El autor argentino Jorge Luis Borges tiene escrito un cuento intitulado El Inmortal, que a los fines de este escrito solo me voy a referir como una alegoría.

Esa raza se caza entre sí para alimentarse de la energía del otro y prolongar la vida y a la vez obtener poder de seguir siendo inmortal. Lo anterior es para referir que, de una forma u otra, somos esa raza. Decapitamos al prójimo para ser más fuerte. Ese intercambio de energía permanente entre los seres vivos para mantener la cadena de sobrevivencia es a lo que al final es la vida.

Cuando nos vamos haciendo mayores y van desapareciendo la vida de las gentes que nos importan, ¿quién niega que no nos alimentamos de ellos para seguir vivo y a la vez ellos lo hicieron con los otros, conocidos o no? Entonces la inmortal es la vida, nuestra individualidad es tan solo un eslabón de esta cadena metafísica que se llama vivir. Un círculo hala al otro hasta comprimirse y volver a comenzar eternamente hasta convertirse en un punto y seguido. El amigo, familiar o desconocido que muere nos cede un cúmulo de energía para que sigamos vivos y hagamos lo mismo. Somos uno junto con la totalidad individualizada o no, lo queramos o no de todo lo que se muere, sintámoslo o no. De acuerdo a la edad que tengamos y hallan vueltos a nosotros esa energía de los que compartirmos afectos, ideas, sueños, dependerá el tiempo a sobrevivirle para cederle a otro esa energía cedida.

Los que mueren como materia nos ceden su energía para que seamos fuerte por el tiempo en que tendremos que cedérsela a otro de los nuestros, no como el cuento de Borges a una individualidad que depende de una  batalla, sino como una sabiduría oculta, que también nuestro fin puede estar cerca y mientras con más lucidez cedamos nuestra energía más provechosa les resultaran a nuestros seres queridos que puede ser hasta una flor que cultivemos con amor para completar su ciclo. Un ser con el que nos granjeamos toda una vida. La primera en hacer eso son los padres, su inmortalidad se las traspasan a sus proles y en la medida que se va ensanchando círculos de vida a aprovecharse asimismo más útiles somos para los demás que asumirán esa energía concentrada. Ensanchar círculos aquí consiste en labores para que el otro sea cada vez más consciente de su papel de eslabón de la cadena de vida. Cualquier labor que permita que un ser viviente cumpla su ciclo y lo acepte con entrega mayor aprovechable será su energía para los suyos y la vida que le rodea.

Somos uno solo, un solo hombre, que no los queramos comprender ante las ideas, razas, especies, es otra cosa. Tenemos los mismos intereses en común, no porque lo queramos sino por la vida. La que podemos suspender su ciclo que acelerar su destrucción, sea porque una enfermedad incubada por la vida nos haga dizque partir antes de tiempo o destiempo, cosa que lo que son conceptos adstratos para definir cosas que percibimos en nuestro hacer y no hacer.

Lo cierto es que somos uno e indivisible en la razón más intrínseca, universal, terrenal… y al apartarnos del camino o apartarnos de lo que estamos haciendo es cumplir un ciclo para que todo siga funcionando bien hasta el tiempo que nos toque a nosotros. Ese poder que conseguimos también en batallar por la vida, es para que lo aprovechemos en ser agradecidos hacia lo que cada quien desee, que posee un solo objetivo llamado: VIDA CONTINUA EN LÍNEA INDEFINIBLE.