Han:  IA carece de carne de gallina

El discurso de Byung-Chul Han sobre el cibermundo parte de una filosofía crítica sobre la sociedad del cansancio, del rendimiento, la trasparencia, aceleración del tiempo y la pérdida de la experiencia, que denomino la posexperiencia (2023a) en el contexto del ciberespacio.

Esta sociedad se caracteriza por el fin de la privacidad, la depresión, el narcisismo, el consumismo y el déficit de atención o síndrome de burnout; resultado de la autoexplotación atravesada por la Psicopolítica (Han,2015) como forma de dominación, control emocional y de los algoritmos y la big data, que se despliega sobre enfermedades que afectan al sujeto cibernético, el cual, Han lo reduce al Homo digital (2014).

 

El filosofar de Han, se mueve entre la crítica a la filosofía hegeliana (2019) sobre el poder y nueva forma de poder-saber, acorde con el existencialismo de Heidegger, con relación al sentido humano de la existencia y su angustia por encontrarse arrojado en el mundo, sin saber de dónde viene ni a dónde va.

Por lo que el sujeto se tiene que inventar a sí mismo sin rehuir al miedo, a la muerte y a la nada. Para esto ha de contar con ánimo de piel de gallina, vivir con el corazón sin que por eso tenga que abandonar la razón, Han sostiene (2021a) que “Sin una emoción profunda el pensar no puede empezar. La primera imagen mental sería la piel de gallina. Lo primero que hace pensar y preguntar es la emoción profunda” (pp.68-69).

Esta imagen de la gallina sigue en pie, cuando analizamos los planteamientos de Han con relación a la IA, y que aparece en el libro No-cosas: Quiebras del mundo de hoy (2021b):

“La primera afectividad del pensamiento es la carne de gallina. La inteligencia artificial no puede pensar porque no se le pone la carne de gallina. Le falta la dimensión afectivo-analógica, la emoción que los datos y la información no pueden comportar” (2021b, p.53).

Han sitúa la vida en el espacio, en el mundo real. Allí el sujeto recobra la dimensión de la existencia, de la experiencia y no en la cibervida del cibermundo virtual. Aquí el sujeto cibernético se puede diluir en la posexperiencia, que es el lugar donde tiene razón de ser la IA, como un dispositivo o un software virtual.

Por cuanto: “La inteligencia artificial no piensa porque nunca está fuera de sí misma. El espíritu originariamente está fuera de sí mismo o estremecido” (2021b, p.54). Pese a que tal espíritu no escapa al cibermundo, se la tiene que ver con esa IA; y ante todo, con una relación directa con esa inteligencia envuelta en poder cibernético de control social.

Este control virtual cibernético ha seducido a Han hasta el punto de que lo manifestó cuando vivíamos en plena pandemia del Covid-19. A Han le encanta la fibra cibernética con la que se ha construido ese cibermundo en China y, como sujeto cibernético, reflexiona sobre el funcionamiento de este régimen político y ciberpolítico que más ha moldeado a sus ciudadanos hasta el punto de que no solo la privacidad es inexistente, sino también la propia conciencia:

En China es posible esta vigilancia social porque se produce un irrestricto intercambio de datos entre los proveedores de Internet y de telefonía móvil y las autoridades. Prácticamente no existe la protección de datos. En el vocabulario de los chinos no aparece el término “esfera privada”. En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. No es posible escapar de la cámara de vigilancia. Estas cámaras dotadas de inteligencia artificial pueden observar y evaluar a todo ciudadano en los espacios públicos, en las tiendas, en las calles, en las estaciones y en los aeropuertos (Han, 2020. Párr. 6-7).

 

Es bueno puntualizar que la corporación Sensetime, es la principal proveedora del gobierno chino de tecnología que giran a la IA, para controlar a sus ciudadanos, por medio de cámaras con sistemas de reconocimiento facial y con la “capacidad de leer las matrículas de los coches e incluso de predecir la rutina de las personas y anticiparse a sus próximos movimientos. La policía ya ha probado unas gafas dotadas de reconocimiento facial con las que identificar a fugitivos” (Merejo, acotaciones cibernéticas 2019).

