Es bien conocido que las universidades de los países en vías de desarrollo concentran sus actividades en la docencia. Por lo general, sus limitados recursos no alcanzan para patrocinar investigaciones y las actividades de extensión son igual de escasas. Algunas de nuestras universidades, sin embargo, hacen contribuciones importantes más allá de la docencia. En materia turística el liderazgo del INTEC es digno de destacar. Su activismo de los últimos tiempos podría consagrarlo como nuestra “universidad turística” por excelencia.
Hace décadas que en el país existen programas de formación profesional en turismo a nivel universitario y la PUCMM anuncia una oferta de educación en línea con la OMT y el MITUR.
El Estudio Sectorial de Hostelería y Turismo (2019), un enjundioso compendio de información, contabilizó 21 universidades con programas de formación. Ese estudio concluye: “La matriculación en programas relacionados al turismo en estudios universitarios ha experimentado una reducción en los últimos diez años en torno al -25% llegando a los 9,579 alumnos inscritos”. Su conclusión: “El sector turismo necesita atraer el talento y formar mejor a profesionales para gestionar el cambio, elevar la calidad del servicio y crear las condiciones con las que reposicionarse en segmentos de demanda de mayor impacto económico”.
La contribución destacable del INTEC en materia turística, sin embargo, no tiene que ver con la docencia y la formación de profesionales de turismo y hotelería. De hecho, la institución no ofrece ningún programa de formación profesional en esos campos. Su involucramiento turístico tampoco viene de la mano de sus diferentes instancias de estudio e investigación: 6 centros de estudio, 19 laboratorios y 5 observatorios. Aunque en el 2005 el INTEC quiso crear un Centro de Desarrollo Turístico y firmó un acuerdo con ASONAHORES para un “Concurso Anual de Investigaciones Turísticas”, la iniciativa fue natimuerta. Algo similar sucedió entre ASONAHORES y la PUCMM.
Ya en el 2017 INTEC cerró filas con la PUCMM y la UNPHU para crear, conjuntamente, el Observatorio Dominicano de Turismo Sostenible, un proyecto propuesto por quien escribe. Sin embargo, no se logró conseguir un financiamiento semilla para la nueva entidad. El proyecto ha quedado suspendido por falta de apoyo financiero, el cual sería preferible que provenga de fondos internacionales de cooperación para garantizar la independencia de la entidad (tal y como lo sugirió un reporte del BID del 2009).
En el 2021 INTEC asumió un rol protagónico al ser designado su rector como coordinador del Observatorio de Buenas Prácticas del MITUR. Aliado a otras universidades, ASONAHORES y a la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental, en ese rol INTEC ejerce una veeduría sobre las operaciones del Comité Ejecutor de Infraestructuras Turísticas (CEIZTUR). “El objetivo fundamental del Observatorio es garantizar el cumplimiento irrestricto de la Ley 340-06 sobre Compras y Contrataciones de Bienes, Servicios y Obras, y además lograr innovación tecnológica y colaboración de las academias dominicanas en una alianza pública privada para mejores prácticas”. Esta iniciativa del MITUR fue ampliamente aplaudida y no tiene precedentes.
Mientras, motivado por el grave problema del sargazo el INTEC se ha involucrado más directamente con el sector. El pasado año firmó un acuerdo con ASONAHORES para la capacitación del personal turístico sobre ese flagelo y posteriormente ambas entidades han realizado actividades conjuntas en búsqueda de soluciones a la problemática. Mas allá de su involucramiento con ese gremio, el INTEC ha dialogado con el MEPyD y el Grupo Punta Cana (GPC) para articular esfuerzos ante el desafío del sargazo. Recientemente el INTEC apoyó la propuesta del GPC para la creación de un fondo público-privado para enfrentar tal desafío.
Mas allá del intercambio con entidades interesadas en la problemática del sargazo, el INTEC se ha incorporado a una red de investigación universitaria para el manejo y tratamiento del sargazo. Previo a esa membresía INTEC produjo una investigación sobre esa macroalga que determinó que esta exhibe una alta concentración de arsénico. También un estudiante de Mecatrónica del INTEC inventó un recolector autónomo de sargazo que fue exhibido en noviembre 2022. Más recientemente, INTEC y la FAO produjeron una investigación que creó un biofertilizante líquido del sargazo para su uso en la agricultura. Ya la prensa ha anunciado que la marea del sargazo se ha prácticamente disipado y tal vez por eso este año no se podrán continuar las investigaciones por falta de materia prima. Pero es de esperar que el INTEC continúe sus consultas y colaboraciones con otras entidades para seguir buscando las soluciones más apropiadas.
Mientras, el activismo del INTEC que atañe al sector turístico también se está materializando en otras áreas. En el 2018, para citar un ejemplo, un estudio del INTEC sobre las áreas protegidas del SINAP estableció que: “La cantidad de unidades de conservación que existen no pueden ser manejadas de forma efectiva, en parte por las serias limitaciones presupuestarias, pero sobre todo por el enfoque de manejo prevaleciente, anclado en una perspectiva de gasto mínimo en la que los bienes y servicios ecosistémicos se asumen como insumos de coste cero. De hecho, del total de unidades de conservación solo el 21 % cuenta con planes de manejo y alrededor del 50 % carece de estructuras administrativas”.
Empalmando con sus extraordinarias capacidades en el área ambiental, el INTEC también aunó esfuerzos con el Instituto Dominicano de Desarrollo Integral (IDDI) para desarrollar un prototipo para la desalinización de agua con energía renovables. Este consiste en “un microsistema aplicable para el desarrollo acelerado de tecnologías que faciliten la adaptación al cambio climático. Este consiste en un sistema piloto de generación distribuida multietapa de agua potable basado en desalinización termo solar”. En vista del galopante agotamiento del Acuífero del Este, lo cual representa una amenaza ominosa contra el turismo, será deseable que este aparato se pruebe en hoteles a fin de conjurar el grave problema de la intrusión salina en esa región.
El INTEC dispone de capacidades para continuar expandiendo sus bienhechoras iniciativas en el sector turístico. (Después de todo, es la única universidad dominicana que ha puesto un satélite en órbita.) Por sus sobresalientes capacidades en materia ambiental su contribución principal debe estar dirigida a fortalecer la sostenibilidad del sector. Un diagnóstico del PNUMA del 2019 sugiere que los cinco principales objetivos para los hoteles en esta área deben ser: “1) reducir 25% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 (con respecto a los niveles de 2020), 2) disminuir 25% el uso de energía no renovable, 3) recortar el desperdicio de alimentos a la mitad, 4) eliminar completamente los plásticos de un solo uso y 5) adoptar una certificación de sostenibilidad”.
En el 2021 la OMT nos sugirió un “modelo turístico dominicano basado en los pilares de innovación, emprendimiento, educación y nuevos destinos, destacando la importancia de tomar en cuenta el turismo rural, como forma de contribuir con las economías locales y las familias que las integran”.
Este año la OMT también sugirió que el país desarrolle una universidad turística en Punta Cana. (Ya en Punta Cana hay dos universidades dominicanas que ofrecen docencia para el sector turístico, UNIBE, UCE). Ahora faltaría que INTEC sea apoyada por la OMT para que, plantando una sede en la región, pueda ayudar a lograr los cinco objetivos del PNUMA.