Hoy que disponemos de informaciones de todo tipo, que podemos obtener de nuestras pantallas casi cualquier conocimiento que le solicitemos, es importante poder determinar si las informaciones que recibimos son falsas o no. Esto es necesario debido a que nosotros actuamos de acuerdo con nuestra cultura y valores, o al menos, eso intentamos hacer.
En cierta forma tenemos exceso de informaciones por lo que se impone la necesidad de analizar los datos que nos llegan para poder entenderlos, clasificarlos y valorarlos, sabiendo que información y verdad, no siempre es la misma cosa. Debe recordarse que no a todos los que comunican les interesa decir la verdad, que algo puede ser real o apropiado para mí, pero no para ti, que quien informa podría equivocarse y que algunos son capaces de asegurar cualquier tontería si creen que eso les aporta beneficios.
Los “fake news” o noticia falsas siempre existirán y lo normal es que tiendan a multiplicarse, pero es de suma importancia que desarrollemos cada vez más nuestro pensamiento crítico, que nos permita aprovechar realmente toda la información que está actualmente disponible. Recordando que los más informados a menudo no son los más sabios.
De manera especial debemos estar alertas ante la enorme proliferación de pseudociencia. En la pseudociencia se utiliza una base científica a la que se agregan datos sin fundamentos, simplemente por ser historias que nos gusten o nos convengan. Ciertamente todo conocimiento científico comienza con una idea, una intuición o una observación que posteriormente se somete a un proceso de investigación para determinar si es falsa o verdadera. La Pseudociencia no es un paso previo para llegar a la Ciencia, porque supone la presentación de datos no demostrados pretendiendo que son conocimientos científicos, no habiendo un real interés en alcanzar la Verdad.
Si digo que en la inmensidad del Universo tiene que haber más seres inteligentes que los terrestres, que podrían habernos visitado en alguna ocasión y que creo que están entre nosotros, no se me puede acusar de pseudociencia por compartir aquello que creo. Pero si dijera que sé que es así, tendría que presentar evidencias que me permitan afirmarlo de manera contundente. Si dijera que está científicamente demostrado, tendría que poder citar cuál científico y cuáles documentos o investigaciones científicas avalan ese planteamiento. De no tener evidencias aceptables, es pseudociencia.
Nuestras informaciones, afirmaciones, opiniones y comentarios forman parte del entramado ideológico o marco conceptual de la humanidad y debemos ser responsables con la información que generamos. Hay demasiada basura que sobrecarga nuestros medios de comunicación y nuestras conciencias para que la aumentemos medalaganariamente.
Estamos manejando muchas informaciones no demostradas, pero ese no es el problema. Puedes creer en extraterrestres, hadas, duendes, brujas, ángeles, magos o cualquier otra entidad diferente a una persona común y corriente, pero es importante recordar siempre que es una creencia. Desde el momento en que sin tener pruebas afirmas tener seguridad y no simplemente suposiciones o creencias, estaría en juego tu salud mental, tu credibilidad y tu confiabilidad.
Muchas personas dicen creer en la Ciencia, pero en la Ciencia no hay que creer, usted puede creer en una revista científica, en un científico determinado, en un laboratorio de investigaciones o podría no creer en nada ni nadie y dedicarse a investigar personalmente cualquier supuesta teoría científica, pero su protección contra las noticias falsas es el pensamiento crítico que analice detalladamente cualquier información sin importar de donde provenga. Sin embargo, creer ciegamente en algo o alguien vinculado a la Ciencia, o creer en científicos, no nos convierte en científicos y no necesariamente demuestra que tenemos un pensamiento objetivo.
En la reciente pandemia del COVID 19, pudimos ver grupos de científicos afirmando con mucha certeza que un elemento era positivo y conveniente, mientras otros científicos afirmaban muy convencidos exactamente lo contrario. Ambos argumentaban tener evidencias científicas, pero ambos no podían tener razón porque eran posiciones no reconciliables. Esto debe bastar para hacernos comprender la relatividad de las informaciones científicas, lo que es importante es la determinación para investigarlas.
No tengo un potente telescopio para estudiar los astros, por lo que debo escuchar y confiar en lo que me digan los astrónomos, recordando que los científicos son ellos y yo, un amante de la Ciencia y creyente en ellos.
Todos, sin excepción, podemos ser engañados, lo cual es bueno reconocerlo para activar nuestro sentido crítico. Al analizar alguna entidad o concepto puedo equivocarme, pero siempre deberé utilizar mi racionalidad para conocer de forma adecuada la realidad. Lo que no es sano es el mantener intencionalmente posturas equivocadas. Los engaños que más nos dañan son los autoengaños.
Estamos obligados a cuestionar constantemente lo que sabemos y a las fuentes que nos ayudan a conocer lo que no sabemos. No tenemos que temer a escuchar teorías extrañas, siempre que estemos dispuestos a analizarlas de manera crítica. Pero quien cree ciegamente todo lo que le cuentan, debe ser muy selectivo con la gente a las que escuchará.