Por décadas el "atajar para que otro enlace" ha hecho mucho daño al movimiento revolucionario
Los revolucionarios dominicanos tiene una enorme y responsable tarea de recorrer su propio camino, acompañados de los sectores imprescindibles en este tramo histórico. Desconocer el tránsito, dentro del capitalismo, se comete un grave error de apreciación y equivocar el rumbo. Sin olvidar el objetivo supremo.
Hasta ahora se exhibe, aparentemente, un cuerpo débil, disperso y con ideas confusas. Distorsiones que deben ser corregidas para poder ocupar un lugar de importancia, protagónico, si se quiere, en la rueda de la historia, que no lo detiene nadie, ni con el pensamiento. De lo que se trata: es de vencer el aislamiento con la unidad programática de las izquierdas, para dar un salto de calidad que estremezca los cimientos de la sociedad.
Es el gran reto que hay por delante: despojarse de esa sombrilla ajena que ha cubierto, un tramo histórico, a las izquierdas; zapatearse, remenearse y expulsar de su entorno sus lazos contaminantes tradicionales con una derecha, rapaz e insaciable, y políticos corruptos. Trazar la línea de Pizarro, sin que le tiemble el pulso.
Para el revolucionario, la revolución lo es todo, la razón de vivir. La vida no tiene sentido ni valor, sin resistir la embestida de un sistema que descansa en la explotación del hombre por el hombre. En la lucha sin cuartel contra las injusticias, no se debe despojarse, jamás, del espíritu rebelde que estimula su existencia en la brega. La palabra transformar lo acompaña hasta el final.
La razón del trabajo político es de darle continuidad a la vida de una manera saludable, productiva y en perpetuo cambio positivo. Un sistema, como el capitalista, que promueve la destrucción del ser humano y la naturaleza, debe ser enfrentado, sin perder la cabeza, en todos los frentes. Es la cuestión.
Para poder enfrentarlo hay que ser cuidadoso a la hora de emprender cualquier acción, por pequeña que sea, ya que la misma tiene que estar sujeta a la realidad objetiva; tomando en consideración aspectos económicos, políticos, sociales, históricos y hasta geopolítico; tomar en cuenta el grado de conciencia política y organización de la población, el nivel de incidencia de los revolucionarios en la sociedad, etc. Como ven, el asunto no es tan fácil, para los que creen todavía que la revolución está al doblar de la esquina.
El asunto es más complicado, cuando se confunde el estado de situación del sistema capitalista a la hora de elaborar una táctica política que permita a las izquierdas verse la cara con los políticos corruptos y conservadores, que representan los intereses del capital. Aquí reside la piedra angular que va a permitir escoger el camino correcto.
El mundo ha cambiado, incluyendo América Latina y el Caribe, sin dejar fuera nuestro país. La región está siendo impactado por movimientos envolventes, dentro de la democracia representativa, que permite el ascenso, vía electoral, al poder de sectores de izquierdas, progresistas y democráticos. Para insertarse en esa corriente que avanza indeteniblemente, se requiere construir, con las dos manos, un instrumento unitario, de lucha y electoral, donde no aparezcan políticos corruptos, ni la derecha recalcitrante, etc.
Hay que estar claro, clarinete, en deslindar los campos en todos los terrenos con los que se han enriquecido en forma ilegal en sus pasos por el poder; con los que mantienen y promueven formas de gobiernos y modelos económicos que empobrecen a la población e impiden la expansión de la producción de bienes y servicios, y con los que le sirven al poder extranjero en perjuicio de los intereses nacionales.
El día en que las izquierdas se unan, despojadas de la maldita sal de la derecha, renacerá la esperanza y la firme determinación de luchar, por su felicidad y bienestar, de nuestro pueblo. En todos los frentes, incluyendo el electoral, se producirá una avalancha indetenible de entusiasmo y adhesión contagiosa que pondrá en su puesto a los abusadores del poder.