En nuestra vida tan acelerada y por nuestras insaciables necesidades materiales, el dormir podría parecer un desperdicio de tiempo. Si consideramos que una persona utiliza alrededor de unas 8 horas (tercera parte del día), podemos deducir que, si alguien tiene 60 años, unos 20 años serían supuestamente “perdidos” por haber estado durmiendo.

Normalmente todos sabemos que es necesario dormir, pero quizás no nos hemos detenido a analizar exactamente el por qué.

Sin comer se podría vivir hasta alrededor de 40 días (siempre que se pueda beber), pero sin dormir normalmente unos 10 días. Esto nos indica claramente que es algo indispensable para vivir. El tiempo requerido para dormir es variable y muy personal.

¿Para qué dormimos? Cuando dormimos nuestro cuerpo se mantiene en un nivel de actividad mínimo (descansa), pero nuestro cerebro no duerme, trabaja constantemente (24/7), sin embargo, el tipo de actividad es diferente, lo que es regulado por los ritmos circadianos. Cuando un banco cierra para el público, sabemos que suele dedicar un intervalo de tiempo para otros tipos de actividades, algo similar pasa con nuestro cerebro. Cuando dormimos bloqueamos nuestras “ventanas” al exterior (exteroceptores) y trabajamos con la información recibida durante el día, además de ocuparnos de otros procesos. Los datos que aprendemos pasan a una memoria provisional y al dormir son integrados al archivo permanente (en lenguaje informático es como si durante la noche pasara de la memoria caché al disco duro). De tal forma, aunque recibamos la información durante el día nuestro verdadero aprendizaje acontece por la noche.

La actividad cerebral nocturna además se ocupa más intensamente de funciones de limpieza, reduciendo posibles excesos de algunas substancias como las proteínas beta amiloides (que se acumulan en el Alzheimer) y el sistema inmunológico también puede realizar mejor su trabajo. Es una forma de mantenimiento y preparación para reanudar mejor las actividades al día siguiente. Un estudiante que pase varios días evitando el sueño preparándose para un examen, tal vez logre pasarlo, pero tendrá dificultades para mantener en su memoria lo que estudió. Ese estudiante podría no dedicarse a su carrera por sentir que no recuerda nada pese a haber pasado todos sus exámenes.

Los ritmos circadianos permiten ajustes para que nuestro cerebro se ocupe de funciones diferentes de día o de noche. Se ha destacado la importancia de la glándula pineal con su producción de melatonina por las noches, con un efecto sedante, para controlar la actividad del eje hipotalámico-hipofisiario, que es el centro regulador por excelencia de nuestra fisiología. Este mecanismo es fotosensible, depende de los cambios de la luz, siendo la forma en que nuestro cerebro se entera de que ya es de noche y hace los ajustes requeridos.

Cuando hacemos cambios rápidos de husos o zonas horarias, perdemos la correcta programación de nuestros ciclos del sueño (jetlag), a nuestro cerebro le toma cierto tiempo comprender la situación y hacer los ajustes de lugar.

Las generaciones actuales, utilizan constantemente pantallas digitales que tienen su propia iluminación, lo que no permite captar bien las variaciones de las horas. Esto hace que el cerebro no descubra correctamente la llegada de la noche, se siente sueño tardíamente cuando el agotamiento se impone, pero no es de extrañar lo tarde que podrían levantarse o el hecho de pasar el día sin energías. Pero estamos evolucionando, pudiendo perfeccionar nuestra detección de la noche pese a no haber obscuridad.

Nuestras mentes y cuerpos están interconectados gracias al cerebro, cada vez se nos está haciendo más difícil mantenerlos en equilibrio, lo que explica la proliferación de enfermedades mentales y psicosomáticas que estamos presentando. El trastorno del sueño es una de estas consecuencias, con el agravante de que al no dormir adecuadamente surgen otras complicaciones.

El meditar permite asumir un mejor control de procesos biológicos y psicológicos entre los que podemos encontrar la regulación vigilia-sueño. El buen dormir es de vital importancia para nuestra calidad de vida. Se ha planteado las deficiencias en el dormir como posible detonante de la enfermedad del Alzheimer.

La ansiedad por no poder dormir contribuye a empeorar la situación, pero en lugar de atormentarse por no conciliar el sueño es preferible hacer algo positivo, como leer un libro impreso, caminar, tomar un baño relajante o hacer alguna tarea ligera. Si algunos pensamientos repetitivos no te permiten dormir, tratar de evitarlos no es la solución, sino reemplazarlos por otro tipo de pensamientos.

La estrategia de contar ovejas y otras actividades mentales repetitivas, tienden a evitar los pensamientos molestos, nos aburre, agota y finalmente, quedamos dormidos. Obviamente, siempre existe la posibilidad de utilizar medicamentos hipnóticos, pero de manera ideal convendría no requerirlos.

Es beneficioso y posible dormir inmediatamente te acuestes y despertarte a la hora que te convenga, incluso sin despertador, porque tu consciencia siempre está alerta, aunque de forma diferente. Sabemos la importancia de manejar correctamente nuestros equipos mecánicos, electrodomésticos y computadoras, pero nada es más importante que el manejar correctamente nuestra propia mente y debemos recordar que dormir es esencial para poder estar realmente despierto.