Desde tiempos inmemoriales la humanidad atrapada en un sentimiento de impotencia, debilidad e ignorancia ante las fuerzas telúricas de la naturaleza y los eventos desconocidos; hubo de acudir a los mitos, entonces creó una mitología, que con el devenir del tiempo ( cronos) se recreó en creencias y religiones diversas.

Sistema de creencias que se fundamentaron en dogmas como forma de doctrina sagrada, que orientaban y orientan hoy el proceder y la mentalidad no analítica, menos racional, de los portadores y guías de dichas creencias.

Sus rituales suelen ser sobrecogedores por su filosofía trascedente por la búsqueda de lo inmortal y eterno. Conceptos que les proponen a los seres su inminente salvación; una promesa atrayente cifrada en los textos sagrados que misteriosos aparecen porque dioses los inspiraron en sus pastores, apóstoles y guías; los cuales dejaron  su sagrada filosofía plasmada en el Tao Te Ching, el Corán, la Biblia y tantos manuscritos antiquísimos.

Tal como sucede en la política, que vino hermanada con la mitología en su nacimiento primigenio y consecuente evolución, se levantaron pueblos signados por lo divino, por la cultura sagrada como una especial condición de vida y poder. El caso de Babilonia, Egipto, México, Judíos y Palestino, entre otros.

Israel, con su dogma judío, se considera e interpreta como representante de Dios en la tierra, tierra sagrada, siendo Jerusalem el territorio elegido para su permanencia eterna después de esa diáspora infernal, considerándose a sí mismos los “ elegidos de la tierra” llamados por el Señor.

Su impronta es sagrada, marcada por lo “trascedente”, no importando sus desmanes y crímenes, ya que su acción es una proeza divina: una justicia legítima, sólo escrutada por Dios.

No importa lo terrenal, mucho menos la desaparición de los palestinos, es un llamado situado por encima de los hombres. Entonces, lo que importa es rendir cuentas ante el Supremo Dios, nadie ni nada ha de anteponerse a la voluntad de los judíos: “somos los elegidos” y los demás carentes de poder y exigencias, aún sea un imperio.