Continuando nuestros viajes y suponiendo que estos requieran integrarnos al “expreso 27 febrero”, después de atravesar la calle  Doctor Defilló, empieza una procesión que es causada por varias razones, la primera por la combinación del tránsito de la 27 de febrero con la del expreso, en segundo lugar por la salida del expreso de vehículos hacia la 27 de febrero que se ve afectada por la paralización del tránsito en la Winston Churchill en cuya intersección se ha sustituido un semáforo por un agente que también debe dar preferencia al tráfico que regularmente se produce  a tempranas horas de la mañana de norte-sur y viceversa de personajes que no pueden esperar el cambio de las luces del semáforo y finalmente, esta procesión tiene una última razón y es por el tercer “embudo” que se produce a la salida del túnel, por las mismas razones que el anterior, ya que muchos de los conductores que van por el túnel, salen hacia la 27, otros siguen el expreso y los demás se integran al expreso provenientes de la 27 de febrero.

 

Todo esto se produce como si fuese una fotografía de lo ocurrido en la Winston Churchill, pero en este caso por la sustitución del semáforo de la Avenida Tiradentes por un agente que crea una cola que prácticamente paraliza el tránsito de los vehículos que salen del túnel.

 

Continuando por el “expreso 27 de febrero”, la próxima tortura la encuentra en la parte frontal del centro olímpico que se extiende hasta la terminación de nuestros viajes en la Leopoldo Navarro al inicio del elevado de la 27.

 

En este escenario se produce el cuarto “embudo”, que se inicia a la entrada del desnivel de la Máximo Gómez, como consecuencia del tránsito que viene por el “expreso 27 de febrero”, el que se integra por la 27 de febrero y calles laterales que choca con los que provienen del “expreso 27 de febrero” que salen a la 27 de febrero. Habría que señalar que al igual que en los demás embudos de nuestro viaje, este taponamiento se agrava porque a la salida del desnivel de la Máximo Gómez los vehículos que se dirigen hacia la Leopoldo Navarro en las horas pico no pueden salir porque en esa esquina se coloca un agente que contribuye a crear una larga fila que impide que los estos puedan abandonar el expreso.

 

Es conveniente indicar, que estos recorridos desde la Luperón y desde la Núñez de Cáceres hasta la entrada del elevado de la 27, de aproximadamente 8.5 kilómetros, en promedio requieren de unos 45 minutos de tiempo, lo que arroja una velocidad promedio de 11.3 kilómetros por hora. Esta velocidad contribuye a que el consumo de combustible se haga mas de 2.5 veces mayor al consumo de su vehículo y naturalmente a cientos de miles de horas hombre perdidas que se reflejan finalmente en una disminución de la productividad y eficiencia de nuestra fuerza laboral.

 

Al ponderar los viajes realizados y las situaciones encontradas se tienen las siguientes consideraciones:

 

Como se ha visto al señalar el expreso 27 de febrero, lo hemos escrito entre comillas, porque esta vía como se ha podido apreciar no reúne ningunas de las condiciones que caracterizan una vía expresa, de acuerdo con su definición. Esta vía definitivamente fue mal diseñada y sin ninguna visión de futuro y de acuerdo con el tráfico que circula por esta se podría señalar que los actores regentes del sector deberían ir estudiando, analizando y proyectando soluciones integrales que puedan atenuar por lo menos el futuro muy peligroso que promueve una situación mas calamitosa.

 

Para saber la magnitud en cuanto a las pérdidas indicadas, habría que cuantificar el tráfico que diariamente se mueve en el perímetro analizado y tomando en cuenta las velocidades promedio señaladas obtener el monto de estas externalidades negativas en cuanto al consumo de combustibles y horas hombre perdidas, que es el país que finalmente paga el elevado costo social de las mismas.

 

Si se analizan otros perímetros del Gran Santo Domingo, y se expande a ciudades de mucho tráfico, como Santiago, usted puede casi asegurar que las pérdidas son de magnitudes inimaginables que pondrían a cualquier gobierno a tomar acciones urgentes que las vayan mitigando.

 

Finalmente hay que indicar que adicional a las deficiencias de estas vías y de los actores del sector, habría que añadir la falta de principios educativos y de educación vial de los conductores del país que magnifican los problemas del tráfico.