Ciertamente, Israel se maneja en un dilema, nada envidiable. En este sentido, la escritora, psicoanalista e investigadora Perla Sneh expresa que todo en el conflicto con Hamas es desproporcionado: “¿cómo hacer cuando combatientes y civiles visten igual en un absurdo campo de batalla, hecho de viviendas, parques, escuelas y hospitales? ¿Alcanza con avisar a la población por medio de volantes, llamados telefónicos y mensajes de texto, perdiendo así el valioso factor sorpresa, decisivo en toda guerra? ¿Cómo defender a la propia población de una lluvia de cohetes si para ello hay que atravesar un escudo humano? ¿Cómo salvar al niño que está en la escuela desde donde se disparan misiles o al ama de casa bajo cuya vivienda pasa un túnel que llega al propio territorio?..Hoy que todos hablan de Israel, nos permitimos hablar de Hamas una organización que enarbola en su carta fundacional que Israel “seguirá existiendo hasta que el Islam lo extermine”; que rechaza toda “solución pacífica” por inútil”.
Para alcanzar sus metas, promueven la glorificación del martirio, cuyo objetivo es la producción industrial de miles de niños y jóvenes sacrificables; utilizando la estrategia del adoctrinamiento y la ritualización del martirio lúdico, llevando a miles de estos hacia la muerte.
Israel ha sido amenazado desde su fundación, y si de crueldad y víctimas hablamos nada es más cruel que llevar a cientos de niños y jóvenes hacia el abismo, la ruina y la destrucción. ¿Por qué ese claustro de intelectuales, movimientos, medios informativos y políticos no mencionan los asesinatos de civiles israelíes perpetrados recientemente en Jenin, Tel Aviv y Jerusalem, los asesinados en la Amia en Argentina, o por los casi doscientos mil muertos en Siria, miles de ellos palestinos y diez mil de ellos, niños, tampoco se hacen eco de los mil palestinos que Hamas mató cuando echó a la Autoridad Palestina de Gaza (los altos jefes de la OLP fueron arrojados al vacío desde el piso 17 del único edificio torre de Gaza), ni por los ciento sesenta niños palestinos que murieron cavando los túneles de Hamas, o por los ochenta y cinco muertos del reciente ataque suicida de la yihad islámica en Pakistán? .
¿De dónde proviene ese sentimentalismo piadoso, esa falsa narrativa que califica de “apartheid” y “genocida” al Estado de Israel, omitiendo verdades incómodas? ¿Dónde han ido a parar los recursos otorgados a la Autoridad Palestina por numerosas organizaciones, incluyendo los tres mil millones de dólares que Yasser Arafat ocultó del “fondo palestino” en más de doscientas cuentas bancarias en el extranjero bajo nombres falsos?.
El terrorismo es una cantera nefasta de victimarios que solo ha servido para perpetuar el odio, la locura, la muerte y la pobreza.
En una entrevista realizada a Camus y publicada en Le Progrès de Lyon (Navidades de 1951) con respecto al odio y la mentira, responde: “El odio no puede tomar otra máscara, no puede privarse de esta arma. No se puede odiar sin mentir. Todo hombre que odia, se detesta a sí mismo, en cierto modo”.
Cuando, en 1957, un joven revolucionario increpó públicamente a Albert Camus en relación a su posición con respecto a Argelia, instándolo a pronunciarse claramente por la independencia de esta –aún con toda su violencia- éste respondió, con tono grave: “En estos momentos están poniendo bombas en los tranvías de Argel. Mi madre puede estar en uno de esos tranvías. Si la justicia es eso, prefiero a mi madre”.