Cuando Dixon Porter salió para Cotuí el cuarto caballo ya estaba agotado, debido al recorrido de aproximadamente 300 kilómetros por los peores caminos de Santo Domingo, Azua, San José de Ocoa, Piedra Blanca, Maimón y Hatillo, pérdida que lo inquietaba bastante, sobre todo por los costos de las monturas.
En Hatillo trató de comprarle uno de los mejores caballos al español que lo recibió, pero como había sucedido en dos compras anteriores, los precios eran exorbitantes, tal como narra: “Uno de mis caballos daba señales de fallar y traté de comprar uno gris hermoso y fuerte al español, pero me pidió mil doscientos dólares en moneda dominicana y era más de lo que contenía mi caja de viaje, por eso tuve que dejar atrás mi cansado caballo y contratar a un hombre para que me siguiera con él a Cotuí al día siguiente”. (Diario…pág. 156. Negritas, pt.)
El río Yuna, el Misisipi de República Dominicana
En 1846, Dixon Porter estaba trabajando en la Oficina Hidrográfica en Washington y como tal prestó atención a nuestros recursos hídricos de manera sistemática, destacando que Dominicana se poblaría densamente debido a los ríos, apreciación que aumentó cuando conoció al Yuna.
Lo impresionó tanto este río que lo comparó con el Misisipi, el gran río de Estados Unidos, porque serviría de vía para el transporte de la producción minera y agrícola de la provincia de La Vega. Indicaba que, si se aplicaba el trabajo, inversión de Capital y tecnología, a lo que “la naturaleza ha sembrado con tanta profusión…”, este río sería la vía de transporte hacia la bahía de Samaná, porque era “navegable por doce o trece leguas arriba”, aproximadamente de 50 a 60 km de su desembocadura., aunque en esa época “ni un barco flota en sus aguas”.
Se refería a su potencial de navegación, diciendo: “… Con pocos gastos y algún trabajo podrían nuestros pequeños vapores navegar treinta o cuarenta millas al interior”. (Diario… pág.157. Negritas, pt.).
Decía que la importancia de Samaná se la daba el Yuna y establece la relación de este río con el Missisippi y a Nueva Orleans con Samaná, diciendo:
… va a tomar toda su importancia, aparte de todos los recursos que contiene en sí misma; porque cuando estos valles se pueblen densamente, todos los productos del interior de la región, café, azúcar, algodón, etc., etc., serán llevados a flote sobre las aguas del Yuna, si no en vapores, al menos en botes planos; y tendrá la misma relación con Samaná (aunque en más pequeña escala) que el Missisipi tiene con Nueva Orleans. La presente cartografía lo confirma. (Diario…pág.157. Paréntesis, DP)
Tomó la dirección del río como guía del camino que lo llevaría a la anhelada ciudad de Cotuí durante seis horas serpenteando al Yuna: “…viajamos a lo largo de las márgenes del río Yuna (una de las corrientes más hermosas), que se retuerce a través de la isla”.
Hatillo lo fascinó como lo hizo Ocoa y una vez más decía que era “(…) la región en que debiera establecerme si buscara residir en la isla, porque se presentan todas las facilidades para llevar los ricos productos de las fincas hacia el mar”. Decía que el río Yuna tenía “agua más profunda que el Ohio en Wheeling en la marea baja y es navegable encima de Cotuí, la principal ciudad en sus orillas”.
La entrada a Cotuí
Cabalgaba hacia Cotuí cuando encontró personas que venían del pueblo montado en bueyes y bien vestidos, los cuales dijeron que Cotuí era una ciudad.
“… y por eso y por lo que mi guía me dijo, esperaba encontrar en Cotuí una ciudad grande y floreciente (…). (Diario…pág. 158,) aunque no fue así. Cotuí, también era muy pobre, pero en relación con lo que vio en el sur, Rancho Arriba, y en Piedra Blanca, le pareció “muy espléndida”.
El Marine tenía una idea diferente a lo que era una “ciudad” de la que tenían los habitantes de la zona. Cuando el norteamericano hablaba de Nueva Orleans, hablaba de una población de más de 100,000 habitantes en comparación al pueblo de Cotuí que tenía una población de 500 personas y 8,000 almas en toda la común, según le comentó el cura de la localidad.
“ (…) Al acercarme a la población, el número de luces (muchas de ellas nudos de pino) casi me hizo pensar que sin duda me estaba -acercando a una ciudad”. (Diario…pág. 158. Paréntesis DP).
Dixon llegó a Cotuí, donde encontró a los tres poderes locales que procuraba en cada pueblo de importancia que visitaba: fue recibido por el comandante, quién lo llevó esa misma noche a dormir a la escuela junto al profesor, y luego fue visitado por el sacerdote, con quien tuvo ideas encontradas sobre su misión en República Dominicana.