Cuando nos referimos a impuesto al carbono (CO2) de lo que se trata es de grabar con una tasa tributaria a la emisión de carbono hacia el aire y así reducir el calentamiento global de forma real, a partir de la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI).
Una manera como se logra esto es incentivando, a la vez que se aplican impuestos el proceso de transición de energía generada con combustibles fósiles a energías renovables.
Esto se da en un momento en el que a nivel global se ha propuesto como meta reducir 1.5% y 2 % el calentamiento global; esto en el marco del acuerdo de Paris y los compromisos que se derivan del mismo en lo que respecta a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
En América Latina los países que aplican el impuesto sobre el carbono son Chile, Argentina, Colombia, Uruguay y México.
Atendiendo a fuentes del Banco Mundial, el Régimen de Comercio de Derecho de Emisión (RCDE), a nivel global el impuesto sobre el carbono representa el 30% de las emisiones. El precio en la Unión Europea es de USD90 por tonelada de CO2.
Para reducir el calentamiento global del precio actual de USD 6 en la actualidad debe pasar a USD 75 la tonelada de C02 de cara al año 2030.
Ante la realidad de que la instalación de fuentes de energías renovables aún es muy costosa para la mayoría de familias, se requiere que a la vez que se aplican impuestos por el uso de combustibles fósiles se vaya compensando a las familias para garantizar que de manera sostenida se masifique el uso de energías renovables, como por ejemplo la energía solar, aun resulta muy costosa para la inmensa mayoría de la población.
Se plantea que en un escenario de un acelerado crecimiento económico, el impuesto sobre el carbono es insuficiente para la reducción de los GEI, sobre todo en países desarrollados como el caso Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia, países en los cuales no se ha logrado reducir adecuadamente la emisión de carbono, a partir de exenciones a ciertos combustibles dirigidos a determinados sectores de la población
Significa entonces que para un impacto positivo de un impuesto sobre el carbono para la mayoría de la población, es necesario estimular la demanda de combustible que producen energía limpia. En otras palabras, promoviendo fuentes de energías con bajo nivel de emisión de CO2; Concomitante con esto se debe garantizar la sostenibilidad desde el punto de del empleo, la competitividad internacional, la distribución del ingreso y la reducción de la desigualdad social.
En la actualidad, que en la República Dominicana se debate en el marco de cambios en la legislación en general y económica en particular, una reforma tributaria es importante que se contemple introducir aspectos que contribuyan a modificar la estructura de impuestos que se oriente hacia los cambios en el uso de fuentes de energía.
Aunque es fundamental desde punto de vista de la sostenibilidad ambiental, tomar medidas como acciones de políticas publicas que influyan en la reducción de las actividades económicas, sociales y que puedan afectar de cara al futuro el medio ambiente, sin embargo, estas medidas deben ser equilibradas para evitar que las mismas afecten el nivel de vida de la población desde el punto de vista del empleo, ingresos y evitar que se amplia el circulo vicioso de la pobreza.
Es cierto que es vital garantizar un medio ambiente adecuado a las generaciones futuras, pero a la vez para lograr eso es necesario que las generaciones presentes, de manera sostenida mantengan un nivel de vida que le permita transmitir a esas generaciones futuras acciones y bienes para que las mismas puedan tener un nivel de vida adecuado.