A menudo notamos personas que mantienen posturas inmorales, falsas o traidoras, pero logran adquirir mucho dinero y podríamos preguntarnos: ¿Para qué sirve la ética? Puede ser que te esfuerces en actuar correctamente, pero te desanimes cuando ves que algunos parecen triunfar sin respetar a los demás.
Es frecuente la doble moral, juzgamos diferente lo que suceda dependiendo de si se trata de alguien cercano o de un desconocido. Si tu hijo roba algo es un chico inquieto, si lo hace otro joven es un ladrón. Si tu hija adolescente sale embarazada, la engañaron, si es otra joven es una sinvergüenza. Si robas como funcionario, eres hábil para defenderte, si es otro es un corrupto. Si un hombre es infiel, le parece una picardía, si lo es su esposa, lo considera una sucia traición. Si nuestro líder religioso insulta a alguien, tiene carácter, si es el de otra religión, carece de amor al prójimo.
La doble moral supone graves deficiencias en la categorización de los valores, nos sumerge en un mar de incoherencias y el ser humano no puede tener buena salud mental cuando se apoya en incoherencias.
Los animales salvajes y algunos psicópatas tienen pocos valores. Pero hasta entre los lobos hay un orden indispensable para que la manada pueda sobrevivir. El hecho de que necesitamos normas, ética, moral, leyes o valores, es una verdad absoluta y el solo hecho de dudarlo es el mejor indicador de un posible descalabro futuro.
Muchos consideran que en el futuro se habrá perdido la ética. No podemos garantizar que no sea así, pero sí podemos asegurar que, si eso sucediera, el hombre estaría iniciando una cuenta regresiva para desaparecer y ser sustituido por alguna otra especie en el planeta. Sin embargo, la evolución no retrocede, por lo que, aunque sea de forma diferente el camino continúa, pero podría ser de forma no sospechada por nosotros.
Otra ley absoluta es que no existe el crimen perfecto. Solemos pensar que si hacemos cualquier bajeza y logramos que otros no lo sepan, sería prácticamente algo perfecto. Quien mata a una persona, realmente de lo que menos debería preocuparse es de la justicia humana. Me contaron de un sicario, que nunca fue sentenciado por sus crímenes, ya anciano y en su lecho de muerte le rogaba a su hijo que nunca matara a nadie. Le aterraba que su hijo tuviera la misma vida que él tuvo.
Independientemente de que alguien sea religioso o no, si cree en un ser superior, que todo lo sabe, que todo lo puede, a quien se considera como fuente de justicia y verdad, y que, aunque se pueda perdonar, toda acción tiene consecuencias, con esta conciencia no hay posibilidad para el crimen perfecto. Si alguien cree que Dios puede ser engañado, evidentemente no es en Dios que cree, sino en alguna otra cosa.
Algunos han desechado las tradiciones judeocristianas por alguna razón y simpatizan por las religiones orientales. Ahí le habrán dicho que absolutamente toda conducta generará un karma o dharma, mediante el cual cualquier daño que haga lo experimentará de igual forma en carne propia en su vida presente o futura, para que pueda aprender y se restablezca el equilibrio cósmico.
Otros dirán que sus vastos conocimientos los colocan más allá de esos “cuentos infantiles” de la religión. Pues dada su cultura sabrán que la energía es eterna y la materia temporal. Sabrán que toda materia es en realidad energía en un rol transitorio y que por tanto nosotros también somos energía. La energía fluye en un orden que a algunos nos parece perfecto. Las leyes del Universo son estrictas y no erráticas, no pudiendo alterarse antojadizamente.
La forma de pensar determina las emociones y estas conllevan patrones vibratorios específicos. Pensamientos negativos generan emociones tóxicas que hacen que se altere el equilibrio psiconeurofisiológico, por lo que se afectaría la salud en general. Provocaría también conductas inaceptables, de manera que, aunque se pueda tener cómplices o secuaces, no sería factible disfrutar de una verdadera amistad. La ética mejora tu salud y calidad de vida.
La mecánica cuántica comienza a revelar que nuestra energía interactúa con la energía que nos circunda, por lo que somos en realidad una especie de antena que se mantiene irradiando y recibiendo vibraciones de diversas frecuencias. Mientras más positiva sea nuestra frecuencia vibratoria, más positiva será nuestra calidad de vida, porque recibimos en la misma frecuencia que emitimos. Lo que vendría a explicarnos la ley de causa y efecto. A quien le desagraden las consideraciones éticas de las Sagradas Escrituras verá que la ciencia moderna establece lo mismo, pero con un lenguaje técnico.
No queremos confundir, pero lo expuesto puede explicarnos, en el terreno conceptual en que nos encontremos, el hecho de que la inmoralidad discreta es tan solo una ilusión pasajera propia de Homo sapiens inmaduros y los valores morales son el cauce por donde la existencia humana puede fluir satisfactoriamente.