El concepto de inteligencia emocional no es nuevo, sin embargo, es en los años noventa cuando Daniel Goleman logra popularizarlo y de ese mismo modo se convierte en el principal referente del tema en los años subsiguientes.

Fue como si el mismo Goleman haya puesto en práctica su teoría sobre la empatía y simpatía facilitándose a sí mismo acceder a la acogida principalmente en el plano académico, educación y de la salud mental.

Médicos, psicólogos, psiquiatras y otros profesionales pudieron empatizar y simpatizar por su libro, también fue un momento oportuno para despertar mayor interés por el conocimiento del cerebro y su relación con las emociones.

La hazaña de Goleman, si se extrapolara al plano deportivo, sería como si un jugador de baloncesto encestará un canasto de media cancha dándole la victoria a su equipo en los últimos segundos del partido.

Y es que Goleman logró que el concepto de inteligencia emocional tuviera una relevancia no solo en su país si no a nivel internacional. Se estima que la venta del libro fue de unos 1.4 millones en su primer año de publicación, creando un gran impacto y obligando a muchos lectores, profesionales y personas en general, a replantearse la importancia del manejo emocional en el bienestar humano.

Este concepto principalmente plantea que el éxito profesional y laboral de los individuos no están relacionados principalmente con el coeficiente intelectual de los mismos, sino con el manejo de las emociones, porque ellas repercuten en la interacción humana, en la vida familiar, de pareja, laboral, en el vecindario, en los negocios etc.

Goleman reconoce que, aunque hay quienes tienen un coeficiente intelectual alto, el cual sin dudas le va a permitir a los individuos aprender y lograr resolver problemas con mayor facilidad que quienes tienen un bajo CI, lo que determina la popularidad y éxito profesional es como ese CI le pudo servir en sus relaciones interpersonales en su profesión.

En el plano académico regularmente nos encontramos con el estudiante que les toca examinarse en una prueba como el ejemplo de las matemáticas y nos encontramos con el siguiente panorama:

“Estudiante que le va mal en un examen de matemáticas.”
El que actúa con pobre inteligencia emocional, piensa y se dice a si mismo ¨ vaya supongo que soy estúpido en matemáticas¨
El que maneja bien sus emociones suele pensar así: ¨ vaya supongo que debí estudiar más.

Una persona con un buen manejo de la inteligencia emocional es aquella que la gente busca para estar cerca, ya que este tipo de persona provoca bienestar al otro en sus relaciones interpersonales, es aquella persona que “suele caerle bien a los demás”.

Las personas emocionalmente inteligentes prestan atención a lo que están sintiendo, saben cómo se sienten las demás personas, son capaces de regular sus emociones, se mantienen motivadas ante las vicisitudes de lo cotidiano, tienen grandes habilidades sociales, son capaces de hablar de sus sentimientos con los demás, son capaces de identificar correctamente las causas de sus emociones.

En nuestra sociedad tenemos el desafío de fomentar la inteligencia emocional en las diferentes esferas del ámbito educativo, comenzando por la niñez, la cual se ve muy condicionada a la gratificación inmediata y no a aprender a esperar el momento de la gratificación.

Uno de los puntos más importantes del concepto de inteligencia emocional es que los individuos no tengan respuestas automáticas ante los estímulos del medio “reacción” si no que aprendan a darse un tiempo para “pensar” usar el razonamiento humano al momento de verse afectado las reacciones emocionales.

Sobre estos temas continuaremos trabajando.