Epílogo de un viaje
Dixon Porter abordó el Porpoise para dirigirse a Cabo Haitiano, como señalamos en la entrega anterior, no obstante continuó escribiendo en su diario, haciendo un resumen sobre los aspectos encontrados en Santo Domingo, que consideró serían de relevancia para sus superiores norteamericanos.
“A las doce fui a bordo del Porpoise y zarpamos para el Cabo. Poco más queda por decir del país sin alargar este informe a una extensión injustificada. He tratado de dar hechos, de los que el Departamento pueda sacar sus propias conclusiones”. (Diario…Pag.220).
A seguidas el marine ofrece detalles sobre la población dominicana, el gobierno y su composición, el clima, la salud, la geografía y hace hincapiés en los recursos mineros del país, abordando de forma individual las características y dónde se encuentran las minas de oro, plata, hierro, azogue (Mercurio), cobre, carbón, el azufre y las aguas sulfurosas y minerales.
Aunque el norteamericano criticó fuertemente la situación sanitaria en el país, por la falta de médicos, consideró que los dominicanos en su mayoría lucían sanos y robustos; pero se explaya en cumplidos para la parte dominicana de la isla al mencionar la belleza de sus paisajes y de sus recursos naturales:
En mi descripción de la isla la imaginación pudo hacerme incurrir en exageración con respecto a las delicias del clima, que en mi estimación sobrepuja en excelencia a cualquier cosa parecida que haya visto; la grandeza de las montañas, la limpidez y brillo de las corrientes impetuosas, el incienso de los bosques y la belleza de los árboles tropicales, encantan de tal manera los sentidos y llenan de placer la imaginación, que todos los demás paisajes resultan insignificantes ante el recuerdo de los de esta hermosa isla. (Diario…Págs. 226-227).
David Dixon Porter luego de su descripción detallada de Santo Domingo pasa a narrar los pormenores de su corta estancia en Haití, aclarando que trataría de sujetarse a la objetividad, tal como lo hizo en el caso de su visita a República Dominicana, pero dejando ver claramente su preferencia por el pueblo dominicano: “Estuvimos en este lugar (Cabo Haitiano) sólo poco tiempo, no enteramente veinticuatro horas(…), desde el barco podíamos llanamente ver la diferencia del terreno, ya que no existía nada de aquel lujoso follaje que estábamos acostumbrados a ver. Todos hicieron la misma observación, "que no se podía comparar con el lado oriental de la isla en ningún aspecto" (Diario…Pág. 250. Paréntesis, pt.).
La complejidad de un diario.
El diario del teniente David Dixon Porter es una lectura compleja, tal como señala el señor Juan Tomás Tavares K., quien nos lo presenta de manera sintética y magistral en la edición publicada por los bibliófilos dominicanos en 1978.
Para cualquier lector medio, ni una, ni dos lecturas bastan para entender dicho informe, debido a la cantidad de temáticas en los campos geográfico, político, económico, sociocultural y estratégico que trata sobre la nueva nación, las cuales no se pueden analizar de manera trivial.
Y decimos que la lectura es muy complicada porque se omiten innumerables informaciones neurálgicas (con cortes intencionados), de las cuestiones que necesitaba Bucharnan, jefe del Departamento de Estado de la época, quién, al parecer, de manera particular envió al teniente David Dixon Porter a República Dominicana.
También debemos señalar que el diario de Dixon es un manuscrito hecho de noche, a pura vela, en varios momentos durante el recorrido terrestre; porque el día a día lo pasaba encima de un caballo y en permanente conversación con los curas católicos, los jefes militares y con los habitantes de los pueblos visitados.
David Dixon Porter además escribió en gabinete, después de abordar el bergantín Porpoise y fuera del país; porque tuvo la oportunidad de leer informes de reconocidos autores, a los que cita y reproduce algunas informaciones en su Diario de una Misión Secreta a Santo Domingo 1846, como fueron los casos de los escritos de Sánchez Valverde sobre nuestros recursos naturales e informes de los franceses, como lo fue Charlevoix, Moreau de St. Mery, quienes estudiaron esta parte de la isla de la Hispaniola o Haití.
En el mismo año y mes que Dixon Porter llegó a Santo Domingo, Estados Unidos inicia su guerra de conquista de los territorios mexicanos; y, apenas 12 meses después de que el cura de Cotuí le advirtiera lo que sucedería con Texas, en junio de 1847, ya estaba peleando en la segunda batalla de Tabasco, México, dirigiendo el vapor Spid Fire de la armada de su país. (https://es.wikipedia.org/wiki/Segunda_batalla_de_Tabasco).
Por otra parte, podemos aseverar que no nos equivocamos cuando cuestionamos el trayecto hecho por David Dixon Porter por parte del territorio de la República Dominicana en cuanto a la cantidad de millas que él dice que recorrió; tal como escribimos en Geografía de un Viaje, publicado en este periódico, que era imposible recorrer 800 millas (1287.2 kilómetros) en tan pocos días, porque en realidad no fueron millas, sino kilómetros; parece haber un error de interpretación en el traductor. Si vemos, los cálculos de las distancias que recorría el marine son parecidos a las actuales, pero si lo calculamos en kilómetros.
Nuestras carreteras aún tienen mucho del sentido y hasta del trazo de las estrechas sendas o caminos del indio, los que fueron transformándose con los años en los caminos reales por el uso de las herramientas de los conquistadores europeos; y, luego, en las carreteras actuales, producto del uso de la tecnología de los países desarrollados.
En cuanto a distancias y geografía de las poblaciones visitadas, salvo unos cuantos yerros y cambiando la palabra milla y poniendo kilómetro, el norteamericano dio en la diana, y se adelantó, en muchos casos, a nuestros primeros geógrafos Francisco Javier Angulo Guridy (1866) y el padre Billini (1884), quienes publicaron nuestros primeros tratados de Geografía con propósitos pedagógicos.
Finalmente, invitamos a los lectores interesados en la Historia a adentrarse en las lecturas de David Dixon Porte en su Diario de una Misión Secreta a Santo Domingo, para que puedan conocer una visión amplia, aunque con sesgos, de la situación política, económica y social que presentaba República Dominicana, solo dos años después de su Independencia Nacional, despertando el interés de la poderosa nación del norte en 1846, a lo que un periodista norteamericano llamó el destino manifiesto, siguiendo la doctrina del presidente Monroe de “América para los americanos”.
David Dixon Porter, 20 años después de haber hecho el recorrido y ya con rango de vicealmirante de la marina de su país, retornó a República Dominicana en una misión diplomática, cuyo objetivo era lograr que el gobierno dominicano le concediera a los Estados Unidos el control de la Bahía de Samaná, gestiones que fueron infructuosas.
Fuente:
Diario de una misión secreta a Santo Domingo (1846),
Traducción por P. Gustavo Amigó Jensen, S. J. Editora de Santo Domingo, S.A.
Santo Domingo, República Dominicana 1978. Con presentación de Juan T. Tavares K.
Sociedad Dominicana de Bibliófilos, INC.