Recientemente, se han producido desacuerdos entre algunos economistas norteamericanos sobre la naturaleza de la inflación y de las recomendaciones de políticas económicas para superarla. En julio del 2021, la Reserva Federal (FED) tenía la idea de que la variación del nivel de precios sería temporal; no obstante, poco tiempo después, en diciembre de ese mismo año, la FED reconoció que la inflación sería persistente en el tiempo.

 

Igualmente, Larry Summers, exsecretario del Tesoro de los EE. UU., argumentó que había elementos en el proceso inflacionario que sugerían la persistencia de la variación positiva del nivel de precios. El exsecretario del Tesoro arguyó que la inflación había afectado no sólo a bienes de la canasta de consumo básica, sino también a algunos bienes clasificados fuera de la misma, tales como los vehículos de segunda mano que habían incrementado sus precios en 30% y los automóviles nuevos cuyos precios aumentaron en un 17%, mientras que los bienes muebles del hogar aumentaron en un 10%. Sin embargo, Jerome Powell, presidente de la FED, continuó afirmando que la inflación sólo había afectado a unos cuantos bienes de la canasta básica, los que contribuyeron al aumento de la inflación en un 6.2% para octubre del 2021, aunque esta cifra corresponde a la inflación más elevada en las últimas tres décadas.

 

Powell, argumentó que todavía no tenía evidencia de que se produciría una espiral inflación-aumento de salarios que profundizara los efectos inflacionarios.  En efecto, según Summers, en el mercado de trabajo existen todavía puestos de trabajo vacantes y hubo también abandono de empleos que han encontrado colocaciones más beneficiosas en negocios de comida rápida y en la banca de inversión, en los que han conseguido aumento de salarios de dos dígitos. Añadió que tampoco las expectativas de inflación apoyan la hipótesis de que la inflación se reduciría en los próximos meses. Sin embargo, cuando el presidente de la FED produjo esa declaración, las expectativas de inflación eran de 2.5%, varios meses después esa misma variable aumentó a 3.1%; con lo cual la tendencia de la inflación parecía apoyar la profundización de este proceso.

 

Hace algún tiempo se pensaba que la inflación tendría como costo el aumento del desempleo, declive de la demanda agregada y del crecimiento económico. No obstante, la experiencia reciente de la lucha contra la inflación pareciera sugerir que actualmente la inflación se puede reducir sin que se produzcan efectos negativos en el mercado de trabajo, lo que cuestiona los resultados de P. A. Samuelson y R. Solow (1960) que encontraron una relación negativa entre desempleo e inflación, fundamentándose en el trabajo de A. W. Phillips (1958) que caracterizó, para el Reino Unido, la relación entre desempleo y variación de la tasa de salarios.

 

Actualmente, el desempleo en el mercado de trabajo norteamericano muestra una tendencia a la baja del nivel de desempleo, justo durante la persistencia del proceso inflacionario. En efecto, la tasa de desempleo se situó por debajo del 5%, alcanzando en enero de este año un 3.4%, que incluso cae por debajo del 4.5% que se estimó como tasa natural de desempleo, es decir que la tasa de desempleo exhibe la tendencia de lograr una variación nula de la tasa de inflación.

En el largo plazo, si los salarios reales crecen al ritmo de la productividad de la mano de obra, con ajustes salariales incompletos respecto de la inflación, entonces la tasa de beneficio sería relativamente constante y se lograría una tasa de inflación que no acelere la tasa de desempleo (NAIRU por sus siglas en inglés). Pero esta descripción teórica del comportamiento de la inflación y la tasa de desempleo no necesariamente describe el presente proceso inflacionario. Actualmente, en EE. UU. la tasa de inflación sigue siendo elevada (con cierta resistencia a caer) y la tasa de desempleo es 3.4%, es decir por debajo del NAIRU (que equivale a 5.5%) para la economía norteamericana, con lo cual cabría esperar un aumento de la inflación en lugar de una disminución de ésta. Teóricamente, Stiglitz (1997) argumenta que, cuando la tasa de desempleo se encuentra por debajo del NAIRU, se producen fuerzas en el mercado para el aumento de la inflación.

 

Todo este preámbulo tiene el propósito de utilizar esta herramienta analítica para evaluar el progreso de la política anti-inflacionaria que ha seguido el Banco Central (BC) desde el 2021 hasta la fecha. En el Artículo IV de República Dominicana (RD) correspondiente al 2022, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que el NAIRU para RD era de 1.2% para el año del 2019 (el desempleo compatible con una baja tasa de inflación); asumiendo que este valor se mantenga en la actualidad y considerando que la tasa de desempleo del 2021 de 7.7% se mantenga hasta hoy, cabría esperar que el mercado de bienes movilice fuerzas para ajustar a la baja la tasa de esperada de inflación, que en enero 2023 fue de 8.68%, y en diciembre del 2022 fue de 8.81%. Este resultado apunta a que existe persistencia de la determinación de la tasa de inflación; en otras palabras, que la inflación actual depende mucho de sus valores pasados.

 

Lo que podría estar asociado a la falta de competencia en los mercados de bienes y a la preeminencia de elevadas tasas de beneficio que mantienen elevados precios de venta, perjudicando esencialmente a los que más consumen de su salario, que precisamente corresponden a los hogares de bajos salarios. Sin dejar de lado, el sacrificio que representa el aumento de las tasas de interés para reducir la inflación, la que se traduce en recesión con efectos probables en el desempleo, la pobreza y el empeoramiento de la distribución del ingreso.