Al comenzar un nuevo PERIODO GUBERNAMENTAL, 2024-2028, es el momento de decisiones, diálogos, concesiones, reformas sociales, etc. y ahora hace falta oír las palabras del Profeta Oseas, quien promulgó a nombre de Dios, diciendo: “Convertiré el valle del desastre en puerta de esperanza”. (Oseas 2: 15).

La puerta aludida por el profeta se presentó en espacio y tiempo en la persona de Jesús de Nazaret. El es la puerta de la esperanza. Este vino y se identificó como Hijo del Dios Viviente, el Verbo Encarnado, el Alfa y Omega, el Camino, la Verdad y la Vida, y en docenas más de títulos. Pero, él declaró de sí mismo diciendo: “Yo soy la puerta: el que por me entre se salvará”. (Juan 10: 9). La expectativa de la añorada esperanza se culminó con el nacimiento, vida, ministerio, muerte en la cruz, y resurrección.

Es conveniente y alentador, escuchar aquí y ahora, esta expresión entre nosotros, y en todo el mundo. Esto es así, porque la situación que impera en todo el globo terrenal y precisamente en la isla de Quisqueya es similar a lo que sucedía cuando Oseas habló al pueblo de Israel, imputando que las desgracias que los seres humanos estaban cometiendo, eran similares a los tiempos actuales.

En aquel entonces, el pueblo hebreo estaba como en un desierto de aridez espiritual, la corrupción moral y la degradación humana, separaban a los fieles de Dios. Sin embargo, a pesar del estado deprimente en que se encontraba aquella gente; Dios quiso dar muestra de su misericordia, su ternura y su amor por los hombres y mujeres de esa nación. El benévolo Señor, puede hacerlo ahora en la isla Hispañola, y en todo el mundo, en la coyuntura histórica del momento.

El deseo y la voluntad divina se hicieron saber a través del profeta Oseas, quien anunció la intención del Señor de convertir el valle del desastre en “puerta de esperanza”.

La puerta de esperanza anunciada por Oseas hace más de 700 años antes de la venida de Jesucristo, se hizo una realidad cuando Jesús mismo dijo: “Yo soy la puerta: el que por mí entre, se salvará”. (San Juan 10: 9). Escuchemos, pues, las palabras de Jesús y cambiemos los desastres en bienaventuranzas.

Jesús es la puerta por donde entra el pecador, el apóstata, el descorazonado, el vicioso, el que anda por malos caminos, el borracho, el mujeriego, la prostituta, el drogadicto, el ladrón, el opresor, y todos aquellos que andan a espaldas de Dios o que están en conflicto consigo mismo, con su familia o con la sociedad, para llevarlo al camino de la esperanza, y a la puerta del arrepentimiento, el perdón y la reconciliación.

El anuncio del Profeta Oseas fue imperante y alentador para el pueblo hebreo 700 años antes de la venida de Jesucristo. Hace 2024 años que ese mensaje tiene mayor sentido para todos los que creen en el Señor Jesús, que nos asegura que, Él es el camino, la verdad y a la vida…

“Jesús es la puerta” que conduce a la conversión; al encuentro con la verdad; a la paz interna; a la buena relación con los demás, y con la esperanza de ser heredero del reino de Dios.

El comienzo de una nueva etapa de gobierno en la R.D., es tiempo apropiado para la renovación de la vida, del Estado, de los que gobiernan y los gobernados; es tiempo especial para entrar por la “puerta de esperanza”; ven pues, a Jesús quien es la puerta para que encuentres consolación, paz, esperanza, deleite espiritual, tranquilidad emocional, mejoramiento social, y seguridad plena en la vida de todos los que vivimos en este terruño.

Señor, escucha nuestra causa,

atiende a nuestro clamor,

presta oído a nuestra oración…

Ábrenos la puerta de la esperanza.