En la Tierra Santa hay un representante de la iglesia Católica que viene denunciando las agresiones a los cristianos, Pierbattista Pizzarella, patriarca latino lo testimonia.

La denuncia es corroborada por Don Binder, pastor de la Catedral Anglicana de San Jorge, en Jerusalén cuando dijo que “los elementos de derecho están empeñados en judaizar la Ciudad Antigua y otras tierras, y sentimos que nada los impide ahora (…) Las iglesias han sido el principal obstáculo”.

El Vaticano News (2023) publicó que Israel impuso un límite bajando de 10 mil a 2 mil fieles cristianos para culto durante la Pascua, incluyendo los accesos al Santo Sepulcro.

El coordinador del Consejo Mundial de Iglesias afirmó (2023): “Hay persecución judaico-israelí en curso contra nosotros, motivada por la negligencia de la policía o por declaraciones hechas por ministros del gabinete israelí”. Afirma que “si la policía fuese seria, no permitiría tales incidentes. La omisión impulsa a los extremistas”. Denuncia la práctica de escupir contra peregrinaciones cristianas, además de un ataque a la tumba de la Virgen María este año”.

“El papa está furioso”, afirmó Waldle Abu Nasser, portavoz del Consejo de Jefes de las Iglesias de Jerusalén, al citar la reacción del Vaticano al tomar conocimiento de la escalada de violencias contra cristianos en Israel.

La Iglesia Ortodoxa Griega, sufrió el despojo de sus propiedades en Jerusalén y fueron transferidas a colonos ultranacionalistas israelíes.

El sionismo intenta deshumanizar a árabes y musulmanes, con el objetivo de justificar la masacre de civiles y la limpieza étnica. Se vale de pretendidas “profecías” para alcanzar ese objetivo. Ya lo dijo Benjamín Netanyahu al anunciar el cerco total a Gaza (2023):

“Nosotros somos el pueblo de la luz, ellos son el pueblo de las tinieblas; la luz triunfará sobre las tinieblas, y cumpliremos la profecía de Isaías”.

Israel ya es un Estado etnoracial, desde que el Kneset (Parlamento de Israel) aprobó la “ley del Estado Nación”, estableciendo que Israel es un estado exclusivamente judío, que tiene como su única capital a “Jerusalén unificada” y tiene el hebraico como su lengua oficial, única.

De las 65 leyes racistas promulgadas por el Knesset desde la fundación de Israel, esta dispone que los residentes palestinos de los Territorios Ocupados no podrán obtener la ciudadanía israelí.

Pues bien. Asociada a otras leyes (como la Ley de Retorno), el Estado de Israel creó una noción de ciudadanía racializada con base en el “espacio vital” que sería digno del pueblo judío.

Esa noción de “ciudadanía” judaica (basada en la exclusividad territorial y jerarquía racial), nos retrotrae a la Ley de Ciudadanía del Reich y diversos decretos que explicaban sobre su implementación, solo personas de “sangre o ascendencia alemana” pueden ser ciudadanos de Alemania.

Esa ley retiró de TODOS LOS JUDÍOS la ciudadanía alemana y los privó de los más básicos derechos humanos. Hoy, esa misma noción de ciudadanía es aplicada en Israel, contra palestinos y árabes.

Es lo que hace al Sionismo idéntico al Nazismo. Así lo muestra con todas sus letras, el Ministro de Economía de Israel, Bezalel Smotrich, en marzo de 2023:

“Quien fue el primer rey palestino?  ¿Qué lengua hablan los palestinos?  ¿Existe una moneda palestina? ¿Existe una historia o cultura palestina? Nada. No existe el pueblo palestino”.