Los países que han podido superar niveles de desarrollo y convertirse en referentes a nivel mundial han tenido varios aspectos en común. Uno de ellos ha sido la inversión en innovación y desarrollo (en lo adelante “I + D”) como política pública, destinando no solo capital humano y estrategia concreta, esto incluye también partidas importantes en el presupuesto público para los proyectos. Es fundamental que exista una política concreta en innovación y desarrollo, tomando en consideración el constante cambio de nuestra sociedad y los avances tecnológicos.
La I + D en el presupuesto público es fundamental para el crecimiento económico sostenible, la competitividad global y la mejora de la calidad de vida de una sociedad. Esta cuestión es una tarea pendiente que se puede observar fácilmente en el presupuesto público y que no ha sido abordada estratégicamente como una política pública de manera integral. No se trata de asignar un porcentaje específico en el presupuesto, ya que, sin un plan y objetivos claros, lo que muchas veces se produce es un despilfarro.
Un ejemplo es el 4% para la educación, cuya efectividad y calidad en la inversión es cuestionada por muchos sectores, quizás porque no ha brindado resultados concretos, aún cuando se le han asignado esos recursos. Pero quizás, vale preguntarse, ¿existían estudios previos y un plan determinado de cómo utilizar los recursos que eran reclamados por la sociedad, para mejorar y eficientizar la educación primaria y básica? ¿se sabía cómo y por dónde comenzar? Si adecuar y crear nuevas infraestructuras educativas o sanear y profesionalizar los docentes. Otro aspecto, importante que no tengo claro si se determinó, es ¿en qué tiempo se podía lograr el cumplimiento de las metas? ¿cómo se realizan las mediciones y cuáles eran los indicadores? Luego de varios años destinando el 4% a educación, creo que muchas de esas interrogantes tienen vigencia hoy día.
Retomando el tema de I + D, para el presupuesto del 2024, se disponen fondos para ciertos programas e investigaciones en algunas entidades públicas, así como de cooperaciones internacionales que no superan el 0.5% del PIB. Sin embargo, es probable que algunas de las interrogantes planteadas anteriormente, también estén presenten en las pocas asignaciones económicas realizadas en el presupuesto a la I + D.
La I + D adquiere una mayor relevancia luego de haber vivido lo que sucedió a raíz de la pandemia COVID-19 y cómo puede acelerar las respuestas efectivas ante calamidades, cuando los países tienen un efectivo programa de incentivos a la I + D. La existencia de una política pública bien estructurada de inversión en I + D tiene grandes beneficios para el crecimiento del país, que, sumado a la ubicación estratégica, el impulso de un hub logístico, y el nearshoring puede representar una importante ventaja estratégica, lo que puede implicar un impulso significativo al crecimiento económico. Aquellos países que invierten en I + D suelen ser más competitivos, ya que tienen una mayor capacidad de generar nuevas ideas, tecnologías y procesos innovadores; características fundamentales para ser relevantes y mantener la competitividad en una economía globalizada.
La I + D crea y desarrolla un campo, prácticamente inexistente en el país vinculado al sector científico y tecnológico. Como escasos ejemplo se encuentra el Parque Cibernético de Santo Domingo y el Instituto Tecnológico de Las Américas (ITLA), que con el transitar de los años ha ido perdiendo relevancia y protagonismo, sin que la ciudadanía conozca los resultados de sus investigaciones y proyectos de impacto para la sociedad. Otro aspecto relevante, es que aquellos países comprometidos con la I + D tienden atraer inversiones extranjeras, enviando señales positivas cuando existe una política pública robusta, así como una inversión de recursos razonable en I + D.
El último elemento que quiero compartir sobre los beneficios de un buen programa de inversión en I + D es el vinculado a la educación y cultura. Es una manera de mostrar desde una edad temprana a quienes se integran a la productividad nacional y economía, de que existen otras posibilidades más allá de lo que luce ser referente para la juventud, como serían los influencers, tik tokers, entre otras modalidades; y es que, si no se incentiva la investigación e innovación, no se puede pretender que la juventud valore otras alternativas a las que actualmente parecen que son las promovidas por parte de una generación.
Un enfoque y políticas públicas efectivas en I + D debe necesariamente incluir al sector privado, para que se involucre y aporte sus capacidades, y que conjuntamente con las inversiones públicas y privadas que se realizarían se pueda fomentar, investigar y desarrollar proyectos e iniciativas que generen valor a la sociedad, como por ejemplo, en la industria farmacéutica y médica, tecnológica, inteligencia artificial aplicada, aeronáutica, movilidad aérea urbana, espacial, por mencionar algunas áreas.
En definitiva, la I + D en el presupuesto público con una política pública integral en colaboración con el sector privado, no solo impulsa el progreso científico y tecnológico, sino que también tiene beneficios sociales y económicos que contribuyen al desarrollo integral y sostenible de un país.
Espero que este sea un enfoque prioritario en el corto plazo del Gobierno Dominicano y que se inicie un programa público-privado de I + D para desarrollar una política pública con un alcance transformador, cuyos resultados no serían palpables en menos de 10 – 15 años. Pero para ello, debemos iniciar hoy y construir lo que queremos como sociedad en 15 años. No esperemos más. Hay que promover e incentivar la cultura científica y tecnológica ahora.