Esto también  provocó la proliferación de la educación privada la cual se fortaleció en este tiempo como alternativa al deprimente estado del sistema de educación pública en el país. Debido a la falta de profesores, durante la mayor parte de los 12 años de su primera etapa de gobierno, la educación quedó mayormente en manos de bachilleres que hacían de profesores improvisados.

El mejor aporte que se produjo en la educación durante los gobiernos de Joaquín Balaguer fue la iniciativa del Plan Decenal de Educación en 1992, con el cual se pretendía recuperar el largo trecho perdido en el sistema educativo durante las décadas anteriores. A pesar este destello de luz en los años finales de su vida política y las importantes infraestructuras físicas para el área educativa y cultural fue muy contradictorio el trato dado por Joaquín Balaguer a este importante sector de formación social.

En el área militar sucedió algo similar. Además del descuido al recurso humano y al mantenimiento de equipos e instalaciones, al elegir los jefes militares, importaba más su lealtad, su vocación represiva y su identificación política que la capacidad militar, producto de una buena formación profesional. Balaguer, con pocas excepciones, prefirió utilizar los viejos oficiales con mentalidad trujillista y sin formación académica, que a cientos de jóvenes oficiales, mejor preparados y formados en las academias militares durante la última década de la dictadura. Esto explicaba que se rotaran siempre los mismos generales en las posiciones de mando, mientras los oficiales de mejor formación quedaban relegados en sus cuarteles, rezagados en rangos inferiores y sin oportunidades de mando. Los más capacitados fueron siempre subestimados y tratados hasta en forma despectiva por sus superiores.

Con Pedro Santana: En “El Centinela de la Frontera”, publicado en 1974, Balaguer coloca en un merecido  pedestal de honor, valentía y patriotismo al gran adalid de las batallas independentistas, el general Antonio Duvergé. Por el Decreto #2140 de 1972, ordenó el  traslado de sus restos al Panteón Nacional (ahora Panteón de la Patria). Pero el contradictorio mandatario también ordenó que los restos de Pedro Santana fueran colocados en el mismo lugar de honor con el Decreto 1383 del 24 de octubre de 1975. Tres años más tarde, el 6 de julio de 1978, emitió el Decreto 3473, ordenando que se ejecutara la disposición anterior.  Allí también están los restos de Duarte, Duvergé, Sánchez, los hermanos Puello, María Trinidad Sánchez y otros héroes nacionales, víctimas del verdugo, cuyos restos, ahora reposan juntos. Balaguer colocaba a Pedro Santana en el mismo nivel y lugar donde descansan los restos de los mártires que había perseguido, desterrado o ejecutado.

En expresiones de extrema contradicción, en el mismo discurso de colocación de los restos de Santana en Panteón Nacional, Balaguer catalogaba la acción como “un sacrilegio” y a Santana lo definía como, “un apóstata que vendió su patria”. En un ejercicio de inescrutable ambigüedad, anatemizaba al hombre que al mismo tiempo estaba colocando en el lugar donde estaban los más grandes héroes nacionales.

Con el general Elías Wessin y Wessin: El presidente Balaguer había calificado al general Wessin como, “… un conspirador impenitente, que ha urdido una trama encaminada a quebrar el ordenamiento institucional…”. Esta expresión la hizo en un discurso ante la nación después que los jefes militares habían descubierto una conspiración que pretendía derrocarlo para establecer un gobierno militar en 1971. A raíz de este incidente, Wessin fue deportado y retirado de las FFAAA, sin embargo, pudo retornar al país en 1978 y dedicarse a la actividad política con el Partido Quisqueyano Demócrata.

En las elecciones presidenciales de 1986, el PQD se constituyó en valioso aliado del Partido Reformista Social Cristiano, con el cual, Balaguer pudo obtener el triunfo nuevamente y cuando tomó posesión el 16 de agosto de ese año, Wessin fue nombrado secretario de Interior y Policía. Pero lo más inesperado se produjo cuando en 1988 el exgeneral fue reintegrado a las FFAA y nombrado secretario de Estado de las Fuerzas Armadas. Balaguer designaba en la delicada posición de jefe de los cuerpos armados al hombre que años atrás había descrito como “conspirador impenitente”. Aunque Wessin delegó la presidencia del PQD, con ese nombramiento, el presidente también violaba la Constitución de la República al designar al presidente de una organización política como jefe de los institutos armados. Así de contradictorio era Joaquín Balaguer Ricardo.

 

Euripides Ant. Uribe Peguero. Vicealmirante ®ARD.