Sin entrar en consideraciones muy profundas, la derecha es la posición ideológica y política que se opone a los cambios y transformaciones de la sociedad. Aquella que deja intacta la estructura jurídica, económica y de clase. Sin embargo, realiza, cuando lo hace, construcciones visibles que impactan la forma de vida de la gente, privilegiando a sectores de poder.

La izquierda es lo contrario, cuando se puede, lo transforma casi todo, de arriba abajo, sin afectar las innovaciones tecnológicas y los avances científicos. Los aspectos positivos en todos los órdenes, se mantienen y se profundizan. Hasta ahora, en nuestro país, esta posición ideológica y política, no han llegado al gobierno. Aunque personas de ese litoral han alcanzado niveles de poder en el Estado.

La derecha, conocida también como el sector conservador, tiene su extremo, denominada, ultraderecha. Igual ocurre con la izquierda, con su ultraizquierda. Los extremos no son fáciles. Desenfocados, obstinados, e imponen sus posiciones de manera irracional y violenta. Gracias a Dios, están fuera de contexto, por el momento.

La derecha ha sido implacable con la izquierda

La democracia representativa, régimen de gobierno del sistema capitalista, es el escenario donde se bate la derecha y la izquierda. Nadando en sus aguas los conservadores, ya que la estructura de poder en lo económico, político y social, sin olvidar lo ideológico, están a sus servicios. Contra todas estas poderosas corrientes, de ese apreciado líquido, tiene que enfrentarse los revolucionarios.

La lucha entre derecha y la izquierda, es terrible. Se utilizan todas las armas posibles para deshacerse del adversario, desde lo físico hasta lograr, conservando la vida, que acepte sus posiciones. De ahí que se pueden observar a connotados dirigentes, militantes y simpatizantes revolucionarios, cruzando la acera…, tan campante como el Whisky aquel.

Si usted se sorprende con estos saltos de garrocha, vive histórica y emocionalmente en otro mundo. No hay que entristecer la vida con remordimientos, prejuicios y resentimientos. Eso de descalificar a todo aquel que abandona las ideas de izquierda para abrazar las de derecha, es perder el tiempo; en vez de usarlo para estudiar con el análisis exhaustivo e identificar las causas de tal desprendimiento.

En la lucha ideológica, la derecha lleva la ventaja. La democracia capitalista permite chocar los carritos para demostrar claridad en el pensamiento y su relación directa, sin inventos, con la realidad. Pero que va, la mieles envenenadas del capital llevan cualquiera a caer como una guayaba podrida en sus brazos. Muchos han caído y seguirán cayendo, es el resultado de una pugna intensa, invisible.

De esa despiadada lucha ideológica, todavía nos quedan estandartes éticos y morales, que no se han rendido al capital, ni mucho menos dar su brazo a torcer. Se mantienen firme al frente de sus entidades políticas y sociales, empujando una nueva forma de hacer política que conecte con los nuevos tiempos, sin extraviar el camino.

Tienen el reto de no sucumbir frente a la derecha. Seguir levantado los valiosos aportes de los revolucionarios por el establecimiento de la democracia que se comparte hoy; hasta esto lo quieren sepultar, ante la presente y futuras generaciones.

La izquierda trabaja y lucha para cambiar el estilo de gobernar, de manera tal que los recursos del estado no sean soporte de grupos económicos algunos ni al servicio de potencias extranjeras. Llevarla, de acuerdo al curso de la historia, a su máxima expresión de continuar el tránsito democrático con justicia social.

En este tiempo, el que no aprende a luchar en democracia no podrá hacerlo por el socialismo. Se quedará al margen de los procesos históricos que son inevitables. El cara cara de derecha e izquierda no tiene términos medios. Eso sí, amuéblese muy bien, porque en esta guerra hasta los generales caen como hojas secas…