 

Esta vigilancia de control cibernético en China, Han no la focaliza como parte de la estructura política del poder del cibermundo, no se da cuenta que lo ciber es en sí mismo una relación de control entre los seres vivos y las máquinas, lo que pasa es que en los países democráticos existe un ejercicio de libertad y conciencia crítica. Ejercicio este que Han, lo enmarca en el individualismo acentuado:

Ni en China ni en otros Estados asiáticos como Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, Taiwán o Japón existe una conciencia crítica ante la vigilancia digital o el big data. La digitalización directamente los embriaga. Eso obedece también a un motivo cultural. En Asia impera el colectivismo. No hay un individualismo acentuado. No es lo mismo el individualismo que el egoísmo, que por supuesto también está muy propagado en Asia (Ibid., Párr.9).

 

Este regocijo, por el control cibernético de IA a los ciudadanos asiático, sucede en medio de la incertidumbre y lo transido en que se encontraba Europa, Estados Unidos y América Latina, como resultado de la pandemia, Han decía, que “a causa de la protección de datos no es posible en Europa un combate digital del virus comparable al asiático” (Ibid., P Párr.10). Esto es así porque:

El Estado sabe por tanto dónde estoy, con quién me encuentro, qué hago, qué busco, en qué pienso, qué como, qué compro, adónde me dirijo. Es posible que en el futuro el Estado controle también la temperatura corporal, el peso, el nivel de azúcar en la sangre, etc. Una biopolítica digital que acompaña a la psicopolítica digital que controla activamente a las personas (ibid).

La biopolítica (Foucault) y la psicopolítica (Han) son formas de ejercer el poder sobre el sujeto, no sobre los territorios. Ambas afectan al sujeto, pero Han destaca que la psicopolítica usa técnicas de poder más sofisticadas porque actúan sobre la psique humana para manipular sus emociones, opiniones y conductas. Estas ideas se relacionan con el control cibernético que se produce en el cibermundo, que yo he llamado ciberbiopsicopolítica. Este concepto lo he desarrollado desde hace unos años y lo entiendo como la influencia y el dominio del poder cibernético cultural, social y político que caracteriza al cibermundo y cómo este moldea la vida (bio) y la mente (psico) de los sujetos a través de la cibercultura, la IA y todas las redes sociales del ciberespacio.

La ciberbiopsicopolítica, se aplica en todas sus dimensiones en la sociedad China y que Han, en su narrativa muestra admiración más que crítica sobre esta sociedad. Esto es tan así, que al final de su reflexión es que termina de manera descriptiva con una oposición a este ejercicio de poder en este país asiático:

El virus no puede reemplazar a la razón. Es posible que incluso nos llegue además a Occidente el Estado policial digital al estilo chino. Como ya ha dicho Naomi Klein, la conmoción es un momento propicio que permite establecer un nuevo sistema de gobierno (…) Ojalá que tras la conmoción que ha causado este virus no llegue a Europa un régimen policial digital como el chino. Si llegara a suceder eso, como teme Giorgio Agamben, el estado de excepción pasaría a ser la situación normal (Párr. 22).

Solo en este párrafo, Han expresa su deseo de que Europa no adopte un sistema político al estilo chino. Sin embargo, hoy sabemos que eso no ocurrió y que tampoco China logró superar a Occidente como consecuencia de su gestión de la pandemia. De hecho, los ciudadanos chinos se rebelaron contra la “política de Covid cero” y protestaron en varias ciudades como Pekín, Shanghái o Wuhan. Mientras tanto, la Unión Europea y Estados Unidos aprendieron a convivir con el virus hasta conseguir reducirlo al mínimo, sin necesidad de una estructura ciberbiopsicopolítica como la de China.

 

Con la IA, se seguirán incrementando los dispositivos ciberbiopsicopolíticos, lo que hace pensar que la carne de gallina podría con el tiempo ser absorbida por unos vientos helados que la convertiría en gallina congelada, donde la emoción, el corazón sería un sensor para medir la temperatura de lo frio y lo caliente en el sujeto cibernético. Si tal momento llegara solo existiría el cibermundo edificado en el ciberespacio y dirigido por androides. Robot y ciborg, porque tanto el mundo como el espacio dejarían de existir. Por suerte esto se encuentra en la ciencia ficción y que parte de esto podría ir dándose en el siglo XXII, con la IA fuerte, pero solo estaremos vivos para ver el funcionamiento de la IA débil.