Japón es un pueblo históricamente resistente, con un acervo cultural milenario, de luchas internas y una adaptación a las inclemencias de la naturaleza que van de la mano. Las pérdidas materiales y humanas sufridas por terremotos, tsunamis y eventos catastróficos, dolorosas para el pueblo, la hacen ser más fuerte como nación.

Desde su origen, los fenómenos naturales y humanos le han ocasionado pérdidas incalculables. Las amenazas que se mantienen en el tiempo, en el hermano país asiático, son las relacionadas con eventos geológicos: sismos, terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas y deslizamientos.

El territorio de Japón se conforma en un archipiélago de 14 mil islas que van de norte a sur sobre la costa este de Asia. Se encuentra ubicada en el “anillo de fuego del Pacífico”, en el que interactúan dos placas tectónicas oceánicas, las del Pacifico y la Filipina; y dos placas continentales, la euroasiática y norteamericana. Su terreno está formado por montañas y colinas.

Por la geodinámica que ocurre en su zona, cada cierto tiempo la configuración del suelo cambia, recordándoles a los 123 millones de habitantes del país oriental, las experiencias que recuerdan los miles de personas afectadas y fallecidas en el pasado como secuelas de calamidades parecidas.

El 1 de septiembre de 1923, la región de Kanto fue golpeada por un terremoto de magnitud 9, el cual provocó destrucciones en las ciudades de Tokio y Yokohama.  Cerca de 140 mil personas perdieron la vida, un evento de los más devastadores. Tragedia que puso a pensar a las autoridades del Japón en la necesidad de diseñar planes para la implementación de sistemas de alerta temprana ante terremoto y tsunamis.

Entre los eventos que dejaron un funesto recuerdo están el acontecido el 17 de enero de 1995, ocurrido en la prefectura de Hyogo, región de Kansai, justo en la capital de Kobe. Esa ciudad vivió la amarga experiencia de un terremoto de magnitud 7.3, causando la muerte a más de 6 mil personas y 4 mil hogares destruidos.

El terremoto de Kobe causó daños significativos a las infraestructuras, incluyendo edificaciones, carreteras, puentes, elevados y viviendas. Los reportes del impacto indican que hubo unos cuarenta mil heridos y se estimaron las pérdidas y daños por 100 millones de dólares.

El viernes 11 de marzo de 2011, ocurre otro terremoto en la ciudad de Sendai, en Miyagi, con una magnitud de 9,1 ocasionando un gran tsunami. El fenómeno tuvo una duración de 6 minutos, la sacudida y el maremoto causaron la muerte de al menos de 15 mil personas, 2 mil quinientos desaparecidos y casi 7 mil heridos, y daños significativos a la infraestructura.

Cuando se habla de los marcos de acción de Hyogo o Sendai, se hace referencia a los hechos trágicos acaecidos en Japón en 2011, lugares donde después del desastres y recuperación, las Naciones Unidas realizó encuentros mundiales para honrar a esas ciudades, y luego tomar sus nombres para llamar como ellos a los acuerdos firmados por las naciones que se comprometieron con el “Marco de Sendai para la reducción del riesgo de desastres (2015-2030)”.

El Marco de Sendai plantea “la reducción sustancial del riesgo de desastres y pérdidas en vidas, medios de vida y salud, así como en los bienes económicos, físicos, sociales, culturales y ambientales de las personas, las empresas, las comunidades y los países”. La República Dominicana es unos de los Estados firmantes del acuerdo marco, y es por ello que hace esfuerzos en la reducción de los riesgos existentes en el país.

El lunes 2 de enero, recién iniciado el 2024, la costa occidental del centro de Japón es impactada por un terremoto de magnitud 7.6, dejando más de 90 muertos y decenas de personas atrapadas bajo los escombros de edificaciones. Los organismos de emergencias y rescate siguen removiendo escombros en las zonas afectadas con la esperanza de encontrar a personas con vida, en este momento se encuentran en la cuenta regresiva.

Siempre que ocurren tragedias como las vividas por los japoneses, pensamos en una de las metas del Marco de Sendai que expresa: “aumentar sustancialmente el número de países con estrategias nacionales y locales para la reducción del riesgo de desastres”.

El pueblo de Japón está preparado en el campo de emergencias por sismos; con su experiencia ha ayudado a otros pueblos, incluyendo el nuestro, el cual ha recibido contribuciones en conocimientos y equipos de rescate. Los camiones de extricación vehicular que tiene la Defensa Civil es un donativo hecho al país vía la presidencia.

Los protocolos de contingencia con que cuenta el Japón se actualizaron luego de estos últimos eventos. Crearon un sistema de alerta temprana con dispositivos que dicen dónde y cuánto tiembla el suelo en una escala del 1 al 7. El código de construcción sismorresistente del Japón establece las formas de construcción y los tipos de materiales a utilizar.

En cada obra se implementan medidas de aislamiento sísmico, en la que los edificios, apoyados en una base, se mueven hacia diferentes lados sin que se derrumben.   Son medidas de aislamientos sísmicos, con dispositivos que sirven de cojín para que la estructura se mueva sin desplomarse.

El uso de la tecnología, especialmente para los sistemas de alerta temprana ante tsunamis, utilizan boyas en el mar con señales satelitales que llegan a los móviles de manera combinada como parte del sistema urgente de detección de sismos, magnitud, profundidad y posibles zonas a ser afectadas.

Las alertas en la televisión y celulares se activan mediante la interrupción de las programaciones de los canales en vivo y, automáticamente, estos informan sobre lo que sucede en tiempo real.  El comportamiento de los japoneses durante un sismo es normal, es de calma e instinto de autoprotección. Es algo que se aprende desde el sistema educativo y profesional: básica, media y superior.

Las labores, en las empresas públicas y privadas, siguen su curso. Una serie de réplicas están ocurriendo sin representar peligro para las edificaciones. Toda nuestra solidaridad hacia el pueblo de Japón y esperamos sigan encontrando a personas con vidas debajo de las ruinas.